El patrimonio culinario libanés, en pie de guerra

  • El Líbano está librando una guerra gastronómica con Israel paradefender platos típicos como el "falafel" y el "hummus", que loslibaneses quieren recuperar con medidas legales para que nadie seapropie de ellos.
Kathy Seleme / EFE
Kathy Seleme / EFE

Esta guerra gastronómica ha subido recientemente de tono y los libaneses han empezado a movilizarse incluso a golpe de récord Guinness.

"Otros países están registrando como suyos marcas y platos típicamente libaneses debido a que nosotros no pudimos hacerlo por el elevado coste del derecho de propiedad intelectual", aseguró a Efe el jefe del Departamento de Agricultura de la Cámara de Comercio e Industria de Beirut, Rabih Sabra.

Sabra achacó esta situación a que las empresas agroalimentarias del Líbano son "pequeñas y medianas, y no tienen la capacidad de registrar sus productos", e indicó que su país debe "pagar dicho derecho aunque engendre un coste anual muy importante".

Desde 1950 varios países como Grecia, Turquía e Israel han inscrito como propias diversas comidas libanesas. Israel entró además recientemente con ellas en el libro Guinness de los Récords.

Sin embargo, este año el Líbano destronó a Israel en este ránking preparando los platos más grandes del mundo de "tabule" (ensalada de perejil y trigo cocido) y de "hummus" (puré de garbanzo con aceite de sésamo).

"Se trata de una victoria moral destinada a mostrar a la opinión pública mundial que esos son platos libaneses", agregó Sabra, quien hizo hincapié en la necesidad de proteger el patrimonio culinario nacional.

A su juicio, "el gobierno debe emprender una acción rápida, con abogados y expertos, para poner fin a esa usurpación y poder recuperar las marcas libanesas y protegerlas", para lo que es necesario inscribirlas en el Registro de la Propiedad Intelectual.

Entre las comidas supuestamente usurpadas por distintos países de la cuenca mediterránea Sabra citó el falafel (puré de habas fritas), el tabule y el hummus.

Estas disputas alcanzaron su punto más polémico cuando el año pasado un presentador de televisión francés, durante una emisión cultural, adjudicó el falafel a Israel, pero tuvo que retractarse ante las protestas en Internet promovidas por una joven libanesa.

Además, el pasado 5 de noviembre, la Asociación de Industriales libaneses acusó a Israel de piratear el patrimonio culinario nacional después de que una empresa de ese país ganara un premio en una feria en New Jersey (EEUU) con el falafel.

"El falafel, el hummus, el tabule, el babaganuch (puré de berenjenas con aceite de sésamo) son comidas de origen libanés u oriental", apostillaba el comunicado de la Asociación, que agregaba que "en ningún diccionario culinario del mundo esos alimentos están considerados como israelíes".

La Asociación solicitó la colaboración de los países de la región para poner fin a la actuación israelí, que, en su opinión, obtiene grandes ganancias económicas sin haber desempeñado ningún papel en el surgimiento de estos platos.

Una de las cosas que más indigna a los libaneses es que Israel haya llamado a la fábrica donde elabora productos libaneses "Cedros", árbol que constituye el emblema nacional del Líbano.

Sabra expresó su esperanza de que apoyen las demandas libanesas la UE, tras el acuerdo de asociación con el Líbano, y los países que integran la Asociación Europa de Libre Comercio.

La diáspora libanesa ha contribuido a que la cocina de este país sea famosa en todo el mundo y que los productos libaneses se vendan incluso en los supermercados de EEUU.

"Se calcula que (los beneficios de) la venta del hummus en el mundo se elevan a miles de millones de dólares, lo que equivale a pérdidas similares para el Líbano", añadió Sabra, quien calificó esta situación de "inconcebible".

Por ello, insistió: "Vale la pena pagar para proteger las marcas libanesas ya que los ingresos compensarán el coste empleado a ese fin".

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