La Justicia alemana imputa un delito de daños a un médico que certificó por error la muerte de una anciana.
La mujer, de 92 años, despertó a las 48 horas en su propio velatorio, ante el estupor de sus familiares y los empleados de la funeraria 'Munstermann', que previamente habían escuchado sonidos extraños, supuestamente gritos.
El director de la compañía se acercó a la sala y comprobó que el supuesto cadáver tenía los ojos abiertos y estaba gimiendo. En ese momento, la señora se levantó y preguntó, ante el estupor de los asistentes, "¿dónde estoy?".
En pleno shock, el director tomó le tomó el pulso y comprobó que latía. Llamó de inmediato a los servicios de emergencia, que atendieron a la mujer y la trasladaron a un hospital próximo.
Consiguieron estabilizarla, pero no pudieron evitar que muriera (esta vez sí) a los dos días por complicaciones cardíacas. Tras pasar 48 horas en el depósito de cadáveres, las bajas temperaturas afectaron al corazón de la mujer.
La policía inició una investigación para aclarar el suceso. "Es obvio que el médico no realizó las comprobaciones correctas", afirmó el Patronato de la Fundación Alemana para la Protección del Paciente.Cárcel o multa
Los hechos sucedieron en el pasado mes de marzo y se está a la espera del juicio. Se desconoce el nombre del médico, de acuerdo a las normas alemanas que regulan la privacidad de las personas que han sido imputadas de algún delito. Sí se sabe que tiene 53 años y que, en caso de que sea condenado, podría enfrentarse a una pena de cárcel o, en el mejor de los casos para él, a una cuantiosa multa, según informó la fiscal Birgit Juergens.
No se conocen más detalles sobre las comprobaciones que hizo el doctor antes de firmar el parte de defunción. Tan sólo que un enfermero avisó al médico de que la anciana no tenía pulso ni se notaba su respiración. El facultativo comprobó que efectivamente no presentaba signos vitales y certificó la muerte.
Cuando se destapó el escándalo, el director de la residencia donde se certificó erróneamente la muerte de la anciana, Lother Burger, reconoció que había sido un error "terrible e inexplicable" y manifestó su pesar porque estaban siendo "devorados por la prensa".
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