La guerra de Birmania vista a través de los ojos de un villano

  • Myo Myint tiene 48 años, y ha tenido tiempo para luchar en los dos bandos de la guerra civil que Birmania vive desde hace seis décadas. Además de contar las atrocidades del conflicto, el documental 'El soldado birmano' quiere reflejar las vueltas que ha dado la vida de Myint y los dos guiones de la historia reciente de Birmania.
La historia reciente de Birmania tiene dos versiones muy diferentes entre sí, los malos y los buenos.
La historia reciente de Birmania tiene dos versiones muy diferentes entre sí, los malos y los buenos.
Getty
Patrick Winn, Bangkok (Tailandia) | GlobalPost

En la guerra civil de Birmania que dura ya 60 años, los militares juegan el papel de los villanos despiadados. En el otro lado, la resistencia pro democrática encabezada por la premio Nobel Aung San Suu Kyi, hace el papel de víctima, al igual que las tribus armadas tribus. Ahora sus funciones se esculpen en hierro.

Sin embargo es difícil asignar un papel a Myo Myint. A sus 48 años, este soldado agitador de la democracia ha jugado papeles en ambos lados. Su experiencia en la lucha a veces para el verdugo, y en ocasiones para el atormentado, es objeto de un nuevo documental de la productora estadounidense HBO llamado 'El soldado birmano'.

Cuando era joven, Myo Myint formó parte de una unidad que, entre otras atrocidades, esclavizó, violó y asesinó a la mujer de un aldeano en el lapso de 24 horas. Sin embargo, fue la desautorización del ejército lo que hizo caer sobre él todo el peso de su crueldad. Le costó la amputación de dos miembros y una condena a prisión durante 15 años por protestar contra el régimen militar.

Narrada por el actor Colin Farrell, 'El soldado birmano' cuenta la vida de Myo Myint desde sus días en el Ejército hasta su despertar político y los últimos días de su vida en los suburbios de Indiana (EEUU).

Empujando al espectador a que simpatice con un ex soldado, trata de desdibujar la dicotomía raramente cuestionada que hay en Birmania entre el relato del bien y del mal.

"En términos generales, el Ejército es considerado como un grupo monolítico, monstruoso y que merienda niños, sobre el que pasamos mucho tiempo insultando en vez de tratando de entenderlo", explica Nic Dunlop, un fotógrafo que vive en Bangkok y que dirigió la película junto con otros dos, Annie Sundberg y Ricki Stern.

"El Ejército birmano no ha venido de otro planeta", aclara Dunlop. "Esa representación negra o blanca de los problemas de Birmania se ha convertido en un relato demasiado simplista. Y deja poco espacio para cualquier tipo de entendimiento".

"Para comprender a Myo Myint hay que rebobinar el reloj a 1980. Él tenía 17 años y su padre, un suboficial, acababa de morir. La familia estaba sin dinero y viviendo en un barrio controlado por el Ejército, donde ser soldado era la única ruta conocida para acceder a dinero en efectivo y ganarse un respeto".

"Fui criado para ser un soldado", afirma Myo Myint. "Las personas con el grado de secundaria ni siquiera podían encontrar trabajo. ¿Qué esperanza tenía?"

Entrenado como ingeniero de explosivos, Myo Myint pronto empezó a poner minas, limpiar campos de minas y a definir caminos libres de estos explosivos a través de la selva. Myo Myint fue adoctrinado para creer que la minoría de aldeanos desarmados son "insurgentes, mala gente… y que tú puedes hacer lo que quieras con gente como esa", explica en la película.

En una ocasión fue testigo de cómo un compañero clavó la hoja de un cuchillo en la mejilla de un aldeano durante un interrogatorio. El dolor sacudía la boca entreabierta del hombre. "Parte de mí no quería mirar, pero tenía curiosidad", confiesa. "Al final se impuso mi curiosidad".

Un día, cansada de arrastrar pesados proyectiles de artillería de 75 mm, la unidad de Myo Myint hizo cargar a 40 mujeres aldeanas aterrorizadas. Las mujeres arrastraron la artillería pesada hasta el anochecer. Una vez que la unidad regresó al campamento, el director del pelotón de Myo Myint eligió entre el grupo a su mujer favorita, la violó a punta de pistola y dejó que sus subordinados hicieran lo mismo.

A la mañana siguiente, los soldados llevaron a la mujer a la selva y la ejecutaron. "Hubo tres disparos", recuerda Myo Myint. "Ellos regresaron. Y sólo quedaron 39 mujeres.

Mientras recuerda estos hechos, las lágrimas brotan en el rostro de Myo Myint, que siempre es un testigo y nunca participante. "El frente de batalla ha cambiado mi actitud", dice por teléfono. "Como soldado, tenía que obedecer las órdenes de arriba. Pero como ser humano, tenía el derecho a no seguir determinadas órdenes".

A lo largo de sus conversaciones con Myo Myint, dice Dunlop, el ex-soldado de infantería siempre aseguró que nunca participó en las atrocidades contra los habitantes del pueblo. "Tal vez eso es cierto. Tal vez no lo es", reconoce. "Cuando tus compañeros están cometiendo atrocidades, y tú estás dentro de ese ambiente, bueno, es fácil juzgar desde fuera".

Cualquier maldad en la selva, ya sea grande o pequeña en su alcance, venía seguida de un gran sufrimiento.

Cuando estallaron las protestas en 1988, Myo Myint era un disidente de pleno derecho que llegaba cojeando a los mítines con muletas. El ex soldado comenzó a reclutar soldados para unirse a la revolución con la bendición del icono de la protesta Suu Kyi.

El desafío de Myo Myint no quedó impune. Fue detenido, interrogado, torturado brutalmente y, después de un simulacro de juicio, encarcelado durante 15 años.

Actualmente, Myo Myint vive en Fort Wayne, Indiana, la ciudad de EEUU con mayor número de reasentados birmanos. 'El soldado birmano' narra su huida desde su escapada de la prisión de Birmania, pasando por su estancia en un campamento de refugiados de Tailandia y su posterior traslado a EEUU.

Repasando la historia de Myo Myint, su intención es "inyectar unos pocos matices más en el debate sobre Birmania", afirma Dunlop. El autor y fotógrafo dice que los cineastas esperan transmitir que la gente, no los monstruos, comete atrocidades.

Aunque Myo Myint comparte la necesidad de los directores de exponer este lado menos conocido de la guerra de Birmania, la película ha despertado recuerdos que prefiere dejar en el olvido.

"Después de aceptar el tema de esa película, tuve que contarle un montón de cosas", cuenta Myo Myint. "Pero en realidad, no quiero volver a pensar. Si pudiera, lo desterraría de mi memoria para siempre".

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