El peligroso doble juego de Pakistán con EEUU en la lucha contra Al Qaeda

  • Los documentos publicados por WikiLeaks reflejan la doble actividad de los servicios de de inteligencia paquistaníes. Pese al apoyo que muestran hacia el ejército estadounidense, continúan reuniéndose con líderes talibanes para planificar ataques.
Los documentos publicados por WikiLeaks reflejan la doble actividad de los servicios de de inteligencia paquistaníes.
Los documentos publicados por WikiLeaks reflejan la doble actividad de los servicios de de inteligencia paquistaníes.
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Michael Moran | GlobalPost

(Nueva York, EEUU). Allá por noviembre de 2001, justo una semana antes de que Kabul cayese en manos de las fuerzas de invasión en Afganistán lideradas por EEUU, y justo cuando la ciudad de Kunduz comenzaba a capitular, el aire se lleno del ruido de los aviones de transporte C-130 aterrizando en la polvorienta pista de aterrizaje.

Los aviones, construidos en EEUU pero pilotados por la Fuerza Aérea de Pakistán, llegaron supuestamente para recoger a unas cuantas docenas de diplomáticos y sus familias antes de la batalla final por la ciudad. En realidad, las naves se llenaron con agentes de los servicios de inteligencia paquistaníes (el ISI), además de llevarse a unos 4.000 líderes talibanes y soldados.

Fue un escándalo, escribí entonces, pero entre los restos del 11-S la mayor parte de la gente lo ignoró. Ahora, a raíz de las revelaciones esta semana sobre el alcance de los contactos del ISI con los talibanes, a uno no le queda más remedio que preguntarse cuántas personas de esas que salieron de Kunduz (con el permiso tácito de la administración de Geroge W. Bush, ya que EEUU controlaba el espacio aéreo) han regresado al país a matar soldados estadounidenses.

La filtración de una pequeña librería de documentos clasificados de la guerra de Afganistán debería de servir para poner fin definitivamente a esta mentira. Entre las revelaciones descubiertas en los documentos figura que agentes del ISI se reúnen regularmente con comandantes de los talibanes afganos para ayudarles a planificar ataques y asesinatos.

Quizás no todo eso sea cierto, pero si la última década nos ha enseñado algo es que los servicios de inteligencia no suelen ser tan inteligentes. El hecho es que Washington ha intentado seriamente evitar la publicación de esta información, y también está claro que los autores de estos informes filtrados entienden claramente que en EEUU y en los círculos de la OTAN hay un debate sobre la manera de confrontar mejor a Pakistán sobre su doble juego.

En un documento archivado sobre una reunión de talibanes en la que se discutieron planes para un ataque a tropas de la OTAN se destacaba la presencia de Hamid Gul, el prominente ex director del ISI. Un comentario añadido al informe advertía contra conclusiones premeditadas. "No se sabe si Hamid Gul estaba actuando con el conocimiento o consentimiento del ISI, o si partes del ISI eran conscientes de sus actividades", decía el informe.

Sustitúyase, por ejemplo "George Tenet" por "Hamid Gul" y pregúntense si la CIA sabría si había estado allí.

Otro detalle: varios de los informes terminaban con esta amenazadora nota: "Esta información NO DEBE de ser distribuida al GoA" (el gobierno de Afganistán) u otros "aliados" destacados.

Profundamente implicado en Afganistán desde los tiempos de la guerra antisoviética de finales de la década de 1970, el ISI paquistaní ha fomentado, formado y armado a los talibanes, ayudándoles a derrocar al gobierno afgano post yijhdista y, finalmente, asegurándose que la facción fundamentalista que estaba respaldando dominase gran parte del país. Sus habilidades fueron perfeccionadas por agentes de la CIA durante la yihad antisoviética. Además, el ISI recibió dinero saudí (e inevitablemente también ideología wahabista).

