De Gerald Ford a Donald Trump

El lucrativo negocio de ser expresidente de EEUU: memorias, charlas... y Netflix

Todo comenzó con el republicano Ford. Solo fue presidente durante tres años, pero inauguró un estilo de vida y de negocios para el club de los exmandatarios. Clinton y Obama son quienes más han ganado.

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Donald Trump durante los actos por el Día de los Veteranos en el Cementerio Nacional de Arlington, Virginia. 
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Su sueldo es de 400.000 dólares mientras están en el cargo. Una menudencia comparado a sus emolumentos una vez que abandonan la Casa Blanca, que es cuando comienza a correr el dinero de verdad, y no por la retribución oficial que se queda en la mitad: 200.000. El reciente anuncio del contrato millonario de la editora Simon & Schuster para publicar las memorias de Donald Trump retrotrae a lo que es el gran negocio de la presidencia. De Richard Nixon a Barack Obama todos han aprovechado su condición de exmandatarios. Nixon y Jimmy Carter los que menos, y Bill Clinton y Barack Obama los que más... a la espera de Trump.

Todos han vendido sus memorias y la mayoría por grandes sumas, pero no todos le han sacado el mismo partido a su condición de ex jefe de Estado: contratos exorbitantes por charlas y discursos, consejos de Administración y productoras de contenidos para TV y cine incluso. Un negocio que inauguró realmente el republicano Gerald Ford y que los Clinton y los Obama han superado.

Hasta después de la Segunda Guerra Mundial apenas había un sueldo por dejar el cargo. Harry Truman, que fue quien lo cambió, cobraba tan sólo una retribución como ex jefe del Estado de 110 dólares al mes, la misma que la de un veterano de guerra de la Primera Guerra Mundial tal y como explica Mark K. Updergrove en su obra ‘Second Acts, Presidential Lives and Legacies After the White House’. Fue el mismo Truman quien aprobó la ley en el Congreso para la pensión de los expresidentes, pero no tuvo efecto hasta su sucesor, Ike Eisenhower.

Eran, sin embargo, vidas prácticamente 'monacales' comparadas con las de los presidentes venideros. Ni Truman, ni Eisenhower, ni Kennedy -que murió en el cargo- ni Lyndon B Johnson, ni siquiera Richard Nixon cobraron nunca por dar alguna charla. Eisenhower hizo una pequeña fortuna con sus memorias sobre la II Guerra Mundial, pero eran en calidad de comandante en jefe de las tropas aliadas, no por su actividad al frente del país.

Todo comenzó realmente con el republicano Gerald Ford. A pesar de que sólo fue presidente durante tres años tras acceder al cargo por la dimisión de Richard Nixon, inauguró un estilo de vida y de negocios para el club de los expresidentes de América -Mark Updergrove, ‘Second Acts’-. Para empezar, se hizo consejero delgado de la mayor compañía de Hollywood, 20th Century Fox. Pero lo más importante es que comenzó la larga tradición de cobrar por charlas, conferencias y discursos por todo el país y el extranjero.

Además, su mujer Betty Ford inauguró también el otro lucrativo negocio, el de las ex primeras damas y sus millonarias actividades para añadir emolumentos a la familia. Es probable que muchos de los miles de adictos que pasaron por su clínica de desintoxicación no supieran que pertenecía a la mujer del expresidente republicano. Después de Betty Ford le siguieron los pasos Michelle Obama, Hillary Clinton y Nancy Reagan. Especialmente las dos primeras, que aún siguen cobrando por sus conferencias.

Nadie obtendrá información relevante de una charla de Hillary Clinton. Pagan por la proximidad, por los 'selfies'

Según el periodista de 'Washington Post', Richard Cohen, el mecanismo es muy sencillo: los Clinton ganaron en total unos 104 millones de dólares entre 2001 y 2012 ¿Por qué cobran tanto? La gente de J. P. Morgan o Goldman Sachs que pagaron por sus conferencias no van a obtener ninguna información relevante de Hillary Clinton. De hecho, no les va a contar nada más que lo que ya está en el periódico esa misma mañana. Pagan en realidad por la proximidad. Pagan por los 'selfies', nada más ni nada menos.

Sin embargo, también hubo excepciones: ni Richard Nixon ni Jimmy Carter se prestaron al juego de cobrar por dar charlas. Es cierto que Nixon vendió su célebre entrevista en televisión con David Frost -que inspiró la película ‘Frost contra Nixon’ (2008)- pero se negó a cobrar por sus conferencias.

Es más, tanto Nixon como Carter, dos de los presidentes más menospreciados de la historia adquirieron un notable prestigio en cambio como antiguos jefes de Estado, consultores en temas internacionales para distintos gobiernos incluyendo el de EEUU. (CITA). Carter incluso obtuvo el premio Nobel de la Paz después de abandonar la Casa Blanca y tras asesorar a Bill Clinton durante la crisis de Haití en 1994. Nixon también ejerció de consejero internacional, sencillamente porque reinventó su mandato como el de un experto en relaciones internacionales.

¿Pero quién tomó entonces realmente el testigo de los negocios de Ford si ni Carter ni Nixon lo hicieron? Sin duda, Ronald Reagan y Bill Clinton. Reagan llegó a cobrar 2 millones de dólares por sendas conferencias en Japón -un récord- y los Clinton convirtieron las charlas en un negocio más que lucrativo ya que las multiplicaban por dos: las de Hillary y las de Bill.

El expresidente del escándalo Lewinski fue aumentando su caché con los años. Comenzó cobrando 150.000, subió a 250.000 y por último alcanzó el medio millón según medios de EEUU como la CNN o el 'Post', mientras que su mujer Hillary, antes incluso de ser candidata a la presidencia, vendió sus memorias (‘Hard Decisions’) por 15 millones de dólares.

No se quedaron a la zaga los Obama, que copiaron el estilo Clinton y lo llevaron al siguiente nivel firmando un acuerdo con el gigante de la TV por cable Netflix y emulando un tanto a Gerald Ford en Fox. Aún así, a diferencia del vicepresidente de Nixon, que a pesar de estar en el consejo de administración no opinaba sobre las películas -es mas, se decía que se echaba la siesta- los Obama han llegado a producir algún programa de renombre.

Básicamente, incluso sin contar las millonarias cifras de los derechos de las memorias el negocio es boyante. Al igual que Clinton, Barack Obama cobra aproximadamente 400.000 dólares por cada charla. Los demócratas aventajan con bastante diferencia al republicano George. W. Bush que 'sólo' cobra en torno a 175.000. Hasta Michelle cobra más, 200.000.

Un matiz más desconocido es el de las ‘Bibliotecas Presidenciales’ que custodia el Archivo Nacional de EEUU y que consta de los papeles de los presidentes durante su administración. Algo así como los documentos privados de cada administración. La ley exige que sean ellos mismo los que financien las actividades a través de sus fundaciones.

En cualquier caso, los negocios editoriales como el que se ha anunciado recientemente han sido siempre muy jugosos para los autores, pero también para las editoriales que pagan esas sumas porque saben lo bien que se venden. 

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