El 'arcoiris' gay no acaba de llegar a la India

  • El Tribunal Supremo da a entender que podría acoger una apelación sobre la reciente despenalización de la homosexualidad. En el país hay más de 50 millones de personas con esa preferencia sexual.
La legalización del matrimonio homosexual fue festejada por los activistas indios | Reuters
La legalización del matrimonio homosexual fue festejada por los activistas indios | Reuters
Jason Overdorf – GlobalPost para lainformacion.com
Jason Overdorf – GlobalPost para lainformacion.com

NUEVA DELHI – Justo ahora que la comunidad gay y lésbica de la India pensaba que era seguro salir del armario, las acciones de los líderes religiosos y políticos conservadores han dejado en evidencia la profunda división entre la élite de las grandes ciudades, cada vez más liberal, y la sociedad mayoritariamente conservadora.

La semana pasada, el Alto Tribunal de Nueva Delhi anunció la despenalización de las relaciones homosexuales, ilegal desde que la India era una colonia británica. La comunidad homosexual de Nueva Delhi aplaudió la decisión con una serie de celebraciones y una gran fiesta en Pegs & Pints, un bar que realiza una noche gay no-oficial cada jueves.

Sin embargo, las celebraciones podrían resultar prematuras. El jueves de la semana pasada, el Tribunal Supremo de la India insinuó que podría acoger una apelación contra la decisión de la corte de Nueva Delhi. El máximo tribunal envió una notificación al gobierno nacional, las autoridades municipales y a la Fundación NAZ, la ONG que había presentado el caso ante el Alto Tribunal en favor de los derechos de los homosexuales.

Al acoger la apelación, el Tribunal Supremo responde a una petición de dos ciudadanos particulares que aseguran que la decisión "les ha afectado seriamente a ellos y a sus conciudadanos en todas las esferas de la vida, tanto personal como social".

Los demandantes también sostienen que el cambio de legislación podría traducirse en un incremento desenfrenado de la homosexualidad y argumentan: "Tenemos que buscar orientación en nuestros textos sagrados. Y ellos están en contra de esta conducta en nuestra sociedad. Si se permite tal anormalidad, entonces el día de mañana la gente intentará que se autorice el sexo con animales".

Delito tipificado

Hasta antes del fallo del Alto Tribunal de Nueva Delhi la semana pasada, los homosexuales podían ir a parar a los tribunales según la sección 337 del código penal indio que prohíbe "ofensas contra natura" o "relaciones sexuales que van contra el orden de la naturaleza". Es un juicio que se prolongó durante ocho años por retrasos y aplazamientos ya que los jueces se pasaban la pelota entre ellos.

El castigo por tal ofensa era una pena de prisión que va desde 10 años hasta cadena perpetua. Los activistas argumentan que si bien muchos mayores de edad nunca han tenido que afrontar un juicio, la amenaza de cárcel y de quedar al descubierto ha permitido muchos abusos por parte de la policía. Esto no sólo provoca que los casi 50 millones de homosexuales de la India vivan atemorizados sino que también obstaculiza la lucha contra el sida, ya que se sabe que la policía intimida a los voluntarios de las ONG.

"Mucha gente desconocía el fallo y había ideas equivocadas sobre lo que realmente significa, por eso llamé a mis amigos para explicarles lo que había pasado", indica Ashu, un joven gay de 29 años, de clase media, que vive en Nueva Delhi. "¡Después salimos a celebrar!".

"En primer lugar, agradezco al Altísimo", declara Pamela, una transexual de Nueva Delhi que prefiere no dar su verdadero nombre. "También felicito a la gente de mi comunidad y les pido que nos unamos y que nos preparemos para seguir luchando. Es una travesía muy larga. Después fuimos con algunos amigos heterosexuales y algunos gays a un bar y estuvimos de fiesta hasta la mañana siguiente", relata.

"Hubo una gran sensación de alivio entre la comunidad [después del fallo de Nueva Delhi]", explica Pamela. "Quienes tenían miedo, ahora tienen las agallas para salir del armario y tener un poco de vida libre".

Hace siete años, cuando el caso contra la sección 377 llegó al Alto Tribunal de Nueva Delhi, los homosexuales y transexuales que iban a una fiesta gay –en una casa de campo, con jardín, estatuas griegas y piscina- vivían atemorizados por una posible redada de la policía. Los organizadores gastaban 60.000 rupias (cerca de 1.000 euros) para alquilar el espacio, comprar la comida y la bebida y siempre estaban nerviosos de que la policía local no se conformara con el clásico soborno ya que un enemigo había filtrado a la prensa la ubicación de la fiesta.

Era un encuentro único que integraba a la élite y también a las clases bajas, con drag queens dando vueltas como si estuvieran en trance. Los jóvenes estaban aliviados de poder ser ellos mismos. Pero incluso en un lugar seguro como éste, no todo el mundo se relajaba. En la orilla de la pista de baile, hombres mayores con bigote, barriga y usando el polo típico de la clase media conservadora, hablaban u organizaban encuentros (pagados) con las drag queens de clase obrera. Debido a la presión social –de la cual la sección 377 es una pequeña parte- sólo una ínfima minoría de indios se atreve a salir del armario. La mayoría, obligada por sus familias, se casa y tiene hijos.

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