El 'EI' tira al río Éufrates y acribilla a los niños que intentan huir de Faluya

  • Los niños ven como sus vidas se rompen en añicos, cuenta a LaInformacion.com el Consejo Noruego para Refugiados (NRC) que asiste a 62.000 personas. 

    Durante semanas han sobrevivido a base de alimentos podridos, dátiles secos y bebiendo agua del río.

Huyen del horror de la guerra y su vida es desesperación, nada. Familias enteras han abandonado la ciudad iraquí de Faluya y duermen en la intemperie, bajo temperaturas abrasadoras sin apenas agua ni alimentos, sin apenas ayudas, y casi olvidadas en tierra de nadie.

Alrededor de 62.000 personas han escapado de Faluya en los últimos días tras el recrudecimiento de los combates entre los yihadistas y las fuerzas de seguridad gubernamentales que están tratando de recuperar la ciudad que lleva dos años bajo el yugo islamita.

En el campo de refugiados de Amariyat, que se extiende sobre el vasto desierto, bajo un sol implacable, con una temperatura que en estas fechas alcanza los 5002daC pero amenaza con seguir aumentando, se encuentra Jamila que huyó de los enfrentamienots en Faluyah y lleva siete días durmiendo al raso. No tenemos agua ni cama. No tenemos dinero. Llevamos tres años huyendo de un sitio a otro y la situación solo empeora, cuenta desesperada.

La oleada más reciente de éxodo proviene de Faluya pero desde 2014, el pueblo iraquí ha protagonizado uno de las mayores desplazamientos internos jamás visto. Alrededor de 4,4 millones de personas están ahora internamente desplazadas.

LaInformacion.com habla con el Consejo Noruego para Refugiados (NRC) que asiste humanitariamente a las cerca 8.000 personas que llegaron diariamente a sus instalaciones en los últimos días. Son familias rotas. Los niños ven como sus vidas se rompen en añicos tras ser testigos de la muerte de sus familiares mientras tratan de huir de EI. Los francotiradores de Estado Islámico les disparan o les lanzan al río Eufrates para que mueren ahogados, cuenta Karl Schembri.

Los testimonios que escucha son desgarradores. Una anciana me contó que los yihadistas lanzaron a sus tres nietos al río y otra madre, me dijo que le dispararon y la bala atravesó su hombro y mató a su hijo de dos años que llevaba en brazos, describe.

La situación es desesperada. Quienes consiguen escapar, llegan casi moribundos. Durante semanas han sobrevivido a base de alimentos podridos, dátiles secos y bebiendo agua del río. Sin combustible ni suministros médicos, cuando por fin alcanzan el campo de refugiados, están enfermos, deshidratados, exhaustos y mentalmente devastados. En estos momentos solo podemos asegurar tres litros de agua por persona, pero es insuficiente con estas altas temperaturas, denuncian desde NRC.

La llegada masiva de persona a los campos de refugiados ha colapsado por completo las instalaciones. Hay un solo lavabo en el campo. Hay días que esperamos 12 horas para usarlo. No hay duchas, tenemos muy poca agua. Llegan alimentos pero no podemos cocinarlos, describe desesperadamente Fatima, otra de las supervivientes del asedio a Faluya.

La lenta recuperación de la ciudad de Faluya está provocando un verdadero desastre humanitario y otra vez el pueblo iraquí es la principal víctima. Se pensó que la madre de las batallas, la que supondría el inicio del fin de EI, sería rápida, pero las semanas pasan y la crisis humanitaria se agrava dejando un pueblo entero huérfano en medio del desierto.

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