El plan solidario de Obama se desmorona

  • La iniciativa del presidente de EEUU para la salud global empezó con mucha fuerza en Kenia. Pero la crisis económica ha producido que la administración Obama dé marcha atrás en algunos de sus planes solidarios.
El plan solidario de Obama se desmorona.
El plan solidario de Obama se desmorona.
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Tristan McConnell, Siaya (Kenia) | GlobalPost

El único hospital en Siaya, en Kenia, está a escasa distancia de la única carretera asfaltada. Es un conjunto de edificios de una sola planta rodeados de árboles y césped cuidadosamente recortado. Los pacientes que esperan hablan entre ellos; los bebés lloran.

Justo detrás de este cuidado pero avejentado hospital se puede ver un elegante nuevo edificio al que se llega a través de un camino cubierto.

Abierto a principios de año, el edificio es un laboratorio de investigación clínica del Centro de Control y Prevención de las Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), una agencia gubernamental de EEUU que colabora con el Instituto de Investigación Médica de Kenia (el KEMRI) para encontrar vacunas, curas y tratamientos para enfermedades endémicas en África, como el sida/VIH, malaria, fiebres tifoideas, tuberculosis y el cólera.

El edificio y el trabajo que allí se realiza, en el hospital adyacente y en la comunidad que los rodea, es un ejemplo de la nueva forma de compromiso de EEUU con los problemas de salud en todo el mundo, un nuevo tipo de integración que se desarrolla en la Iniciativa de Salud Global (GHI por sus siglas en inglés) del presidente Barack Obama.

La GHI se presentó en mayo de 2009 sin mucha fanfarria pero una importante cifra: 63.000 millones de dólares a lo largo de seis años para ser invertidos en mejorar la salud y salvar las vidas de las personas más pobres y vulnerables del planeta. Ahora, con los recortes presupuestarios en Washington, los analistas predicen que esa cifra probablemente se acabará reduciendo a no más de 52.000 millones de dólares.

Pero en las clínicas urbanas y rurales de Kenia, en donde trabajan las agencias gubernamentales de EEUU, el CDC, USAID, el Peace Corps, Departamento de Defensa y el PEPFAR, la GHI no ha supuesto ningún cambio importante. "Mucho de lo que se incluye en la GHI no es nada nuevo en Kenia", asegura Katherine Perry, coordinadora de PEPFAR en Kenia y responsable de planificación de la GHI.

Eso es porque, a diferencia de otros países, Kenia ya lleva tiempo haciendo las cosas que pretende la GHI, como invertir grandes cantidades del dinero destinado al sida para afrontar temas de salud de un modo más amplio.

Precisamente como Kenia ha estado aplicando una estrategia de salud integral antes de que se plasmase oficialmente en la GHI, algunos expertos creen que el país africano puede ser utilizado como un modelo a seguir por el plan de Obama. Kenia ofrece un pequeño adelanto de lo que puede suponer la ambiciosa iniciativa de la administración estadounidense. Pero aún hay cuestiones en el aire. Entre ellas, si Kenia puede hallar la forma de seguir avanzando sobre la sólida base que ya tiene en marcha.

El laboratorio de computación del centro de investigación de Siaya, lleno de relucientes máquinas de alta tecnología, no encaja en su entorno rural, cerca del lago Victoria, en el rincón occidental de Kenia. En estos momentos, todos los esfuerzos se concentran en analizar una posible vacuna contra la malaria, la RTS,S de los laboratorios GlaxoSmithKline Biologicals (GSK).

El laboratorio analiza cultivos de sangre y fluido cerebroespinal. Sus técnicos están especializados en microscopía de malaria y microbiología. Los resultados de las pruebas de una vacuna se envían directamente a GKS a través de ordenadores conectados a internet en el piso superior.

Este tipo de ensayo clínico es el núcleo de las actividades del CDC, pero sus beneficios también se dejan notar notablemente en el resto de unidades y sus pacientes.

"Las instalaciones se ampliaron como consecuencia del ensayo clínico", explica el doctor Frank Odhiambo, que trabaja con KEMRI/CDC en Kenia occidental. "Las 32 camas en la unidad de pediatría tienen redes, y hay microscopía de malaria para todos los niños".

El nuevo equipo no se dedica exclusivamente a las personas objetos de estudio, sino que también se utiliza con cada niño enfermo que ingresa en el hospital. "Nosotros hoy en día no distinguimos entre una persona objeto de estudio o un paciente ordinario", añade Mary Owidhi, una trabajadorea del hospital.

En la cercana ciudad de Kisumu también hay un centro de investigación del CDC, pero fue construido hace más años. Si bien este centro, al igual que el de Siaya, está dentro del perímetro del hospital, se encuentra separado del resto de los edificios por una valla metálica. Está dentro del hospital, pero no forma parte realmente de él; es una metáfora del cambio de planteamiento de las agencias de EEUU que trabajan en Kenia.

"Aquí en Siaya el centro de investigación ofrece apoyo general al paciente. Tiene una sala para la circuncisión de hombres que gestiona el Ministerio de Salud. Las instalaciones son para todos los enfermos. En realidad es una extensión, un anexo del hospital que ya existía", explica Odhiambo.

Joyce Amianda, una profesora de preescolar de 36 años, vive cerca del hospital con su marido y sus dos hijas. Amianda es seropositiva. Gift, su bebé regordete de seis meses, es VIH negativo.

"He parido cuatro veces, pero sólo tengo dos hijos", dice. Sus primeros dos hijos, dos niñas, murieron antes de cumplir 18 meses. Amianda pensaba que era por la "chira", una especie de maldición. Creía que la chira también mató a la primera mujer de su marido.

"Por aquellas fechas yo no sabía que tenía el VIH, sólo que mis hijos se morían", recuerda.

Pero durante su tercer embarazo, en el nuevo anexo de Siaya le ofrecieron realizarse la prueba del VIH. Descubrió entonces que era seropositiva, y aunque al principio se quedó estupefacta, se sintió aliviada al saberlo. "Me cuidaron. Hay fármacos para la gente con VIH, y supe al fin por qué mis hijos se morían".

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