¿En qué se parecen y en qué se diferencian ETA y las FARC?

  • Ambas son formaciones terroristas pero ni su modo de actuación ni sus fuentes de financiación ni sus objetivos son exactamente los mismos.
ETA
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Cordon Press

La serpiente y la culebra son similares, pero no son lo mismo. En este caso la culebra es más grande, más letal, aún más sanguinaria. La serpiente es ETA, una banda terrorista con 51 años de historia y 829 asesinatos manchando de sangre sus manos. La culebra son las FARC, una guerrilla nacida en plena Guerra Fría cuyos miembros conforman, aún ahora, un auténtico ejército de miles de miembros. ETA sueña con una Euskal Herria independiente, y la FARC nacieron tras la fallida separación de la República de Marquetalia en 1961.

Entre ambas organizaciones hay guiños y colaboración en cuanto a formación de militantes, así como desarrollo de atentados conjuntos. Sin embargo, a pesar de las similitudes, son más las diferencias que les separan, especialmente en lo que a fortaleza se refiere.

Origen

ETA nació a finales de los '50, en plena dictadura franquista, y se definió como "independentista y marxista-leninista" en un contexto de férreo centralismo en el que no se permitía ningún tipo de manifestación regionalista. Las FARC comenzaron a gestarse tras el asesinato de un candidato electoral en 1948, tras el que se abrió una intensa época de violencia que culminó con un golpe de Estado en 1953; supusieron la manifestación armada del Partido Comunista colombiano, que se hizo fuerte en 'regiones liberadas' del centro y sur del país.

Ideología y objetivos

Ambas formaciones son marxistas-leninistas y ejercen la violencia para alcanzar sus fines, pero sus objetivos son diferentes. ETA es una formación soberanista que busca la creación de un estado independiente vasco tomando territorios soberanos españoles y franceses. Las FARC, por su parte, persiguen hacer de Colombia un estado socialista.

Situación actual

ETA , que recientemente proclamó un alto el fuego, ha sido progresivamente debilitada gracias a tres factores fundamentales: la ilegalización de su representación política, con la que conseguía una importante vía de financiación, la presión policial, especialmente a partir de la implicación de países como Francia y Portugal, y de la división interna por el paso del tiempo y el fracaso de las sucesivas treguas proclamadas, algo que ha hecho mella en el colectivo de presos, muy respetado en el ámbito etarra.

Las FARC han visto muy mermada su capacidad en los últimos años, ya que se estima que ha perdido a la mitad de sus miembros en apenas una década -especialmente tras la desmovilización de 2006-, estimándose ahora en unos ocho mil, muchos de los cuales son niños o jóvenes reclutados a la fuerza en las zonas selváticas del interior del país.

Ámbito de actuación

Las FARC sobreviven en inexpugnables campamentos en las zonas más inaccesibles de la selva colombiana, aunque llevan a cabo atentados o secuestros en núcleos urbanos, en cuyos suburbios tienen presencia. ETA, por el contrario, actúa estableciendo comandos en ciudades en las que planea atentados; la presión policial ha ido empujando durante los últimos años a que algunos de sus miembros más buscados huyeran a países como Francia, Portugal, Irlanda o Italia y, actualmente, a Latinoamérica.

Víctimas

Las FARC, que además del tráfico de drogas tienen en el secuestro una de sus vías de financiación, suelen retener a políticos y civiles colombianos con enorme frecuencia, algunos de los cuales han llegado a durar más de una década y que no siempre terminan con la liberación de sus rehenes. No existe una cifra oficial de bajas provocadas por las FARC, pero son miles las personas que han sido asesinadas a lo largo de su historia, sin distinguir su posición política u origen, ya que hasta las poblaciones indígenas han sufrido el hostigamiento de los guerrilleros.

ETA ha asesinado a 829 personas, fundamentalmente militares, miembros de las fuerzas de seguridad y representantes de las instituciones estatales, aunque en muchas ocasiones ha atentado indiscriminadamente contra civiles.

Principales golpes dados

Los medios de una organización y otra son incomparables: las FARC han llegado a secuestrar en un ataque a más de una treintena de militares (en 1996), han desviado aviones para llevar a cabo un secuestro (en 2002), han capturado a una candidata presidencial (Ingrid Betancourt), han llevado a cabo atentados tan sangrientos como el de El Nogal en 2003, en el que murieron 36 personas, o han derribado avionetas en pleno vuelo.

