España convidada de piedra

Marruecos pone el foco en EEUU para suplir la falta del gas 'vecino' de Argelia

Las circunstancias geopolíticas le obligan a reducir la dependencia económica y energética del país argelino, en busca de opciones que garanticen el suministro a nivel industrial, pero también doméstico. 

Mohamed VI de Marruecos
Marruecos pone el foco en EEUU para suplir la falta del gas 'vecino' de Argelia. 
EFE

Marruecos apuesta todo al GNL. Estas siglas son las correspondientes a Gas Natural Licuado. Una fuente de energía que se va a convertir en esencial para la economía y la sociedad marroquí durante las próximas décadas y que tuvo su punto de arranque en mitad de verano, cuando los tambores que anunciaban el corte de suministro de gas por parte de Argelia ya amenazaban con hacerse realidad. Rabat presentó por esas fechas un plan que establecía una hoja de ruta clara para apostar por el GNL en los próximos nueve años y que conllevaría una inversión directa de casi 4.000 millones de euros.

Las razones por las que Marruecos tendría pensado invertir esta cantidad giran en torno a la geopolítica y la economía. Desde hace más de una década, Rabat ha sido consciente de la necesidad de reducir su dependencia del gas argelino, dada la enemistad manifiesta que existe entre ambos países desde 1974. Marruecos apenas tiene en la actualidad un consumo de gas de 1.000 millones de metros cúbicos (1Bcm), que se obtenía casi en su totalidad gracias al suministro que proporcionaba el Gasoducto del Magreb (GME). El tenso momento que vive con Argelia aconseja disminuir al máximo la dependencia energética y económica con respecto a su vecino y reforzar vías alternativas de suministro energético, tanto para alimentar la industria del país como para el consumo doméstico.

Sin embargo, el sueño de independencia energética marroquí ha sufrido un importante parón tras la materialización de la amenaza argelina de cerrar el grifo a través del gasoducto del Magreb. El gas que salía desde los yacimientos de Hassi R’Mel y atravesaba 540 kilómetros de territorio marroquí hasta el Estrecho de Gibraltar no está llegando a su destino. En su recorrido dejaba aproximadamente el 10% de su caudal para cubrir las necesidades del país, una cifra que proporcionaba entre el 10% y el 17% del total del consumo eléctrico del reino. Gracias a él, las centrales de ciclo combinado de Tahaddart, operada en parte por Endesa, y Ain Beni Mathar recibían la energía necesaria para producir electricidad. Desde el punto de vista energético la cuestión no es menor. Tan sólo Tahaddart cubre aproximadamente el 10% de la demanda eléctrica de todo el país, por lo que, guste o no, el gas es un activo estratégico de primer orden para Rabat.

Ofensiva marroquí para ‘independizarse’ de Argelia

Ante la falta del gaseoso elemento, el gobierno marroquí ha desplegado su mejor diplomacia e inteligencia económica para cubrir la falta de gas argelino. Todos los indicios apuntan a que lo hará con GNL americano, si bien las obras y contratos necesarios para ejecutar el plan todavía tardarán varios años en materializarse. Para el Ministerio de Energía y Minas marroquí, la hoja de ruta presentada sentará las bases para el desarrollo industrial (Gas to Power) y, a continuación, cubrirá las necesidades domésticas, así como el desarrollo del GNL para la generación de electricidad en un futuro. El primer paso a dar en el camino consiste en establecer un marco regulatorio para el sector del gas. El proyecto de ley 94.17, presentado en verano, supone el primer hito en el camino. Su objetivo no es otro que “gestionar la red de transporte de gas natural marroquí, reglamentar las actividades de importación libre de gas natural y suministrar su almacenamiento y su distribución”.

