Desastre ecológico y económico

Los fuegos y la pandemia dejan el año más amargo para las bodegas de Napa 

El humo provocado por los incendios forestales de septiembre amenaza la producción de los vinos más célebres de California y responsables de casi un tercio de toda la producción anual en Estados Unidos.

Los fuegos y la pandemia dejan un año maligno para las bodegas de Napa Valley.
Los fuegos y la pandemia dejan un año maligno para las bodegas de Napa Valley.
DPA vía Europa Press

El fuego se movió rápido por el norte de Napa Valley cuando se declaró a final de septiembre. Llevó tres semanas controlarlo. El destructivo 'Glass Fire' arroyó a su paso con más de 1.500 propiedades en la región de los Estados Unidos más celebrada por sus vinos. Cerca de una treintena de bodegas sufrieron daños estructurales, cinco veces más que en los incendios forestales de hace tres años. El problema, dicen los productores mirando al futuro, no es el fuego sino el humo.

El distrito de Spring Mountain, casa de las marcas familiares con más renombre entre los caldos californianos, fue el más castigado. Esta vez no tuvo tanta suerte como con el 'Tubbs Fire' en 2017. Newton Vineyard quedó reducido a cenizas. El riesgo de incendios es cada vez mayor, como admiten los dueños de Barnett Family Vineyards. Era más una cuestión de cuándo iba a llegarles el desastre. Siete de los diez mayores incendios en la región tuvieron lugar desde 2015. 

La presión es enorme para los productores californianos ante esta sucesión de eventos catastróficos para el negocio. Los daños provocados por los incendios de 2017 ya deprimieron la producción. Pero si hasta ahora la tragedia afectó a un pequeño grupo de viñedos y bodegas, el 'Glass Fire' representa una amenaza existencial para toda la industria ya que todos los aspectos de la producción se vieron afectados. Y no solo por el equipamiento que quedó destrozado al paso de las llamas. Los fuegos están comprometiendo todo el entorno natural. Los barriles quedaron incinerados y los continuos cortes de luz impidieron mantener una temperatura estable de las bodegas que se salvaron. 

Aunque en este momento el mayor problema es el fruto. Cada viñedo dañado necesita entre tres y cinco años para ser productivo. Perder, por tanto, una cosecha tiene consecuencias desastrosas a largo plazo para el negocio incluso si el equipamiento escapa de las llamas. El humo de los incendios, señalan los productores, es casi tan devastador como el fuego y daña la fruta en viñedos alejados de los incendios. El número de bodegas que ya decidieron por este motivo reducir la producción al mínimo o incluso abandonarla por completo no tiene precedentes en California. Es la indicación que está dando Spoto, Garden Creek, Trombetta, Somerston, Reeve o Lamborn.

En este momento es difícil cuantificar cuántos agricultores y bodegueros dan por perdida la temporada, porque siguen evaluando el impacto del humo y la ceniza. El reto añadido es que a veces es difícil de detectar el daño en la uva antes de recogerla y tampoco existen tratamientos efectivos que permiten eliminar el contaminante de la piel. A esto se suma que los seguros elevan las primas por los incendios

Napa Valley es la región con más renombre de EE UU. Y pese a ser de las más pequeñas, es una de las más diversas del mundo con 34 variedades de viñedo. Una quinta parte se destina a blancos y el resto a tintos. Se estima que la industria del vino local genera 9.400 millones de dólares anuales, sobre un total de 34.000 millones en todo EE UU. La generación de empleo en el condado ronda los 44.000 ocupados. Casi la totalidad del casi medio millar de bodegas son de propiedad familiar, que comercializan más de 1.000 marcas. 

Si a los incendios se le suma la distorsión creada por la pandemia y los cuellos de botella en el mercado por el exceso de oferta, este año será recordado como el más frustrante. Y duele especialmente porque se esperaba que hubiera sido una de las producciones más finas por la calidad de la uva. "La devastación causada a las comunidades locales rompe el corazón", comenta Robert Hanson, presidente del negocio de vinos de Constellation Brands. El ejecutivo de la multinacional está convencido de que emergerán más fuertes. Entre las marcas que tiene en propiedad están Robert Mondavi, Mount Veeder y The Prisoner Wine. Ninguna de sus bodegas o viñedos están afectados directamente.

La industria se está movilizando para tratar de ayudar a los productores más afectados en los condados de Napa y Sonoma con iniciativas. Como decía el productor Phillipe Melka en Wine Spectator, "la recolecta es un momento de felicidad". Pero no lo queda otra que ser realista. "Va a ser uno de los años más tristes. Tenemos muy, muy pocas esperanzas". Con suerte, el 20% de la uva podrá ser embotellada. 

Napa Valley es, además, un importante destino turístico. En el ejercicio 2018 se registraron 3,85 millones de visitantes que gastaron 2.230 millones de dólares en la región. La mayoría se producen en verano y otoño, justo en el periodo que coincide con los últimos incendios. El 'Glass Fire' causó daños importantes en Sterling Vineyard y Tuscan Castello di Amorosa, de las más populares. Hay productores que ante esta situación y viendo cómo está el mercado creen prudente dejar pasar este año "maligno". "Si 2020 está siendo complicado", comenta resignado el dueño de Encanto Vineyars, "el próximo será aún más duro". Los más veteranos solo recuerdan una devastación parecida en los años 1990, cuando una plaga de filoxera diezmó la vid. Los efectos se sintieron durante toda la década.

Mostrar comentarios