La líder que sabe marcharse

Jacinda Ardern y la "amabilidad" como el sello de su mandato en Nueva Zelanda

Pese a que en octubre de 2020 consiguió revalidar su mandato y el Partido Laborista lograra gobernar en solitario,  la segunda legislatura parece haber pasado factura a Ardern, quien se ha retirado a los 42 años. 

Jacinda Ardern y la "amabilidad" como el sello de su mandato en Nueva Zelanda
Jacinda Ardern y la "amabilidad" como el sello de su mandato en Nueva Zelanda
DPA vía Europa Press

La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha anunciado hoy su dimisión bajo el lema "un líder debe saber cuándo irse". El estilo directo y amable que mantuvo Ardern durante su trayectoria política le permitió llegar al poder con tan solo 37 años, volviéndose un referente para el progresismo y el feminismo en toda la política a nivel internacional. 

"Se puede ser amable y fuerte, y también ser el tipo de líder que sabe cuándo es el momento de marcharse", dijo hoy una Ardern visiblemente emocionada, anunciando que dejará su cargo el 7 de febrero, apenas meses antes de que el país celebre elecciones el 14 de octubre. La exlíder reconoce que ha elevado el perfil de un país de cinco millones de habitantes en la arena global, aunque "no tiene energía" para otro mandato, la política abandona tras unos años de considerable desgaste y el apoyo popular en declive.

Los laboristas pierden fuelle, según apuntan los últimos sondeos, al final de una legislatura marcada por la pandemia de covid-19, la subida del coste de vida y una posible recesión en 2023. Pese a que en octubre de 2020 consiguió revalidar su mandato y el Partido Laborista lograra gobernar en solitario, algo que ninguna formación había logrado desde la reforma electoral de 1996, la segunda legislatura parece haber pasado factura a Ardern, de 42 años.

Pasado mormón

Nacida el 26 de julio de 1980 en Hamilton, en la Isla Norte de Nueva Zelanda, Ardern se crió en las localidades de Morrinsville y Murupara en un entorno humilde, hija de un policía y una antigua feligresa de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, un templo mormón de la zona. 

Devota mormona en su infancia y adolescencia, Ardern contó en una entrevista en 2017 que renunció a su fe debido a la posición condenatoria de la Iglesia sobre la comunidad LGTBI al compartir piso con tres amigos gais y, años después, votaría a favor del matrimonio igualitario en el Parlamento en 2013. A los 17 años se afilió al Partido Laborista y destacó rápidamente en las juventudes de la formación, se licenció en Comunicaciones por la Universidad de Waitako.

La dirigente más joven del mundo

Con el tiempo, Ardern se convirtió en la parlamentaria más joven de Nueva Zelanda en 2008, tras un periplo en el extranjero que la llevó de trabajar en una cocina popular en Nueva York preparando albóndigas a formar parte de un equipo de consultores en Londres del entonces primer ministro británico, Tony Blair.

En agosto de 2017 sucedió a Andrew Littler al frente del laborismo, después de que el partido depositase su confianza en ella para dirigir a la formación a la victoria en las elecciones de septiembre de aquel año. Un triunfo que la hizo batir otro récord, convirtiéndose entonces, a los 37 años, en el dirigente más joven del mundo.

Su prueba de fuego llegó poco después, el 15 de marzo de 2019, cuando un supremacista blanco australiano mató a tiros a 51 personas durante un asalto a dos mezquitas de la localidad de Christchurch, en el que fue el peor atentado terrorista de la historia del país. Ardern anunció inmediatamente una reforma de la ley de tenencia de armas, hizo gala de empatía vestida con un velo islámico y convirtió el dolor de la minoría musulmana en el de todo el país al pronunciar la frase: "somos uno, ellos somos nosotros".

Icono feminista

Durante su primer mandato, en junio de 2018, Ardern tuvo a su primera hija con su pareja, Clarke Gayford, lo que la convirtió en la segunda mandataria en dar a luz durante su gobierno tras la fallecida Benazir Bhutto (1953-2007), primera ministra de Pakistán. Trató de normalizar su rol como madre y líder con decisiones icónicas como llevar a la pequeña cuando era un bebé a la Asamblea General de la ONU en Nueva York en 2018.

Más recientemente, durante la visita en noviembre de su par finlandesa, Sanna Marin, Ardern reaccionó con rapidez a la pregunta de si se reunían por "tener muchas cosas en común" inquiriendo si se habría preguntado lo mismo al expresidente de EEUU. Barack Obama y al exlíder neozelandés John Key cuando se vieron en el pasado.

Problemas en la pandemia

Pero no todo han sido alabanzas. Aunque la respuesta del Gobierno de Ardern a la pandemia fue inicialmente aplaudida, limitando los contagios con una estricta política de control fronterizo y confinamientos, las draconianas medidas no fueron del gusto de todos. Igualmente, el proceso de reapertura se vio salpicado de multitudinarias protestas contra las vacunas durante el pasado año.

Una crisis ante la que Ardern, a quien se ha criticado durante los dos últimos años por intentar tapar las deficiencias de su Gobierno tras su carisma personal y elocuencia, recurrió en repetidas ocasiones al "leitmotiv" de su ya casi finalizado mandato: "Sed amables. Sed fuertes", intentando unir al país que la vio crecer como figura política.

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