Cuando nació, Tammy Lewis llegó al mundo con tres meses y medio de anticipación y pesaba 567 gramos. Su familia se enfrentó a la dura realidad de que la tasa de supervivencia de tales recién nacidos era tan solo de entre el 5 y el 10%. Pero Lewis venció y ahora, 34 años después, trabaja en la misma unidad pediátrica en la que salvaron su vida.
"Era el bebé más pequeño que sobrevivió en el estado de Texas en ese momento", dijo Lewis. "Nací a las 24 semanas. La gestación normal es de 40 semanas", declara a CNN la protagonista. Lewis pasó los primeros tres meses y medio de su vida en la Unidad de Cuidado Neonatal Intensivo (NICU en inglés) del Scott and White Hospital, ahora llamado McLane Children's Medical Center Baylor Scott & White. Era una micro-bebé y tenía tubos conectados para ayudar a sus pequeños pulmones a respirar.
Años más tarde, ella trabaja junto a algunos de los mismos médicos y enfermeras que la trataron cuando era un bebé. "Quería poder ayudar a los pacientes y las familias en la misma situación en la que un día me encontré", dijo Lewis. Al decidir qué carrera quería seguir después de la escuela secundaria, estaba entre la enseñanza y la medicina, y ganó la última.
En 2009, Lewis comenzó a trabajar como terapeuta respiratoria en este NICU de nivel cuatro, que es el nivel más alto de atención. En su trabajo diario, conecta ventiladores y tubos de respiración, como los que la ayudaron a respirar cuando era un bebé.
Tiene dos hijos, de 6 y 3 años, pero ninguno fue un bebé prematuro. "Mi hijo mayor amenazó con ser un bebé prematuro a las 37 semanas". A medida que trata a los pacientes, trae esperanza a las familias mientras comparte su historia de supervivencia con ellos.
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