Cuando EEUU se olvidó de Afganistán tras la retirada de los soviéticos, los paquistaníes adoptaron una postura con visión a largo plazo. Al fin y al cabo, son sus vecinos, y viven en una constante y paranoica alerta de guerra contra India, su histórico rival.

Los vínculos forjados en los campos de batalla en la década de 1970 se convirtieron en relaciones duraderas, y esos lazos se mantienen hasta hoy (negados públicamente por Pakistán, por supuesto, pero nadie que haya estado en la región durante un tiempo puede dejar de apreciar el modo en que el país valora sus lazos con el norte).

EEUU, que en 2001 decidió que no podía ganar a Afganistán sin la ayuda de Pakistán, ha ignorado intencionadamente esa relación durante todos estos años. El ISI, innegablemente, ha recibido miles de millones de los 9.000 millones de dólares enviados a Pakistán desde el 11-S.

Cuando la administración Obama llegó al poder se adoptaron nuevas normas para evitar algunos de los peores abusos, como por ejemplo la desviación de ese dinero de cooperación para comprar armas pensadas para una eventual guerra contra India y no para combatir la insurgencia en el norte de Pakistán. Aún así, como parte de su compromiso para ganar en Afganistán, Obama también aprobó 7.500 millones de dólares más para ser distribuidos antes de 2014. Será difícil que se cumplan las demandas del Congreso sobre una contabilidad detallada de cómo será gastado ese dinero.

El ISI, al igual que algunos miembros del Ejército de Pakistán e importantes facciones de la sociedad paquistaní, percibe como una amenaza estratégica la consolidación de un Afganistán relativamente moderno y pro occidental. Para Pakistán, Afganistán aporta "profundidad estratégica" frente a la posibilidad de una guerra con India (un escondite montañoso en el que replegarse en el caso de que los militares indios ataquen alguna vez), como el "reducto bávaro" de Hitler en los días finales de la II Guerra Mundial.

De hecho, paquistaníes e indios luchan regularmente en Afganistán a través de sus agencias de inteligencia, que realizan operaciones y reparten dinero y armas para ganar aliados. India, que ha acusado al ISI de entrenar a los terroristas que atacaron Bombay en 2008, también cree que miembros de la inteligencia paquistaní ayudaron en dos ataques mortales a su embajada en Kabul en los últimos años.

Durante años se ha acusado al ISI de ayudar también a Al-Qaeda, y aunque no se haya demostrado nada, ciertamente Pakistán no hizo gestos para presionar a los talibanes para entregar a Osama bin Laden tras los atentados mortales en Kenia y Tanzania en 1998, ni cuando el USS Cole fue atacado en Yemen dos años después.

La administración Bush utilizó las técnicas habituales en Washington para tapar lo que había ocurrido. A finales de septiembre de 2001 EEUU informó a Pakistán que o bien cooperaba en la guerra contra Al Qaeda que estaba a punto de comenzar o se tendría que exponer a las consecuencias de que EEUU se aliase con India, que rápidamente había ofrecido su territorio como ayuda tras el 11-S.

La oferta india pareció en aquel momento una artimaña a los estrategas militares, ya que India es notoriamente reacia a hacer cualquier cosa que prolongue la influencia de las potencias occidentales en su patio trasero. En cualquier caso, llevar a cabo una guerra en Afganistán desde territorio indio probablemente no era factible.

Sin embargo el alcance de los compromisos que los políticos estadounidenses han tenido que hacer para ejecutar la guerra con la ayuda tácita de Pakistán ha ido en aumento.  Y la incapacidad de Pakistán para controlar su territorio y evitar que sea usado como un lugar seguro ha sido un gran desafío.

Ahora hay pocas dudas sobre el hecho de que la inteligencia paquistaní haya conspirado activamente para derrotar la campaña liderada por EEUU en Afganistán. El alcance de hasta donde ha llegado Washington para alimentar el mito del compromiso de Pakistán con un orden nuevo y estable en Afganistán, que parece más bien un autoengaño.

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