Los habitantes de un pueblo recaudan un millón para evitar la desaparición del bar

24 horas en un día, 24 cervezas en una caja. ¿Coincidencia? Para los habitantes de South Stoke, localidad inglesa con un censo de 450 personas, la respuesta está clara: no podemos seguir viviendo en este lugar si no tenemos bar. Hasta el año 2012, ese punto de encuentro entre vecinos, comida y bebida, era la taberna The PackHorse, pero tuvo que cerrar ahogada por los malos resultados económicos.

Los ciudadanos de South Stoke podrían pensar en aquel momento que lo peor ya había llegado, que la reapertura del local sería cuestión de encontrar un nuevo propietario, pero este nunca llegó: el establecimiento fue destinado para ser reconvertido en viviendas.

Por Daniel Camiroaga

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“Nuestra comunidad sufrió. The PackHorse era el único establecimiento al que todo el mundo iba, donde podías encontrarte a tus vecinos habitualmente”, explica el natural de la localidad Jenny John en declaraciones recogidas por ‘The Guardian’.

Ni era el mejor de los pubs ni el de mayor calidad pero no le hacía falta. Su sencillez, su atmósfera amable sus patatas y sus croquetas cautivaron a un pueblo que lo eligió como punto de reunión... y para recuperarlo había que unir fuerzas.

El coste de hacerse con él era elevado: un millón de libras. En un principio era difícil confiar en que se podría lograr tal hazaña, hasta que el paso del tiempo puso de manifiesto lo contrario: con dinero de su propio bolsillo, con eventos organizados en el pueblo y en las propias inmediaciones de The Packhorse y, sobre todo, con mucha difusión en las redes sociales, la anhelada cifra fue alcanzada.

El proyecto en el que abogados, jardineros y artesanos (entre otros) no solo invirtieron sus fondos sino también los conocimientos aplicados a sus trabajos, tuvo una recompensa a mayores: en las tareas de recuperación se halló una chimenea del siglo XVII. 

Y es que The Packhorse abrió sus puertas en 1618 y a partir de ahora estará regentado por Brian Perkins y su mujer Edith. Brian nació en 1930 en el piso de arriba de la taberna, ya que sus abuelos eran los dueños por aquel entonces.

“Fue terrible cuando el pub cerró. El proyecto nos ha traído muchos recuerdos”, afirma Brian. Ahora reabre sus puertas sin prometer un servicio de alta gama pero sí sacar una sonrisa a los clientes.