Una vez completada esta etapa, los esfuerzos del reino alauita se centrarán en reforzar las distintas formas de suministro, tanto de gas natural como de GNL. Las opciones pasan por la construcción de nuevos gasoductos que conecten Marruecos con los ricos yacimientos de Nigeria, unidades flotantes de almacenamiento y regasificación, tan importantes como el propio transporte, dos centrales de ciclo combinado con una capacidad de 2.400 MW, y la reversibilidad del Gasoducto del Magreb, un punto en el que la ayuda de España sería esencial para llevar a cabo el proyecto. Toda la estrategia pasa por cubrir los más de 5.000 millones de metros cúbicos (5 Bcm) de demanda de gas natural que Marruecos debería alcanzar para 2025 y, en paralelo, aumentar la producción con fuentes renovables autóctonas para reducir la importación de energía, que alcanza el 90%. La combinación ganadora es clara: gas y energías renovables para descarbonizar su economía.

Marruecos se acerca a Estados Unidos

Estados Unidos ha venido incrementando sus exportaciones de GNL a Marruecos desde 2017, siendo 2019 el año en el que batió un récord histórico con 12.926 miles de barriles. Si bien se trata de una cifra muy pequeña en términos absolutos, lo cierto es que las relaciones entre ambos países se han venido estrechando, tanto en el aspecto económico como en el diplomático. Ya en 2018, la agencia de comercio y cooperación de Estados Unidos financió un estudio de viabilidad para evaluar la infraestructura necesaria para la importación de GNL y la utilización de gas natural en Marruecos. El ánimo del proyecto no era otro que fomentar la participación de empresas americanas en el negocio marroquí. A este respecto, Thomas R. Hardy, director de Asuntos Públicos de la agencia americana, manifestó que “este proyecto ayudará a satisfacer la creciente demanda de gas natural en Marruecos, al tiempo que creará nuevas oportunidades comerciales para las empresas estadounidenses”.

Pese a que Marruecos afirma que los efectos del corte de suministro argelino son “insignificantes” para su economía, las únicas medidas a medio y largo plazo para cubrir este hueco pasan por la construcción de terminales de GNL donde poder procesar el gas que llegue desde el otro lado del Atlántico. Estados Unidos fue en 2020 el tercer mayor exportador mundial de GNL tras Australia y Catar y tiene en el mercado atlántico gran parte de su dominio. De hecho, EEUU se ha convertido en uno de los pilares del suministro de GNL a España. La fachada atlántica permite a los buques que transportan el gas descargar en estado líquido el elemento y pasarlo al gaseoso en las terminales de regasificación.

Continuando el acercamiento entre los dos países, en junio de este año, Marruecos concedió un permiso a la norteamericana ConocoPhillips para realizar trabajos de exploración en la zona del Meso-Rif, un territorio en el que convergen la plataforma terrestre africana de las montañas del Rif y la del mar de Alborán. El objetivo de estos trabajos es la posible explotación de los recursos de esquisto bituminoso, de los que es el quinto país del mundo con mayores reservas.

Marruecos, actor de primer orden en la transición energética

Todas estas señales hacen que Marruecos pueda llegar a convertirse en uno de los auténticos protagonistas de la transición energética. Sus condiciones para el desarrollo de la industria solar, tanto por espacio como por capacidad de producción, le llevan a situarse como un país que en el medio y largo plazo llegará a exportar energía a otros continentes. Sin ir más lejos, hace apenas unas semanas, la startup Xlinks anunció su proyecto de construir un cable submarino de 3.800 kilómetros de longitud para suministrar energía de origen solar y eólica producida en Marruecos al Reino Unido. El primer cable estaría terminado en 2027 y los otros dos en 2030. Además, el desarrollo del hidrógeno renovable es otra de las bazas en las que Marruecos está muy bien situado para dejar de ser un país importador de energía y convertirse en exportador a gran escala.

El interés norteamericano es patente. Los continuos guiños de la administración Trump y la actual del presidente Biden a su aliado estratégico van desde el reconocimiento de la soberanía marroquí en el Sahara Occidental a la firma de multimillonarios acuerdos de colaboración en materia económica y militar. La energía supone otro de los aspectos en los que Marruecos y Estados Unidos sacarían provecho mutuo de una situación en la que, el primero espera poner la casa y las infraestructuras, mientras que el segundo obtendría nuevos y golosos contratos a corto plazo, amén de poner otro pie en un territorio llamado a jugar un papel esencial no ya en el futuro del norte de África, sino en el conjunto del continente.

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