El África subsahariana tiene los ojos puestos en Egipto

  • Frustrados con sus élites políticas, quejándose de la falta de libertad, enfadados por las tasas de desempleo, asustados por el aumento del precio de los alimentos, el combustible y otros productos básicos, los habitantes del África subsahariana comparten muchas de las demandas que han desencadenado las revoluciones de Túnez y Egipto.
Tristan McConnell, Nairobi (Kenia) | GlobalPost

"Lo que está ocurriendo en Túnez y en Egipto tendrá eco en el África subsahariana", asegura Alex Vines, jefe del programa para África del londinense Real Instituto para las Relaciones Internacionales.

Las protestas populares que comenzaron en enero en Túnez por el aumento del precio de los alimentos terminaron con el exilio de su jefe de poder durante los últimos 24 años, Zine el Abidine Ben Alí. Algunos predicen que será el líder egipcio Hosni Mubarak el siguiente en caer, a medida que se polarizan las protestas en el país y las multitudes le piden en la calle que se marche tras 30 años de gobierno dictatorial.

Ya ha habido algunos movimientos en Sudán, el vecino sureño de Egipto, donde los estudiantes salieron hace ya una semana a manifestarse en las calles de Jartum y Omduraman en un intento de emular el fervor revolucionario egipcio. La policía apagó su entusiasmo con gases lacrimógenos y porras.

Se cree que al menos un estudiante ha muerto durante las protestas antigubernamentales, que continuaron el lunes por la mañana. El intento de poner en marcha una revuelta como la de Túnez que termine con el poder del presidente de Sudán Omar al-Bashir terminó a principios de enero con la detención del opositor Hassan al-Turabi, lo que rápidamente calmó las protestas.

Pero las manifestaciones de Jartum tienen también mucho que ver con el referéndum sobre la independencia, que con toda probabilidad dividirá a Sudán y dejará gran parte de su petróleo en el sur (aunque de momento el norte tiene la mayoría del control sobre los pozos).

"El mayor desencadenante va a ser el precio de la vida", dice Vines. "Si se analizan las revueltas en Camerún, Costa de Marfil y Senegal en 2008 se puede ver que se debieron al precio de la vida, y también a la frustración de la juventud educada por sus pocas perspectivas de empleo y por las élites que no asumen su responsabilidad".

Las manifestaciones en estos países subsaharianos en 2008 se desencadenaron por el aumento exagerado de los precios de los alimentos. Lo mismo ocurrió en Mozambique a finales de 2010, pero las protestas no tuvieron mucho eco y no llegaron a ser una revolución. Pero quizás la próxima vez las cosas sean diferentes.

"Aunque muchas de las quejas sean las mismas, como la falta de crecimiento económico, algunos de los elementos que hicieron posible la revolución en Túnez y lo que ocurre en Egipto no existen en el África subsahariana", asegura Peter Pham, vicepresidente del Comité Nacional de Política Exterior de EEUU.

Pham cree que el nivel de educación de los tunecinos y egipcios corrientes, así como la existencia de una sociedad urbana sofisticada que está conectada tecnológicamente al mundo, es lo que separa a Egipto y Túnez de gran parte del África subsahariana, aunque esto está cambiando poco a poco.

Existen numerosas razones para rebelarse en el África subsahariana, donde en 2010 se registró un retroceso democrático en algunos países, algo que parece que podría continuar con las elecciones previstas para este año. Al mismo tiempo, los derechos humanos y las libertades básicas están siendo atacadas y desapareciendo de las agendas políticas.

Páginas en Facebook de Zimbabue y Sudán demandan cambios en los largos gobiernos de unos ancianos que se aferran al poder y se niegan a permitir libertades básicas.

Los 16.000 seguidores de un grupo sudanés en Facebook llamado 'Youth for Change' (Juventud por el Cambio) piden el fin del Gobierno de 22 años de Bashir. En Zimbabue, donde Robert Mugabe lleva 31 años al frente del poder, los usuarios de las redes sociales escriben mensajes preguntándose "¿Por qué no aquí?", en referencia a las revoluciones de sus vecinos del norte.

"Ver al norte en llamas nos hace preguntarnos qué tipo de inversiones son necesarias para hacer que el desarrollo no degenere en problemas, sino que sirva para que la sociedad viva en armonía", dice James Shikwati, director del grupo de analistas de la Red Económica Interregional de Nairobi (Kenia).

"Las élites políticas [africanas] asumen que desarrollando infraestructuras están atendiendo a las necesidades de la gente, pero lo que los eventos del norte nos enseñan es lo que la gente está dispuesta a hacer cuando siente que no está participando lo suficiente en el gobierno", añade.

"En el fondo está la gente joven, furiosa y hambrienta; y en la cima están estos tipos que han estado disfrutando de los privilegios del gobierno, conduciendo coches enormes y creyendo que ellos lo saben todo y que la gente no sabe nada", reflexiona Shikwati.

De momento, las revueltas de Túnez y Egipto parecen tener más probabilidad de extenderse por el norte del continente, hacia Argelia, Libia y Oriente Medio, que saltar la inmensa extensión del Sáhara e incendiar un sur muy diferente cultural y políticamente.

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