Informaciones que matan en Ruanda

  • Los periodistas denuncian que las autoridades les están amordazando. Los pocos que han logrado cruzar la frontera nos desvelan cuál es su verdadera situación si quieren informar sobre Ruanda.
Kagame arremete contra la ONU por la filtración de un informe
Kagame arremete contra la ONU por la filtración de un informe
Rodney Muhumuza, Kampala (Uganda) | GlobalPost

Godwin Agaba rara vez sale de su casa. Si debe hacerlo, sólo permanece fuera durante un corto periodo de tiempo.

Así ha sido desde el pasado mes de diciembre, tras el asesinato en Kampala de Carlos Ingabire, un periodista ruandés que había sido su amigo.

Al igual que Ingabire, Agaba había huido de Ruanda después de que sus informaciones irritasen a las autoridades allí. Ambos periodistas, después de establecerse en Kampala, había procedido a escribir historias que sabían que desatarían la ira del Gobierno de Ruanda del presidente Paul Kagame.

El de 30 de noviembre por la noche, Ingabire fue abatido a tiros en un bar en una zona conflictiva de Kampala. Nadie ha sido arrestado por el asesinato y el crimen se atribuyó de inmediato al Gobierno de Ruanda, que había sido criticado por su periódico digital.

Human Rights Watch dice que el asesinato siguió un claro "patrón de represión" de los periodistas independientes en Ruanda, donde el Gobierno de Kagame ha amordazado a la prensa, utilizando como excusa el horrible comportamiento de los periodistas que incitó al genocidio de 1994.

Para Agaba, de 33 años, el asesinato de Ingabire es un indicativo de que él podría ser el próximo. Mantuvo la discreción, y luego, tres días más tarde, pudo escapar a la capital de Kenia, Nairobi. Sigue teniendo miedo en Nairobi, y dice que no se sentirá totalmente a salvo hasta que salga de toda África Oriental.

"Ingabire y yo estábamos juntos casi cada día", dice Agaba, hablando por teléfono desde Nairobi. "En aquellos días yo estaba cerca de él. La gente nos veía juntos".

Agaba periodistas ruandeses que están marcados aquí, o al menos eso creen, debido a su trabajo. No pueden ir a Ruanda. Frecuentemente cambian sus teléfonos, y no sólo los números, con la esperanza de evitar a los espías de alta tecnología. Y son reacios a ver a gente en la que no confían.

"Estoy casi todo el tiempo en casa", explica Agaba. "Estaba considerando a Kampala más o menos como mi casa, pero estoy limitando mis movimientos. Kampala ya no es seguro".

En los días en que las relaciones entre Ruanda y Uganda se regían por la desconfianza mutua, los periodistas y otros disidentes de Kigali buscaron refugio en Kampala.

Pero ahora las cosas han cambiado, con los dos países políticamente más cerca de lo que han estado en mucho tiempo. La transformación ha quedado patente públicamente con las frecuentes visitas a Uganda del presidente de Ruanda, Paul Kagame, quien recientemente fue honrado con la más alta medalla de Uganda.

Debido a esta distensión, dicen los críticos, los ugandeses no tienen ningún deseo de llegar al fondo de un caso tan "tóxico" como el de Ingabire, o de defender a los periodistas ruandeses exiliados en Kampala.

"Estos periodistas creen que hay muchos espías que han cruzado desde Ruanda a Uganda para matarles o hacerles daño", dice Geoffrey Ssebbagala, que dirige un organismo de control denominado Red de Derechos Humanos para Periodistas de Uganda. "La situación política no les favorece a la hora de continuar haciendo su trabajo en Uganda".

Reporteros sin Fronteras pone a Ruanda en el puesto 156 de un total de 179 países clasificados en su Índice de Libertad de Prensa. La falta de una prensa vehemente allí ha favorecido la proliferación de periódicos online y blogs, muchos publicados en el idioma local, que a veces tienen un enfoque clandestino.

Sin embargo, su trabajo, aunque a veces no es profesional, es mucho más informativo de lo que ofrece la prensa oficial de Ruanda, especialmente en asuntos de seguridad nacional y de corrupción política.

Dos periodistas de Ruanda, Agnes Uwimana Nkusi y Mukakibibi Saidati se encuentran actualmente en la cárcel y apelando sus condenas por cargos de negación del genocidio, incitación a la desobediencia civil y difamación. Uwimana ha sido condenado a 17 años y Mukakibibi a siete años de cárcel.

Los activistas de derechos humanos no están completamente convencidos de que las condenas fuesen justificadas, y sostienen que las sentencias son excesivamente duras.

Ruanda desmiente que persiga a los periodistas, ya sea por cargos criminales o de asesinato.

Los periodistas exiliados son el producto de años de una lucha profunda entre el Estado de Ruanda y los medios de comunicación independientes, y el terror de su vida cotidiana refleja la creencia de que están enfrentándose a un régimen terrible.

Muchos han buscado refugio lejos de Ruanda, en lugares como Escandinavia, donde esperan que el brazo implacable del estado no les alcance.

Uno de estos periodistas es Eleneus Akanga, que huyó de Ruanda en julio de 2007 y ahora está exiliado en Inglaterra.

Allí, en la relativa seguridad de Londres, se ha mantenido como un firme defensor de una prensa fuerte en su país de origen. La actitud de Kagame hacia los medios de comunicación, dice Akanga, es monotemática con respecto a los regímenes pasados, que despreciaban a los periodistas y trataban de controlarles en todo momento.

"No es nada nuevo que en Ruanda la gente tenga miedo del Estado", dice. "Siempre ha sido así y se puede así argumentar que es eterno... Es su creencia de que si tú atormentas a aquellos que son críticos, entonces obligas a la sumisión".

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