La monarquía británica e Irlanda hacen las paces

  • El reciente comunicado de la Casa Real británica anunciando una visita de la reina Isabel II a Irlanda supone un importante paso adelante en la normalización de las relaciones entre ambos países. Será la primera visita de un monarca británico desde que Irlanda se independizara en 1921 y aunque no se producirá hasta el año que viene, el anuncio ya ha revolucionado a los irlandeses. La mayoría se alegra. El partido independentista del norte, Sinn Fein, no tanto.

(Dublín, Irlanda). Los preparativos ya están en marcha para la histórica visita de estado a la república de Irlanda de la reina Isabel II el próximo año. La cabeza de la Casa de Windsor, de 84 años, será la primera monarca británica en visitar la vecina isla desde que logró su independencia del Reino Unido en 1921.

La confirmación de que la visita, ampliamente estudiada entre Londres y Dublín, se celebrará finalmente en 2011 la ha hecho el primer ministro de Irlanda, Brian Cowen. Es el momento de que estos dos estados amigos intercambien 'cortesías normales', explicó Cowen tras analizar el tema con su colega británico David Cameron en Londres el pasado 23 de junio.

La visita de la reina Isabel II marcará la normalización de las relaciones entre los dos países tras un siglo de conflictos y discordia. El último monarca británico en visitar esa zona de la Isla Esmeralda fue el rey Jorge V en 1911, como parte de las celebraciones de su coronación.

Una década más tarde la Guerra de la Independencia forzó la salida de las fuerzas de la corona británica. La saña de aquel conflicto, así como la división de la isla, la neutralidad de Irlanda durante la II Guerra Mundial y el uso del Ejército británico durante el periodo de 'The Troubles' ('Los Problemas') en Irlanda del Norte tensaron las relaciones bilaterales durante gran parte del siglo XX.

El éxito del proceso de paz en Irlanda del Norte y la reciente petición de perdón hecha por Cameron por la matanza del Domingo Sangriento de 1972 en Derry han eliminado los obstáculos que aún quedaban para unas buenas relaciones. De hecho, miembros del Parlamento irlandés del partido gobernante, el mayoritario Fianna Fail, cuyos antecesores lucharon por la libertad de Irlanda, están compitiendo ahora para que la monarca visite sus circunscripciones.

Eso sí, están ansiosos por explotar el potencial turístico, más que de hacer reverencias, como en su día hicieron los irlandeses lealistas. Después de todo, la reina Victoria puso de moda los lagos de Killarney como destino vacacional cuando estuvo allí brevemente en 1861.

No todo el mundo en Irlanda se muestra tan contento, por supuesto. El parlamentario del Sinn Fein Caoimhghin O Caolain dijo que su partido se opone a la visita de la 'comandante en jefe de las fuerzas armadas británicas' porque los militares británicos continúan en Irlanda del Norte.

Por su parte, a la reina Isabel II la visita le traerá recuerdos del asesinato por parte del IRA de su tío, Louis Mountbatten, cuando estaba de vacaciones en Irlanda en 1979.

El Sinn Fein sólo tiene cuatro de los 166 escaños del Parlamento irlandés, y cualquier protesta que convoque probablemente no logre demasiado apoyo en el actual clima de reconciliación. La presidenta del país, Mary McAleese, una nacionalista de Irlanda del Norte, ya se ha reunido con la reina en el palacio de Buckingham y en Irlanda del Norte. Se llevan excepcionalmente bien, y tras la visita de la reina ya se está preparando otra de McAleese a Gran Bretaña, lo que también será un acontecimiento histórico.

La visita real ha provocado un animado debate en las cartas al director de los diarios irlandeses, con la mayoría de los lectores a favor del evento. Uno de ellos decía, refiriéndose al precario estado de la economía de Irlanda, que se podría entender como la visita del jefe de una familia disfuncional al jefe de un estado disfuncional.

Mary Kenny, autora del libro 'Crown and Shamrock: Love and Hate between Ireland and the British Monarchy' ('Corona y Trébol: Amor y odio entre Irlanda y la monarquía británica'), argumentaba en The Irish Times que la reina Isabel II, coronada en 1952, todavía no ha sido recibida en el país vecino que tiene más cerca. 'Hasta que eso no cambie, nunca podremos decir que las relaciones anglo-irlandesas han alcanzado la normalidad'.

Charles Lysaght, escritor y miembro fundador de la British Irish Association ha expresado su temor a que manifestaciones de entusiasmo en Irlanda hacia la realeza británica puedan ser percibidas como una amenaza por los nacionalistas, y que además tienen el potencial de 'abrir viejas divisiones en nuestra sociedad, que se remontan a los días en que la gente era definida por su lealtad hacia la corona británica o hacia Irlanda'.

De hecho hubo tiempos en que en Irlanda había pasión popular por la familia real británica, especialmente antes de la hambruna. Después de que el rey Jorge IV embarcara en Dunleary, al sur de Dublín, en 1821, el puerto fue renombrado Kingstown en su honor. El Dublin Almanac predijo entonces que 'al cabo del tiempo el nombre original se olvidará por completo'.

Tras la independencia, el nombre original del puerto no sólo se restituyó, sino que se hizo en su forma gaélica, Dun Laoghaire. Si la reina Isabel II se digna a pasar por Dun Laoghaire el próximo año, será recibida seguramente con cordialidad, pero con toda seguridad a nadie se le ocurrirá sugerir cambiar el nombre a Queenstown ('Ciudad de la reina').

Conor O'Clery | GlobalPost
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