Ante la imposibilidad de clases presenciales

Hoteles 'burbuja' como en la NBA para los estudiantes universitarios en EEUU

Dos antiguos alumnos de la prestigiosa Universidad de Princeton proponen un concepto en el que los estudiantes puedan seguir desde un recinto controlado las clases online de sus centros tradicionales.

Imagen de la ceremonia de inauguración del curso en la Universidad de Harvard, en mayo de 2019, la última celebrada.
Imagen de la ceremonia de inauguración del curso en la Universidad de Harvard, en mayo de 2019, la última celebrada.
EP

La carta de presidente de Princeton arranca con un lamento. El mismo que expresó el de la Johns Hopkins y otras grandes universidades de élite en los Estados Unidos tras decidir cambiar en el último minuto los planes a raíz de la propagación de virus. Todas las clases serán remotas en otoño, como en Berkeley o el Dickinson College. "El riesgo", escribe Christopher Eisgruber en la misiva, "es demasiado alto". En la ciudad de Nueva York la idea es que la experiencia en el campus sea mixta presencial y online, pero Columbia se desmarcó en el último minuto.

Hay multitud de casos de centros educativos que abrieron ya en algunos estados en los que tanto profesores como alumnos se contagiaron. En Nueva Jersey, donde se encuentra la venerable universidad de la Ivy League, las restricciones siguen siendo además muy estrictas porque no se superó la fase tres en el proceso de reapertura. 

Y de dos antiguos estudiantes de Princeton llega la idea para preservar la experiencia del campus durante el confinamiento social. La iniciativa de Lane Russell y Adam Bragg surgió precisamente cuando Harvard decidió ir todo online al declararse la pandemia. En lugar de que los estudiantes se queden encerrados en casa de sus padres para seguir las clases por ordenador, perdiendo la compañía de sus compañeros y la experiencia de vivir fuera, plantean que las sigan desde un hotel en Arkansas o Hawái por el precio de la estancia en el campus. Es un concepto de burbuja similar al creado por la NBA en el complejo de la ESPN en Orlando para que los equipos de baloncesto puedan entrenar de cara al inicio de la liga. Los estudiantes deben tener 21 años de edad para poder acomodarse en los dos campus, que cuentan con gimnasios, piscinas, bares, restaurantes, salas amplias para conferencias y organizan actividades para completar las clases a distancia. Esperan atraer 150 estudiantes en sus hoteles. 

Los protocolos de seguridad que deberán seguir los estudiantes de la U Experience durante su estancia, promete Russell, serán rigurosos y el control constante desde que llegan "para estar seguros de que no propagan el virus entre la comunidad local". También asegura que la selección de los huéspedes será lo más diversa e inclusiva posible, para reflejar la diversidad de las universidades del país. Comenta que hay cientos de hoteles que les proponen ser anfitriones. "Es una fórmula que permite obtener lo mejor de los dos mundos", explica. 

Los dos socios, de 24 y 27 años, no tienen experiencia en educación, ni en el negocio de la hostelería o en la planificación de eventos. Pero creen firmemente en su proyecto, por eso dejaron sus trabajos y decidieron asumir el riesgo de comprar tirando de ahorros los dos hoteles aprovechando la depresión en la industria de viajes. El hotel en Fayetterville está junto al lago de los Orzarks, aunque es el campus en Waikiki el que verdaderamente entusiasma a los estudiantes que quieren escapar del confinamiento en el nido familiar. Lo que está por ver es si este concepto que desconecta la vida del campus de la experiencia tradicional de estudiar en una universidad se convertirá en el nuevo Tesla o Apple de la educación o en un festival.

La realidad en este momento es que las universidades en EE UU tienen diferentes maneras de afrontar al reto de la reapertura por el coronavirus y ya se vieron forzadas a rebajar las matrículas para no perder estudiantes. En el caso de Princeton fue del 10%, pero sigue costando unos 48.500 dólares el curso completo. A eso hay que sumar 15.000 dólares que cuesta el dormitorio, lo que vale el hotel de Hawái. Los estudiantes entienden por lo general el razonamiento que hay detrás de la decisión de Princeton y otras universidades de empezar en remoto. El virus se propaga con rapidez, no se cuenta con la capacidad para hacer las pruebas y tampoco hay camas hospitalarias para hacer frente a un rebrote. 

Pero la incertidumbre crea frustración. Lane Russell habla del daño psicológico que esta situación está creando. "Estamos solo al inicio de una crisis mental", advierte. La situación cambia minuto a minuto y la falta de información alimenta aún más la frustración. Un grupo de graduados del Davidson College creó este verano un portal en el que se pueden seguir los planes de reapertura de 3.000 centros educativos. Pero no es solo que sea más difícil aprender en medio de esta locura. A todo esto se suma la incertidumbre sobre los exámenes y las notas, lo que lleva a muchos estudiantes a plantearse si les conviene seguir matriculados.

Russell cree por todo esto que la disrupción de la pandemia no será temporal y ve que su concepto tendrá futuro incluso si se da con una vacuna contra el virus, porque habrá estudiantes que demandarán un modelo diferente al del campus tradicional. "Algo así no se podría haber hecho antes porque la separación entre la experiencia en las universidades no era posible", añade Bragg, "ahora hay una oportunidad con la enseñanza cambiando a online".

El presidente de Princeton, como el de Berkeley, no es capaz de decir tampoco cuándo podrá dar una respuesta positiva sobre el retorno seguro a las clases. Simplemente, explican, que no quieren verse obligado a mitad de curso a mandarlos otra vez de vuelta a casa como tuvo que hacer la pasada primavera y consideran irresponsable movilizar al mismo tiempo a decenas de miles de estudiantes por todo el país, una migración en masa que puede ser la semilla de nuevos brotes.

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