India, material radioactivo en los vertederos

  • El negocio de la chatarra está muy extendido en la India. Sin embargo, las personas que se dedican a recoger la chatarra de los vertederos de Delhi arriesgan su salud todos los días. Hace unas semanas, siete de ellos acabaron en el hospital debido a su contacto con materiales radioactivos. Resulta que algunos de los metales que manejan pueden ser así de peligrosos. Muchos chatarreros han abandonado la zona, pero otros no tienen más remedio que continuar.
Jason Overdorf | GlobalPost

(Nueva Delhi, India). Estamos en el depósito-vertedero de Mayapuri, en la parte occidental de la ciudad. Ram Kumar se sienta con un grupo de trabajadores a la sombra de un cobertizo medio derruido. La actividad se ha reducido debido a un misterioso caso de radiación que ha dejado a siete residentes de la zona en el hospital. El grupo prácticamente no tiene trabajo, pero Kumar dice que no tiene más opción que esperar.

“No puedes ver [la radiación], ni sentirla, uno sólo se puede imaginar lo contaminado que está el aire aquí”, afirma Kumar. “Todos se quieren ir, pero dónde”, se pregunta.

El reciclaje de chatarra es un negocio enorme en la India. El país importa hasta 3 millones de toneladas anualmente. Pero los afectados por la radiación han puesto de manifiesto la otra cara de este negocio. Además de las montañas de acero y cobre, también hay pilas de residuos peligrosos como el amianto, el plomo, el mercurio e incluso materiales radioactivos.

“La chatarra tiene de todo, materiales radioactivos, municiones, desechos electrónicos, residuos peligrosos o tóxicos”, explica Kushal Yadav, jefe de la unidad de toxinas del Centro de Estudios de Ciencia y Medio Ambiente, en Nueva Delhi. “No sabemos lo que llega al depósito. Sólo nos enteramos cuando suceden incidentes como éste”.

Hace un par de semanas, Deepak Jain, comerciante, y otras cuatro personas tuvieron que ser hospitalizadas por problemas derivados de la exposición a la radiación. Según la prensa, estuvieron en contacto con un objeto de metal, muy brillante. Las investigaciones determinaron que el material radioactivo era el cobalto 60, un metal que se utiliza en la esterilización de equipos médicos para radioterapia.

En cuestión de días, los equipos de científicos descubrieron otros 11 tipos de radiación en las montañas de chatarra de Mayapuri. Una fuente anónima explicó al periódico indio Mail Today que el cobalto 60 era parte de un envío mucho mayor del metal.

No es la primera vez que se registra este tipo de incidentes y no será la última. El año pasado, se detectaron residuos radioactivos en un cargamento de botones para ascensor, exportados a Alemania. Y no hace mucho, un trabajador ferroviario fue víctima de la radiación por llevarse a casa un objeto que encontró en su trabajo.

Estas situaciones son sólo la punta del iceberg. La exposición a residuos peligrosos, ya sean médicos, electrónicos o industriales, es tan común que nadie lleva estadísticas sobre los problemas de salud que provoca. “El último incidente ha afectado a unas 10 personas, pero se trata de un caso en que ha habido una exposición severa”, afirma Yadav. “Hay cientos de miles de trabajadores que han estado expuestos –durante largo tiempo- a pequeñas cantidades de toxinas y eso les afecta la salud. Esto nunca queda documentado en ninguna parte”.

Según un estudio del Instituto Indio de Gestión, sólo se procesan adecuadamente la mitad de las 400 toneladas de residuos hospitalarios generados diariamente.La ONG Toxic Links calcula que cada mes se importan ilegalmente unas 50.000 toneladas de desechos electrónicos, que contienen plomo, mercurio, cadmio, berilio y otros materiales peligrosos.

La industria india genera entre seis y siete millones de toneladas de desechos peligrosos anuales. En el litoral del país, los trabajadores más pobres –incluso los niños- suben las montañas de chatarra con sus sandalias de goma y manipulan los metales sin usar guantes. Y lo hacen por unos pocos céntimos.

Kumar y sus compañeros de Mayapuri ganan entre 2 y 5 dólares diarios por pasarse todo el día acarreando transmisiones de coches, neumáticos, ejes, tuberías y cualquier tipo de chatarra. Es un trabajo muy duro, sobre todo este año, que ha tenido uno de los meses de abril más calurosos de los que se tiene memoria. El termómetro ha llegado a los 43 grados centígrados.

Incluso a la sombra, los trabajadores no escapan a las ráfagas de aire caliente, cargadas de arenilla. El aire huele a ozono, sudor y metal chamuscado. El peligro es tan evidente como la inmundicia. “Resultar herido es parte del trabajo”, afirma Kumar.

La tienda DII-32, donde aparecieron los primeros restos de cobalto 60, ahora está cerrada. Pero los comerciantes de chatarra de la zona siguen observando a quienes escarban entre los restos para recoger alambres y tuberías. Nadie se preocupa demasiado por la radiación.

La Comisión de Energía Atómica de la India ha realizado varias mediciones y asegura que la zona no es peligrosa. Los pequeños comerciantes se ponen a la defensiva cuando se les pregunta sobre la seguridad de su actividad. “Es absolutamente seguro. Por qué debería preocuparme. Estoy en mi tienda, no tengo la costumbre de ir por allí”.

Por su aspecto, sin una mancha de grasa, parece evidente que nunca ha tocado con las manos un trozo de la chatarra que vende.

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