El conflicto tuareg se agrava en el norte de Mali

  • La ofensiva lanzada por separatistas tuareg que continúa hoy contra varias ciudades del norte de Mali ha supuesto la apertura de un nuevo conflicto armado para el Ejército que también debe hacer frente al grupo terrorista Al Qaeda.

Idrissa Diakite

Bamako, 18 ene.- La ofensiva lanzada por separatistas tuareg que continúa hoy contra varias ciudades del norte de Mali ha supuesto la apertura de un nuevo conflicto armado para el Ejército que también debe hacer frente al grupo terrorista Al Qaeda.

Descritos por las autoridades como "bandidos", varios grupos tuareg continúan en pie de guerra, a pesar de los discursos e iniciativas del presidente Amadou Toumani Touré y del Gobierno dirigidas a encontrar una solución para esta deprimida región del Sahel.

Preguntado por Efe, un oficial del Ejército en la ciudad septentrional de Gao, que prefirió mantener el anonimato, no dudó en asegurar que el norte del país se encuentra en estado de guerra.

Aunque oficialmente no se habla de conflicto, sí es cierto que recientemente han visitado esta región altos mandos de las Fuerzas Armadas, como el jefe del Estado Mayor, el general Gabriel Poudiugou o el jefe del Ejército Kalifa Keita.

Asimismo, se ha reforzado la presencia militar en la zona, como han reconocido fuentes gubernamentales y han denunciado los movimientos separatistas tuareg.

En la región de Boureissa, situada en la provincia septentrional de Kidal, fronteriza con Argelia y Níger, las Fuerzas Armadas hacen frente al Movimiento Popular de Azawad (MPA), creado por Iyad Ag Aghali en 1991.

Este grupo cuenta con el apoyo de la Alianza del 23 de Mayo, creada en el 2006 coincidiendo con un nuevo levantamiento tuareg en esta región, que concluyó con la firma de un acuerdo entre las autoridades de Bamako y los rebeldes en Argel, ese mismo año, y en Trípoli, dos años después.

Esta Alianza está comandada por Hassane Ag Fagaga y Mbah Ag Moussa, antiguos miembros de las fuerzas especiales del Ejército.

Otro foco, el segundo, también se encuentra en Kidal, en la región de Tin Essako, la zona más oriental de la provincia.

Aquí desarrollan su actividad los seguidores del coronel Assalat Ag Habi, antiguo funcionario del Estado y partidario del separatismo.

El tercer conflicto abierto en la región está liderado por el coronel Waki Ag Oussad, miembro de la comunidad de Imghad, que cuenta con el apoyo de combatientes huidos de Libia tras la caída del coronel Muamar el Gadafi.

Según las fuentes, es el único que mantiene conversaciones para alcanzar un posible pacto.

A estos tres frentes abiertos se sumó ayer un nuevo foco de lucha protagonizado por el Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA), partidario de la autonomía del norte de Mali, y cuyos combatientes intentaron hacerse con el control de la ciudad de Menaka, en la provincia de Gao, situada al sur de Kidal.

El Ejército informó de que había logrado repeler el ataque del MNLA, que según Bamako, cuenta también con el apoyo de combatientes regresados de Libia.

En los combates que se han extendido hoy a otras localidades, murió un soldado y varios rebeldes, y el Ejército empleó helicópteros y aviones de combate, que dan una idea de la magnitud de los choques.

Según un comunicado difundido hoy por el MNLA, sus combatientes han tomado la ciudad de Aylahuk, 150 kilómetros al norte de Kidal.

Pero además, la inconclusa crisis tuareg, que se remonta a la década de los 90 y que ha experimentado varios rebrotes, se ha visto agravada por la guerra en Libia y por el aumento de las acciones de Al Qaeda en el Magreb Islámico, que secuestró los pasados 24 y 25 de noviembre, a dos franceses, un británico, un holandés y un sueco.

Un fuente cercana al Ejército considera que el norte del país se ha convertido en un polvorín, "nadie puede evaluar a día de hoy la cantidad de armamento y munición, las redes mafiosas o las ramificaciones de los grupos de bandidos", dijo.

El presidente de Mali, que este año pone fin a su segunda y última legislatura, intenta agotar las últimas bazas para encontrar una solución pacífica antes de terminar su mandato.

En un último intento, la Asamblea Nacional creó en diciembre un gabinete de crisis, dirigido por el vicepresidente Sandy Haidara, cuya misión es evaluar la situación sobre el terreno para elaborar un informe y hacer nuevas propuestas, que convenzan a los tuareg de que el recurso a las armas no es la solución.

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