"En África hay madres a las que les han obligado comer a sus hijos"

    • El cuerpo de las mujeres se ha convertido en un arma más en todas las guerras de Africa, desvelan las heroínas de África que cuentan el horror por el mundo y ayudan a su gente. Su encuentro con lainformacion.com deja helado.
    • "Los rebeldes violan a las mujeres y las dejan tiradas en la selva, las torturan y cuando están hambrientas las alimentan con los cuerpos de sus hijos".
"En África hay madres a las que les han obligado comer a sus hijos"
"En África hay madres a las que les han obligado comer a sus hijos"

"En los conflictos armados es más peligroso ser mujer que soldado". Esta frase la pronunció un famoso comandante de las fuerzas de mantenimiento de las Naciones Unidas que había trabajado en la República Democrática del Congo. No le falta razón. La guerra siempre ha sido distinta para hombres y para mujeres. Sin embargo, las guerras del siglo XXI están mostrando la cara más despiadada con las mujeres y las niñas, tanto en Siria, como Yemen o República Democrática del Congo.

En todos estos países cada día más mujeres y niñas sufren violaciones, mutaciones, vejaciones...y, en muchos casos, son intencionadamente el blanco en estrategias de guerra. Nicole Ndongala lo sabe bien. Abandonó su país, la República Democrática del Congo en 1998 porque "los rebeldes usan a las mujeres como juguetes rotos, su cuerpo no tiene valor en tiempo de guerra", explica.

Lo hacen porque durante un conflicto bélico, los abusos a mujeres son una de las cuestiones más silenciadas de la historia y una de las mayores atrocidades que existen en la actualidad.

Entre 250.000 y 500.000 mujeres y niñas fueron violadas durante el genocidio de 1994en Ruanda, más de 60.000 en la guerra civil de Sierra Leona, entre 20.000 y 50.000 durante la guerra en Bosnia y Herzegovina y al menos 200.000 en la República Democrática del Congodesde 1996. Aunque son cifras estremecedoras, el número real de víctimas suele estar muy por encima de estos datos, pues la mayor parte de las víctimas nunca da parte a las autoridades.Caddy Adzuba: "Las violan y las dejan tiradas en la selva"

Caddy Adzuba lo ve todos los días. La premio Príncipe Asturias de la Concordia en 2014, periodista y activista de los derechos humanos en República Democrática del Congo denuncia que la violencia sexual contra las mujeres persiste,pese a que la guerra terminó en 2003.

Ahora, dice los abusos con una consecuencia del progreso tecnológico y denuncia que no tendría cabida si las multinacionales no financiaran el armamento a los rebeldes. "Es una guerra que se ha librado sobre el cuerpo de la mujer. Les cortan su aparato reproductivo con objetos cortantes e introducen huesos de aguacatecon cuchillas", relata. Algunas jóvenes a la edad de 36 años tienen 7 hijos y no conocen a ninguno de los padres de sus retoños. Es el caso de Mogoli, una joven congoleña abandonada en la selva tras ser violada repetidamente.

A través de sus relatos, la periodista muestra las atrocidades que ha visto en su país, el segundo más grande de África. Un país devastado por dos conflictos armados que en veinte años ha dejado una sociedad mutilada y destruida. "Los rebeldes no violan por placer, solo quieren destruir a las mujeres, es una forma de feminicidio", cuenta. Los dramas que existen detrás componen uno de los mayores genocidios de la historia moderna que también se ha plasmado en fotografías, como las que tomó la artista Ouka Leele."A Janet le dieron de comer a sus hijos"

Botellas de plástico derretidas o cuchillas son algunas los objetos usados para agredir sexualmente, una práctica que no distingue entre bebés ya que la matanza de menores es también algo muy extendido. La activista ha relatado otro de los dramas de las mujeres de El Congo.El de Janet, una mujer de 32 años y cuatro hijos que vivía con su marido en una aldea que atacaron los rebeldes. Mataron a su marido y la llevaron a ella y a sus hijos a la selva y, una vez allí, ataron a Janet a un árbol y la torturaron. "Le dieron carne para comer y no le dejaban ver a sus hijos, hasta que un día le confesaron que se los había comido. La mujer se volvió loca", cuenta Adzuba haciendo que el auditorio se estremezca.

En este momento, Caddy carga contra Occidente, el culpable de que doce años después de la guerra, las mujeres sigan muriendo. En el Congo, el coltán se ha convertido en un mineral de muerte, motivo de cruentos conflictos internos con el objetivo de controlar las minas y financiar con ellas la compra armas.

Precisamente, Hibaaq Osman, especialista en estrategia política mundial critica a los gobiernos occidentales porque "quienes firman las resoluciones de paz son los que venden las armas", dice con rotundidad.

De origen somalí, asegura que en los últimos años se ha recrudecido la violencia contra las mujeres en los conflictos armados. " Cuando yo era pequeña se respetaba a las mujeres", explica. Enumera varios casos de violencia en nuestros días: en Libia, a las mujeres valientes que acuden a votar las asesinan, enGaza, los cohetes israelíes los dirigen contra mujeres y niñas... Su mensaje es claro: "en los países democráticos, en los que los ciudadanos votan, pueden echar a los gobiernos que financian la guerra".

Entre la tragedia y el sufrimiento, que retratan al continente africano, existen historias para la esperanza y el futuro. Es la de Ouma Sall­Seck, alcadesa de la ciudad de maliense de Goundam quien pese al extremismos y el fundamentalismo que existe en Mali ha logrado que los ciudadanos elijan una mujer, aunque no si esfuerzo.

"Los hombres sin ley y sin religión -escondidos tras la sharia- golpean y violan mujeres, reclutan niños para pelear su guerra santa. Y la peor tragedia es que la gente empieza a acostumbrarse a eso".15 años de la resolución 1325 de la ONU

Oumou, Hibaaq, Nicole y Caddy son las voces que construyen la paz en África. Se han reunido en una mesa redonda, organizada por la Fundación Mujeres de África y el Instituto ElCano, con la colaboración de la Fundación Botín, celebrada en Madrid en el marco del XV aniversario de la histórica resolución 1325 de la ONU que reconoce el efecto desproporcionado que causa el conflicto armado en mujeres en niños.

En este sentido, María Teresa Fernández de la Vega, presidenta de la Fundación Mujeres por África recalcó que "en las zonas en conflicto, las batallas más importantes son las que no se libran con fusiles". Por su parte, Emilio Lamo de Espinosa, presidente del Real Instituto el Cano, mostró en su intervención una mirada algo más optimista de esta dura y preocupante realidad, subrayando un avance progresivo en igualdad. Pese que cada vez se tiene más en cuenta a las mujeres, todavía no es suficiente.

Mostrar comentarios