Las acciones más recordadas de ETA son el asesinato de 12 guardias civiles en la madrileña plaza de la República Dominicana en 1986, o sus atentados un año después en el Hipercor de Barcelona, en el que asesinaron a 21 personas, o en la casa-cuartel de Zaragoza, donde asesinaron a 11 civiles.

Principales golpes recibidos

En el caso de ambas organizaciones terroristas, los principales golpes los han sufrido en los últimos años. En poco tiempo han caído Raúl Reyes, número dos de las FARC abatido en marzo de 2008, Manuel Marulanda 'Tirofijo', líder histórico de la guerrilla que falleció por enfermedad en mayo de 2008, y Jorge Briceño 'Mono Jojoy', abatido este viernes.

En el caso de ETA, el primer gran golpe tuvo lugar en 1992, cuando se detuvo en la localidad francesa de Bidart a José Luis Álvarez Santacristina 'Txelis', José Javier Zabaleta Elósegi 'Baldo', Francisco Múgica Garmendia 'Paquito' y José Arregi Erostarbe 'Fitti', lo que dejó a la banda sin cúpula de un plumazo. En los últimos dos años han caído hasta ocho jefes de ETA: Francisco Javier López Peña 'Thierry', detenido en mayo de 2008, Mikel Garikoitz Aspiazu 'Txeroki', jefe militar detenido el 11 de noviembre de 2009, Aitzol Iriondo, su sucesor, detenido el 8 de diciembre de 2008, Jurdan Martitegi, su sucesor, detenido en marzo de 2009, Aitor Elizarán, jefe político, detenido en octubre de 2009 e Ibon Gogeaskoetxea, jefe militar, detenido en febrero de 2010, Mikel Karrera Sarobe, su sustituto, y Arkaitz Agirregabiria, el que iba a ser el siguiente jefe militar.

Sus líderes

Guillermo León Sáenz Vargas, alias 'Alfonso Cano', es el comandante en jefe de las FARC y objetivo actual del Ejército colombiano. En el cargo desde la muerte de 'Tirofijo', se le considera el heredero del ideólogo de la guerrilla, Jacobo Arenas, fallecido en 1990. Él es la cabeza visible de una compleja organización que se articula a través de un 'Estado Mayor Central' formado por 25 miembros que nombran al secretariado, formado por siete miembros -entre ellos 'Alfonso Cano'- para organizar la guerrilla cuando el Estado Mayor Central no está reunido.

En el caso de ETA, tras haber sido descabezada tantas veces en tan poco tiempo, las fuerzas de seguridad no se han aventurado a señalar quién es el actual jefe de la banda. Lo que sí se sabe es que quien manda en ETA es siempre el jefe del aparato militar, uno de los diferentes bloques que articulan su cúpula: el aparato logístico, el aparato político o, en última instancia, el comité ejecutivo formado por cuatro miembros.

Posición social

La problemática de las FARC trasciende el de la lucha de un Estado contra un grupo terrorista: dada la envergadura y grado de infiltración de los miembros de las FARC en prácticamente todas las zonas del país y en muchas instancias oficiales de su administración, el conflicto tiene más de guerra civil soterrada que de enfrentamiento. El volumen de miembros y su influencia en las zonas selváticas hacen que las FARC seran respetadas y temidas, pero sus ejecuciones de disidentes y la violencia de sus acciones hacen que exista un amplio rechazo social, especialmente en los núcleos urbanos.

En el caso de ETA hay aproximadamente un 10-15% de la población vasca que ha apoyado a los partidos de izquierda abertzale mientras han sido legales, hay una cuarentena de Ayuntamientos manejados por afines a ETA y hasta la salida de los nacionalistas de la lehendakaritza era común ver carteles de apoyo a los presos etarras en pueblos y ciudades, manifestaciones y homenajes. La estrategia de aislamiento social está consiguiendo reducir notoriamente la sensación de apoyo de la ciudadanía a los terroristas.

Percepción internacional

Unos 30 países consideran a las FARC una organización terrorista, incluyéndose en este cómputo a los miembros de la Unión Europea. En Latinoamérica, sin embargo, la situación es distinta: países como Venezuela, Ecuador o Brasil no les consideran como tales e incluso, en casos como el venezolano, se permite la circulación y establecimiento de miembros de las FARC más allá de la frontera, según han denunciado desde Colombia.

En el caso de ETA, la percepción internacional de la banda como una organización terrorista catalizó la lucha policial contra ella. Actualmente, gran parte de los golpes a ETA se llevan a cabo en suelo francés, donde muchos terroristas se han refugiado por el aumento de la presión policial española.

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