Guerra de negocios entre Irán y EEUU en África

  • El ejecutivo de Mahmud Ahmadineyad busca apoyo de dictadores, demócratas y diplomáticos africanos. Los analistas creen que busca mercados poco competitivos y puertos no controlados, pero las aduanas africanas ya han cazado más de un cargamento con armas de contrabando procedentes de la capital iraní.
El ejecutivo de Mahmoud Ahmadineyad busca apoyo de dictadores, demócratas y diplomáticos africanos.
El ejecutivo de Mahmoud Ahmadineyad busca apoyo de dictadores, demócratas y diplomáticos africanos.
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Drew Hinshaw, Banjul (Gambia) | GlobalPost

El hombre fuerte de Gambia, el presidente  Yahya Abdul Azziz Jemus Junkung Jammeh, es visto internacionalmente como una especie de híbrido entre un peligro andante para los derechos humanos (una vez juró que cortaría la cabeza de todos los homosexuales de su país) y una tomadura de pelo: comercializa una "cura presidencial para el sida" hecha a partir de hojas de plátano, y hace ostentación de una retahíla de dudosas distinciones, incluido el galardón de Almirante de la Marina del Gran Estado de Nebraska (una región estadounidense que casualmente no tiene salida al mar). 

Pero para la República Islámica de Irán, una administración aislada geopolíticamente que necesita amigos allá donde los encuentre, Yahya Jammeh significa inversiones por valor de 2.000 millones de dólares en ayuda diplomática desde el ascenso al poder en 2005 del presidente Mahmud Ahmadineyad.

En retrospectiva, nunca fue una inversión segura.

Mientras la ONU trata de imponer una cuarta ronda de sanciones contra el gobierno de Teherán, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ahmadineyad ha estado buscando el apoyo de dictadores, demócratas y diplomáticos africanos en una ofensiva total de seducción que estaba marchando bien... hasta que un extraño cargamento pasó por las aguas de Lagos, en Nigeria.

Los analistas dicen que Irán busca en África mercados poco competitivos para sus productos industriales y puertos no controlados para sus rutas de transporte marítimo. Asimismo, Irán espera generar entre los líderes africanos una solidaridad sur-sur si se produce una nueva votación sobre su programa nuclear en la Asamblea General de las Naciones Unidas. 

El cortejo por los votos africanos en la ONU y sus mercados poco competitivos iba camino de ser un romance en toda regla, hasta que la policía nigeriana descubrió que Irán estaba pasando armas de contrabando a través de los puertos del continente negro.

Los iraníes pudieron trabajar en África sin problemas durante un tiempo, hasta que un cargamento de 13 contenedores con armas terminó en la aduana de Nigeria. La interceptación ha desencadenado reacciones de condena en África a las maniobras de Ahmadineyad.

"El jefe de estado [el presidente de Senegal Abdoulaye Wade] manifiesta su apoyo a Irán en su lucha contra la proliferación de armas nucleares", decía un documento del gobierno senegalés en noviembre de 2009, tras regresar Wade de su cuarta visita a Teherán.

El apoyo del presidente de Senegal al programa nuclear de Irán (que se hacía eco del argumento de Ahmadineyad de que EEUU es el principal promotor de tecnología nuclear en el mundo) se sumaba al expresado anteriormente por los presidentes de Eritrea, Isaías Afewerki, y de Zimbabue, Robert Mugabe, quien definió de "causa justa" la ambición nuclear iraní.

El apoyo de Wade a la causa iraní se produjo tan sólo unas semanas después de que EEUU concediese a Senegal un paquete de ayuda por valor de 540 millones de dólares.

Pero mientras la administración del presidente Barack Obama concede ayuda al desarrollo siguiendo unas normas estrictas, Ahmadineyad ha estado financiando fábricas de coches y refinerías de petróleo a lo largo del continente. También se ha aprovechado de sus puertos, financiado universidades chiíes y organizado varias cumbres para agasajar a altos dignatarios africanos en Teherán.

"Irán está copiando lo que la Unión Soviética hizo en África, lo que quiere decir que está intentando crear su propio bloque político y económico contra Occidente", explica el analista con base en Teherán Meir Javendanfar. "Quiere ser un actor principal, y África es una parte importante de su plan".

Pero esas son tan solo las partes del plan que publicita.

En la pasada Noche de Difuntos, cuando los agentes de aduanas de Nigeria abrieron uno de los contenedores que pasaban por el puerto de Lagos se encontraron con un auténtico cargamento de lanzamisiles, granadas, morteros, explosivos pesados y pistolas, miles de pistolas. Su destino era una plantación de Gambia propiedad del presidente Jammeh.

Tres semanas después el líder gambiano cortó sus relaciones con Irán, cancelando los proyectos de la república islámica en su país y cerrando su embajada. Jammeh dio a los diplomáticos iraníes 48 horas para salir de Gambia.

Los analistas interpretan estas decisiones como un gesto del presidente de Gambia para salvar su imagen y desviar preguntas sobre qué hace un jefe de estado pidiendo que le envíen a casa 13 contenedores de armas. También le interesa reposicionar a Gambia para poder recibir más ayuda de EEUU, anticipándose a la posibilidad de que los halcones anti Irán del Partido Republicano comiencen a hacerse con el control de algunos comités del Congreso estadounidense.

Tres semanas más tarde, el 12 de diciembre, el ministro iraní de Asuntos Exteriores, Manouchehr Mottaki, tuvo que emplearse a fondo para intentar controlar los daños causados y explicar a las irritadas autoridades de Senegal, vecino de Gambia, qué hace el gobierno de Irán transportando un arsenal a través de sus aguas.

No lo consiguió.

"La república de Senegal, consciente de la necesidad de paz y seguridad para guiar las relaciones entre naciones-estados, y estimando que las explicaciones del gobierno de Irán por este asunto no han sido suficientes, ha decidido retirar a su embajador en Teherán hoy mismo", anunció el ministro de Asuntos Exteriores senegalés al día siguiente.

Antes incluso de que hubiese abandonado su hotel en Senegal, Mottaki fue cesado y sustituido por el ministro de Energía de Irán.

"Esta es una prueba importante para ver la influencia de EEUU en África", asegura el investigador Alex Vines, del Royal Institute for International Affairs, un grupo de análisis global con sede en Londres.

Durante siglos el continente africano ha sido una esfera geopolítica aislada, reservada para aventureros europeos y después para espías de la guerra fría. Pero desde 2000, las 53 naciones de África están registrando mayor atención, con un aumento del comercio y de la llegada de ayuda al desarrollo por parte de socios no tradicionales como Brasil, India, Canadá, Turquía y sobre todo China, cuyas transacciones con el continente se han multiplicado por 10 desde el inicio del milenio.

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