Informaciones filtradas

La larga sombra de Irán sobre la política iraquí esconde un entramado de espías

El general de Irán Qasem Soleimani y el 'número dos' de las Fuerzas de Movilización Popular, Abú Mahdi al Muhandis
El general de Irán Qasem Soleimani y el 'número dos' de las Fuerzas de Movilización Popular, Abú Mahdi al Muhandis
Hamed Malekpour

En una fecha indeterminada a lo largo de 2019, el medio digital norteamericano The Intercept recibió una filtración de alrededor de 700 páginas de documentos que contenían mensajes confidenciales, telegramas e informaciones procedentes de los servicios secretos iraníes. “Es la primera vez que un medio de información occidental recibe una filtración como esta sobre la maquinaria de seguridad nacional iraní”, dijo a NPR James Risen, uno de los fundadores del diario digial.

The Intercept es un medio fundado por periodistas de investigación. Uno de ellos, Glenn Greenwald, saltó a la fama en 2013 por destapar la exclusiva de que EEUU y Gran Bretaña tenían pinchados los correos electrónicos y teléfonos de medio mundo para espiarlo. La fuente de aquella filtración fue un exanalista de la CIA que hoy vive en Moscú: Edward Snowden.

Esta vez los malos de la película no eran los servicios secretos norteamericanos, sino los iraníes. The Intercept, como suele pasar con los medios pequeños que obtienen grandes exclusivas, decidió publicar en noviembre de 2019 los telegramas iraníes junto con un medio conocido globalmente: The New York Times. Lo que revelaron ambos medios fue la poderosa influencia de Irán sobre Irak (y prepararon así a la opinión pública para la reacción de Trump). Leídos con detalle, los telegramas informaban de cómo se pagaban ‘mordidas’ a funcionarios iraquíes, o de cómo se violaba el espacio aéreo iraquí para apoyar a las milicias proiraníes en Siria. Detrás de todas estas operaciones estaba el MOIS (Ministry of Intelligence and Security), el servicio de espionaje iraní.

Los documentos, que abarcan desde 2013 hasta 2015, revelaron algo que luego ha tenido una enorme influencia sobre las decisiones de Trump. Quasem Soleimani, el general que dirigía la fuerza Quds y que fue liquidado por un dron norteamericano, era algo más que un militar. “Pasó, en los últimos 15 años más o menos, de ser una especie de figura militar a ser, también, el padrino político de Irak, donde Irán tenía un enorme poder. Él era el representante de Irán en Iraq en casi todos los sentidos y era el hombre al que ibas a ver en Iraq si tenías un problema”, afirmaba Risen a NPR.

Los telegramas de los servicios secretos iraníes informaban de todos los movimientos de Soleimani, al cual detestaban los servicios secretos porque se había convertido en algo así como 'El padrino' de Irán en Irak, y sus milicias Quds eran un poder paralelo. Desde luego, los altos cargos iraquíes no rechistaban a Soleimani. Ni siquiera cuando pidió “espacio libre” para que los aviones de transporte avituallamiento cruzaran los cielos iraquíes para ayudar a las milicias proiraníes que luchaban en Siria. Algunos telegramas incluso revelan que su poder era tan grande en Irak que le podría servir para presentarse como el próximo gran líder en Irán.

El peso del general Soleimani no solo era político sino económico. Una información de Carnegie Endowment for International Peace (Fondo Carnegie para la Paz Internacional) de mayo de 2018 escrita por el analista Tamer Badawi revelaba este interés. “Teherán había estado presionando para potenciar sus redes de fuerzas paramilitares leales en el país, en parte para afianzar su control sobre la política económica iraquí, sobre la cual Teherán tiene poca influencia en comparación con la seguridad y la política nacional”. La persona que estaba coordinando esos esfuerzos era Soleimani.

En realidad, esta penetración de Irán en Irak es el reflejo de su instinto de supervivencia. Un informe del Banco Mundial de octubre del año pasado (2019) mostraba un país en shock: “Se espera que la economía de Irán se contraiga aún más de un 8,7% en 2019/20 debido a las conmociones externas en la producción del sector de petróleo y gas.” Las conmociones a que se refiere son las prohibiciones norteamericanas al petróleo iraní “y el endurecimiento de las restricciones del sector bancario, además de las nuevas sanciones que se imponen a los sectores petroquímico, de metales, minería y marítimo del país”.

De modo que la estrategia de Irán era compensar el retroceso de la economía, aumentando las exportaciones de Irán a Irak de productos no petrolíferos, a través de programas de reconstrucción. “Esto podría incluir la reducción de aranceles sobre la importación de materiales de construcción de Irán o, lo que es más importante, el empleo de servicios de ingeniería iraníes”, decía el informe de Carnegie. Esto impulsaría las inversiones y exportaciones al mercado iraquí y abriría más oportunidades para que las fundaciones y firmas vinculadas a Teherán aumentaran la influencia no militar de Irán en el país.

Lo que no toleraba EEUU era que, a medida que estaba abandonado su presencia en Irak, uno de sus mayores enemigos fuera cobrando fuerza en es país. Eso supondría a medio plazo controlar también las reservas de petróleo iraquíes y aumentar a su vez su influencia en esa zona estratégica donde se produce la mayor parte del petróleo del mundo. Y lo que más enfurecía a EEUU es que la persona que estaba dirigiendo esas operaciones lo hacía a campo abierto y con línea directa con el primer ministro de Irak, Abdul-Mahdi, cosa que ni siquiera lograron los norteamericanos.

“[Soleimani] actuaba completamente a la intemperie. No trataba de esconderse”, afirmaba el periodista de The Intercept en la entrevista para la NPR. “Era constantemente bienvenido en los niveles más altos del gobierno iraquí. Hablé con un funcionario del Departamento de Estado para un proyecto, y uno de ellos dijo que una de las cosas por las que Estados Unidos estaba molesto era que Abdul-Mahdi, el primer ministro, cuando Donald Trump llegó a Irak –para la Navidad de 2018–, se negó a entrevistarse con él. Y luego, cuando Mike Pence y Mike Pompeo fueron a Irak, en noviembre, Abdul-Mahdi se negó a reunirse con ellos”.

Para el presidente de EEUU, Donald Trump, la razón principal que le llevó a hacer volar por los aires al general Soleimani fue que había organizado ataques contra intereses y bases norteamericanas en Irak. Pero también estaban su preocupación por la penetración cada vez mayor de Irán en la economía y la política de Irak a través de espías y organizaciones civiles.

Y no solo de Irak sino de ir ampliando su zona de influencia a Líbano y a Siria. Eso suponía una amenaza para los intereses petrolíferos de EEUU en la zona, pero también para los grandes enemigos de Irán –Arabia Saudí e Israel–, que a la vez son los grandes aliados de EEUU.

Por eso, no es de extrañar que la filtración de los telegramas de los servicios secretos iraníes en Irak, presuntamente filtrados por un iraquí anónimo que pretendía “denunciar lo que Irán está haciendo en mi país”, procediera de los servicios secretos israelíes, saudíes o norteamericanos, cuyos países eran los más beneficiados por la filtración.

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