Sin un plan conjunto

La Europa del coronavirus: cuatro modelos diferentes... y ninguno efectivo

Alemania frontera coronavirus
Alemania frontera coronavirus
EFE

"Unidos en la diversidad". Así reza el lema de la Unión Europea que desde el año 2000 trataba de transmitir que, a los europeos, nos va a ir mejor juntos gracias precisamente a nuestra riqueza cultural, económica y social. Esta diversidad también es política y la política no es otra cosa que resolver problemas para los ciudadanos, para los auténticos receptores de la acción pública. La diferencia a la hora de abordar situaciones de crisis también es palpable. La crisis del coronavirus parece estar sometiendo a todos los países a una auditoría forzada de sus sistemas sanitarios -y de sus capacidades de reacción frente a una pandemia como la actual-. Basta con dar una vuelta por el continente para darse cuenta de lo diversos, y a menudo ineficaces, que podemos llegar a ser todos juntos.

Modelo italiano: "Forte, ma non troppo"

La progresividad parece ser la táctica empleada por Roma para ir cercando la enfermedad sin, de momento, mucho éxito. Tras Lombardía, todas las regiones italianas están sumidas en el control absoluto de movimientos. Tan solo aquellos ciudadanos que puedan acreditar razones de salud, urgencia o laborales de necesidad pueden salir a la calle. En cualquier momento de su desplazamiento pueden ser detenidos para mostrar su salvoconducto que deberá estar rubricado, tanto por el ciudadano, como por el agente de la autoridad responsable del ‘checkpoint’.

El Ejército patrulla las carreteras y goza del carácter de autoridad desde el minuto uno de la entrada en vigor del decreto anunciado por el primer ministro, Giuseppe Conte.

Las medidas se acompasan con el cierre de todos los centros educativos hasta el próximo 3 de abril, momento en el que se revisará la eficacia de las medidas impuestas que siempre se elaboran desde Roma. El papel de las regiones quedó subsumido en la capital desde el mismo momento que el ‘Quirinale’ decidió suspender los carnavales de Venecia.

Como no puede ser de otra manera, todos los establecimientos comerciales no esenciales permanecerán cerrados hasta el levantamiento de las medidas de contención. Acompasando todas estas acciones, el Gobierno italiano ha patrocinado y, a menudo, dirigido directamente diversas campañas de concienciación que atañen tanto a las medidas de higiene y sanitarias como a instar a la población a que se quede en su domicilio.

Modelo alemán: planificación al poder

Al igual que en Corea, el modelo alemán de lucha contra el coronavirus se basa en la detección temprana. La gran ventaja que ofrece esta estrategia es la absorción por parte del sistema hospitalario de un número de pacientes controlado y hasta el momento homogéneo. Además, permite reducir el número fallecidos y de contagios, posibilitando así la correcta atención de pacientes, incluso de otras patologías más graves, y disminuir el estrés al que se ven sometidos los profesionales del sector.

De esta manera, la imposición de medidas restrictivas se puede realizar de forma gradual con un mínimo de lógica, puesto que, el avance de la pandemia se está demostrando mucho más lenta que en otros países vecinos, como Bélgica o Dinamarca.

En Berlín ven con satisfacción como la famosa curva de infección se aplana por sí sola, si bien existen nubarrones que llegan desde el sur europeo y que les recuerdan que en esta batalla no existe el aislamiento total. Al bloqueo de fronteras exteriores decretado en el día de ayer y los cierres de establecimientos de ocio, se les pueden unir otras medidas que pueden poner en cuestión la gestión del Estado alemán que, en su proceso de toma de decisiones, siempre debe tener en cuenta las competencias de los Lander.

Modelo francés: de recomendar a implorar

Francia fue de los primeros países europeos en poner al frente de la lucha contra el virus a su presidente. Emmanuel Macron tomó esta lucha como suya desde el primer momento, con visitas a hospitales, declaraciones en televisión y la implicación del Ejército y la Gendarmería como actores visibles en esta lucha.

Sin embargo, la tensión ha ido decayendo entre la sociedad. Las escenas de miles de parisinos aprovechando el sol de los últimos días ha incrementado el riesgo de descontrol de la pandemia, que hasta el momento parece estabilizada en apenas 130 personas fallecidas y 4.500 infectados. La situación es peligrosa y puede explotar en cualquier momento, puesto que en las últimas horas este indicador ha aumentado en 1.000 personas más, situándose casi en los 5.500 afectados, un dato que llevará sin duda a la imposición del confinamiento en varios departamentos, París incluido.

El ministro francés de salud imploraba a sus compatriotas que respetaran las medidas sanitarias recomendadas. Una petición que pierde toda la autoridad desde el instante en que el mismo gobierno permite concentraciones multitudinarias en forma de manifestaciones o elecciones locales.

Emmanuel Macron, casi a rastras, reaccionó ayer con reglas nuevas que van en la línea italiana e incluso española y de nuevo cometiendo el mismo error al apelar a la recomendación en lugar de la orden tajante y taxativa.

Modelo británico: "Laissez faire" a la inglesa

Parece que el Gobierno de Boris Johnson está empeñado en hacer suya la práctica del “dejar hacer, dejar pasar” de sus vecinos galos. Incompresiblemente, su estrategia pasa por permitir que el virus haga su trabajo, sin más miramientos que la protección a toda costa del principio de no intervención de la economía.

El principio keynesiano sobre la mortalidad a largo plazo parece haber llegado a la ribera del Támesis. Es cierto que su carácter insular dificulta físicamente la entrada del virus dentro de sus fronteras, pero también lo es que, una vez dentro, puede entrar con unos efectos desbastadores que incluso superarían la “asumible cifra” del medio millón de víctimas, que las autoridades británicas pronostican, y la hospitalización de ocho millones de personas en un sistema de salud que presenta graves problemas de sostenibilidad en el corto plazo.

El modelo inglés parece apostar por la inversión en equipos de respiración y material sanitario, en una jugada que parece perdida antes de salir al campo. En las próximas horas, el 'premier' Johnson presentará una batería de medidas que, probablemente, pasen por la copia de lo ya existente en el continente. Cierre de fronteras, controles preventivos, reforzamiento del sistema sanitario, campañas de concienciación, etc. Medidas que llegan con muchas semanas, cuando no meses, de retraso en un país que necesitará más que nunca personal sanitario del que carece y que solo la UE puede ofrecer.

¿Un modelo español?

Es complicado hablar de un modelo español con características propias. La implantación, cuando no copia, de las medidas italianas tardarán tiempo en ofrecer resultados. Sin embargo, a diferencia del patrón italiano, España plantea una incertidumbre en el aspecto territorial. La existencia de 17 entidades de infraestatales ralentiza la toma de decisiones, cuando no las hace a menudo difícilmente comprensibles en determinadas partes del territorio.

En este sentido, España podría incurrir en los errores de los modelos europeos. La tardanza italiana, la incertidumbre alemana, la falta de autoridad francesa y el dejar hacer británico. Europa parece unida en su diversidad, pero también debe estarlo en la adversidad.

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