Lo gestiona Exolum, antigua CLH

España se blinda para sortear una crisis de combustibles similar al Reino Unido

Londres optó por un sistema basado en el transporte por carretera en lugar de la conducción principal a través de minioleoductos directamente a los surtidores, como es el caso de gran parte de la red española.

Gasolinera Reino Unido
España se blinda para sortear una crisis de combustibles similar al Reino Unido.
EFE

Reino Unido está a punto de quedarse sin gasolina… y no es una metáfora. La situación en las estaciones de servicio británicas roza la histeria ante la ofensiva de miles de conductores que deben esperar varias horas para hacer una tarea tan rutinaria y corta como llenar el depósito de sus automóviles. Lejos de encontrar una razón técnica que ponga realmente en riesgo el suministro, la escasez de conductores de camiones ha causado un auténtico caos en la Inglaterra ‘postbrexit’, un mal que se extiende no sólo a la red de gasolineras, sino también a gran parte de las industrias, y que se ha hecho especialmente patente en los últimos tres meses. La crisis alcanza tanto a supermercados, gasolineras, pequeñas y medianas empresas, así como a las grandes fábricas de automóviles del país.

Como si de un dominó se tratara, la sola insinuación de que podría haber problemas para repostar ha llevado a que la demanda de combustible por parte de los usuarios se multiplique por diez en tan sólo dos días. Este hecho ha llevado a empresas como Shell, ExxonMobil o Greenergy a difundir un comunicado en el que aseguran que las presiones sobre el suministro de combustible se debían a “picos temporales en la demanda de los clientes, no a una escasez nacional de combustible”. Es decir, trasladaban la culpa de todos los males a los consumidores y, por extensión, a los medios de comunicación por multiplicar los daños causados por el pánico ante la posibilidad de verse privados de gasolina.

En cualquier caso, el hambre llama a más hambre, y lejos de suponer un alivio para las gasolineras británicas, las colas de coches esperando para abrir el tapón del depósito no se despejan ofreciendo imágenes en las que los conductores se inflaman y pierden la paciencia ante sus compañeros de fila.

La razón por la que Reino Unido nos está ofreciendo este espectáculo no es otra que la distribución de su red de abastecimiento de combustible. Londres hace mucho tiempo que optó por un sistema de suministro basado en el transporte por carretera, en lugar de la conducción principal a través de minioleoductos directamente a los surtidores, algo que sí ocurre en otros muchos países, como es el caso de gran parte de la red española.

El suministro de combustible en nuestro país se basa en las capacidades de Exolum, la antigua CLH, que ofrece un “servicio integrado de recepción, transporte por oleoducto y almacenamiento de combustibles líquidos, entre los que se incluyen carburantes de automoción, de aviación, marítimos y mezclas con biocarburantes”. Es precisamente la flexibilidad de la red la que “facilita la incorporación de biocombustibles para su suministro al mercado”. Este es el principio básico que Exolum ofrece a sus clientes, entre ellos todas las empresas comercializadoras con red de gasolineras propias, como Repsol, Shell o Cepsa.

El modelo español es “similar al funcionamiento de un banco”, donde el dinero siempre está disponible y en el que los clientes (las gasolineras) pueden disponer de sus productos en múltiples puntos de la misma red de Exolum, inmediatamente después de su entrega.

Se da la paradoja de que Exolum también presta servicios logísticos de almacenamiento y transporte a diferentes instalaciones militares y a algunos de los principales aeropuertos de Reino Unido, como Heathrow, Gatwick, Stansted y Manchester, todos ellos conectados a través de una red de oleoductos. A otros 10 aeropuertos regionales se les suministra combustible a través de camiones cisternas.

El modelo español

El transporte rodado ha cambiado considerablemente desde que en la década de los 80 y 90 estos mismos camiones de CLH recorrieran de punta a punta la red de carreteras españolas. Hoy en día, apenas se ven cisternas por autopistas o autovías gracias a un cambio de calado en el sistema de suministro español. El resultado es un producto mucho más eficiente que el británico y que no sólo reduce gastos en el transporte de carretera, sino que lo hace mucho más estable y seguro gracias a la reducción de riesgos en materia de horarios, huelgas o cualquier otro aspecto que pudiera afectar al suministro de combustible.

Sin embargo, la seguridad total en el siglo XXI es poco menos que una quimera. Existen otras amenazas que pueden afectar directamente a los surtidores españoles. Los robos en oleoductos, siendo relativamente escasos, ponen en riesgo la seguridad al reducir considerablemente la presión en las tuberías que transportan el líquido. Hace apenas un año, ocho personas fueron condenadas en Sevilla por el robo de gasóleo en un oleoducto. Los autores perforaron las tuberías, reduciendo la presión a la que circula el diésel por las mismas. Esta “deficiencia”, como califico la Audiencia Provincial de Sevilla las acciones de los delincuentes, provocó una fuga de 20.000 litros de combustible y el vertido del mismo en un arroyo cercano, con la posibilidad de contaminación de los acuíferos.

Junto a los atentados físicos contra la red de oleoductos, la digitalización de las redes, algo que afecta tanto a las telecomunicaciones como a los transportes en general, están en el punto de mira de las amenazas y debilidades del sistema. Los episodios vividos en mayo del presente año en Estados Unidos pusieron en jaque los 9.000 kilómetros del oleoducto más importante del país, que transporta el 45% de los suministros de combustibles de la costa Este. La red DarkSide “secuestró” los datos de la empresa Colonial Pipeline, bloqueando el acceso a la red de oleoductos americana y causando miles de retrasos y anulaciones de vuelos en los Estados Unidos. Las consecuencias del ataque dejaron también las mismas escenas de colas en las estaciones de servicio que estos días podemos observar en las carreteras de Londres, Birmingham o Liverpool.

La red española cuenta con un “plan B” en caso de ataques digitales. La orografía del país permite tener puntos de almacenamiento repartidos por todo el territorio, algo que reduce considerablemente la distancia a recorrer en caso de que fuera necesario transportar el combustible por carretera directamente a los puntos de distribución. La ‘última milla’, expresión con la que se conoce al trayecto final entre el último punto de abastecimiento y el de reparto, apenas dista 50 ó 60 kilómetros de estos puestos de emergencia. El suministro manual se garantiza así de manera eficiente. Con todo, un ataque cibernético contra la red de transporte de combustible, al igual que ocurriría con el sistema eléctrico, pondría en jaque la garantía de suministro española.

El CNI trabaja codo con codo con las empresas para poder reducir la incertidumbre en estos casos. Por su parte, el Gobierno también ha planeado en varias ocasiones la celebración de ejercicios de simulación para comprobar como funcionaría la red en caso de verse privada de las ventajas de las redes digitales.

Reino Unido no es el único país que basa gran parte de su red de suministro de combustible en el transporte de carretera. De hecho, sus antiguos socios comunitarios, como Francia, Italia, o Bélgica, también utilizan los camiones cisterna como medio principal de abastecimiento. Ahora bien, el hecho de no ser el único país con escasez de conductores de camiones no le libra de ser el único que no es capaz de abastecer sus estaciones de servicio.

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