Irán da la bienvenida a los turistas de Estados Unidos

  • El régimen iraní de Mahmud Ahmadineyad y la Unión Europea y Estados Unidos no son precisamente los mejores amigos del mundo. Las tensas relaciones que mantienen especialmente enfrentados a Barack Obama y el líder iraní, por el incremento de sanciones que quiere imponer uno a la política nuclear del otro pueden hacer creer que un estadounidense no será bienvenido en suelo iraní. Pero lo cierto es que los pocos turistas que se atreven a viajar a este peligroso país -algo desaconsejado en la actualidad por el Ministerio de Asuntos Exteriores español- obtienen habitualmente una calurosa bienvenida.
Stephen Kinzer | GlobalPost

(YAZD, Irán).“¿Eres estadounidense?”, me pregunta sorprendido un iraní cuando me siento cerca de él en un restaurante famoso por sus guisos de berenjena y granada. “¿Cómo has conseguido un visado?”.Desde 2002, cuando el presidente de EEUU George W. Bush incluyó a Irán en el "Eje del Mal" (o quizás desde la Revolución Islámica de 1979 y la posterior crisis de los rehenes), la idea de que turistas estadounidenses viajen a Irán resulta algo bastante extraño.

Sin embargo hay algunos aventureros que sí lo hacen, y la mayoría son mucho mejor recibidos de lo que se habían imaginado.En ningún otro país hay tanto desequilibrio entre la riqueza de las atracciones turísticas y la escasez de personas que las visitan. Si Irán fuese un país totalmente abierto, lugares como las impactantes ruinas de Persépolis o las deslumbrantes mezquitas de Isfahán estarían atestadas de visitantes de todo el mundo.

Pero la realidad es que están totalmente vacías, lo que supone para los viajeros que acuden a verlas una experiencia insólita.Durante un reciente viaje de dos semanas por Irán me encontré con grupos de viajeros intrépidos en casi todas mis paradas. Y todos estaban maravillados por lo que veían.

“Es maravilloso poder estar aquí antes de que empiecen a llegar las multitudes”, afirma Jamie Whittington, que formaba parte de un grupo de California, mientras observaba una centenaria torre del silencio zoroastriana en donde se dejaban los cadáveres para ser devorados por los buitres. “Este lugar está esperando a que lo descubran”.

En el lobby de un hotel de Teherán conocí a una mujer de 81 años de Berkeley que me dijo que cuando contó a sus amigos que iba a viajar a Irán “pensaron que había perdido un tornillo”.Según la prensa de EE UU, las agencias de inteligencia estadounidenses están desarrollando acciones encubiertas contra Irán. Quizás como consecuencia de ello, los turistas que llegan al país no pueden moverse libremente y tienen que viajar en grupos, contratar a guías locales y atenerse a ver solamente los sitios autorizados.

A un turoperador que intentó organizar una visita a la ciudad natal del antiguo primer ministro Mohammad Mossadegh (un demócrata laico que gobernó desde 1951 hasta 1953, cuando fue derrocado por un golpe respaldado por la CIA) le dijeron que ese lugar no estaba abierto a los extranjeros. Aún así, la variedad se sitios incluidos en la lista aprobada por el Gobierno es rica y variada.

Me encontré con un guía de Nueva Zelanda, Harry McQuillan, que acababa de llevar a su grupo por las montañas Zagros, culminando la ruta con la participación en una boda tribal.“Cuando la gente en Nueva Zelanda piensa en Irán lo asocia a petróleo, desierto y árabes”, asegura. “Así que cuando llegan aquí se quedan absolutamente alucinados. La gente es maravillosa y los lugares que visitamos son algunos de los más espectaculares del mundo”.

Los estadounidenses reaccionan de la misma manera. A ello se suma además su sorpresa por lo bien que se les recibe. A los iraníes les encanta acercarse a los extranjeros, y cuando oyen la frase “somos americanos” reaccionan normalmente con agrado.“Estamos muy contentos de ver a americanos en Irán”, nos dice con una gran sonrisa una mujer en Kirman. “Sabemos que dicen cosas muy malas sobre nosotros allí, pero nos gustan mucho los americanos”.

En los últimos años las autoridades de Irán han trabajado intensamente para mejorar la experiencia de los turistas. Se han abierto nuevos hoteles, y los viejos han sido renovados. Pero aún hay pocos que cumplan los estándares internacionales, por lo que viajar a este país requiere todavía cierta adaptación.Las mujeres, incluidas las turistas, deben llevar la cabeza cubierta todo el tiempo.

Poseer o consumir alcohol está prohibido. Hay pocos restaurantes que ofrezcan otra cosa que no sean kebabs o guisos. Las señales en la mayor parte de las atracciones están sólo en farsi. Las sanciones económicas han hecho que las tarjetas de crédito emitidas en EE UU no sirvan más que en un puñado de sitios. Y hay comodidades occidentales que son difíciles de obtener.

En la sala vip del aeropuerto Imam Khomeini, por ejemplo, el retrete sigue siendo un agujero en el suelo.Los países que intentan elevar su atractivo turístico lanzan a menudo proyectos en colaboración con grandes cadenas hoteleras de EE UU o Europa, y con turoperadores acostumbrados a trabajar con occidentales. Pero como Irán está sometida a sanciones económicas internacionales y el panorama político es incierto, muchos socios potenciales no se atreven a invertir por lo de ahora en el país.

Apenas unos dos millones de turistas visitaron Irán el año pasado, lo que supone una cifra escasa si se compara con los 25 millones que llegaron a la vecina Turquía y supusieron una inyección de más de 20.000 millones de dólares para la economía turca. La mayor parte de los viajeros llegaron a Irán desde EE UU y Europa. Pero este año están llegando aún menos turistas, debido en parte a la inestabilidad generada tras las violentas protestas por las elecciones de junio pasado. Un hotel, el Shiraz Homa, ha asegurado incluso que registró 2.000 cancelaciones de reservas tras difundirse las noticias de las protestas alrededor del mundo.

En cualquier caso, conviene recordar que si te apetece ir a Irán y eres una persona prudente, conviene esperar a que las aguas se calmen. El Ministerio de Asuntos Exteriores español desaconseja viajar a este país en la actual situación a no ser que sea estrictamente necesario.

*(Noticia editada por lainformacion.com para adaptarla al público español).

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