¿La nueva cantera de los talibanes?

  • Tras años de guerras, la ONU ha puesto en marcha un plan de repatriación voluntaria para afganos. Aunque el órgano internacional les tutela durante el proceso, cuando llegan a Afganistán el Gobierno no se molesta en atenderles. Para estas familias, el Estado es quien les protege, nada más.
Tras años de guerras, la ONU ha puesto en marcha un plan de repatriación voluntaria para afganos.
Tras años de guerras, la ONU ha puesto en marcha un plan de repatriación voluntaria para afganos.
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Teri Schultz, Kabul (Afganistán) | GlobalPost

El hombre se sienta con las piernas cruzadas en el suelo de su casa de barro, una de las varias que hay en un recinto amurallado a las estériles afueras de Kabul, dando la bienvenida a sus visitantes con té, galletas y una leve sonrisa.

Aquí no hay nada salvo unas pocas estructuras de adobe, ocultas detrás de las paredes, no hay almacenes, ni escuelas, ni juguetes para los niños con los ojos muy abiertos. Detrás de ellos, el vacío de polvo se extiende hasta donde alcanza la vista.

Este entorno no es lo que se había imaginado Shadolla, de 60 años de edad, cuando se decidió el año pasado a inscribirse en el programa de las Naciones Unidas de repatriación voluntaria, trayendo a los 20 miembros de su extensa familia de regreso a Afganistán después de dos décadas viviendo en Pakistán.

Y tan árida como parece el nuevo barrio de la familia, es una tierra extremadamente fértil para los insurgentes talibanes que buscan recuperar el apoyo perdido en las zonas que ahora controlan las fuerzas internacionales de la OTAN.

Hasta el momento, explica Shadolla, ningún funcionario del Gobierno afgano ha visitado esta zona para comprobar las nuevas llegadas.

Cuando le preguntamos qué haría si los talibanes se acercasen y ofreciesen a la familia más recursos, Shadolla se encoge de hombros. ¿Si la familia apoyaría a los insurgentes contra el Gobierno? "Para nosotros, los dos son lo mismo", dice. "Estaremos contentos con quien dirija el país, siempre y cuando cubra nuestras necesidades básicas". En este momento, Shadolla considera a la agencia de la ONU de los refugiados (ACNUR) como su "estado" porque es quien está cuidando de él".

Peter Nicolaus, el director de la ACNUR de Afganistán, ha estado intentando durante años explicar la situación desesperada que representa esta familia, pero dice que ni siquiera le escuchan los funcionarios que tienen buenas intenciones.

"Tenemos que cambiar la percepción de la comunidad internacional", afirma Nicolaus. "El problema en Afganistán no es sólo de transición y de la guerra contra los talibanes. Hay otro problema que es la integración de un gran número de personas, estamos hablando de más del 10 por ciento de la población que necesita asistencia internacional. De lo contrario se convertirán en un factor de riesgo".

Regresan, al igual que lo hizo Shadolla, con la esperanza de un futuro mejor. Shadolla explica que mientras que él tenía un trabajo en Pakistán en un mercado de frutas y verduras, su familia no tenía vivienda permanente. Dice que el coste de vida era alto y que los afganos eran golpeados habitualmente en la calle y acosados por la policía paquistaní.

Así que cargó las pertenencias de su familia en una furgoneta de alquiler de colores brillantes paquistaní y se dirigió al centro de recepción de Naciones Unidas, conocida como "centro de cobro", a las afueras de la capital de Afganistán. Después de que la familia recibiese formación sobre el peligro de las minas y vacunas para los niños, recibieron suministros para construir tradicionales casas de adobe en la tierra de los antepasados de Shadolla, además de un subsidio único de menos de 100 euros por persona.

La ONU estima que ha ayudado a cerca de 5,5 millones de afganos retornados desde el año 2002, en su mayoría procedentes de Pakistán e Irán. Los repatriados representan ahora a más del 20 por ciento de la población total del país y más del 30 por ciento en algunas áreas. Se estima que 1,7 millones de afganos permanecen en Pakistán y más de un millón en Irán.

Ambos Gobiernos han intensificado sus esfuerzos para expulsar a todos los afganos sin residencia legal, una situación en la que se encuentra la mayoría de ellos. Cientos de miles de afganos han huido a Europa, donde cada país tiene una política diferente respecto a la repatriación de los inmigrantes ilegales afganos; las últimas iniciativas de los gobiernos europeos indican que la repatriación forzosa será probablemente la técnica más habitual.

La familia de Shadolla ahora tiene un hogar y raciones de subsistencia de la ACNUR. Más allá de eso, se lamenta, "no tenemos nada. Somos los más pobres entre los pobres... En algunas zonas no hay trabajo ni seguridad".

Shadolla no parece tomar en cuenta la política cuando habla de su decepción hasta el momento con la vida en Afganistán, pero los observadores temen que las familias como la suya representen un peligro latente para los avances militares de las fuerzas internacionales.

Lo que no entienden algunos de los socios importantes en la reconstrucción de Afganistán, apunta Nicolaus, es que sus esfuerzos por ayudarles pueden ser contraproducentes. El ejemplo más molesto para él es que la UE no permite que sus fondos sean usados para otra cosa que no sea la construcción de viviendas.

"Yo no quiero parecer desagradecido", dice, "pero creo que es un error". Los europeos han demostrado ser muy inflexibles. No puedo utilizar su dinero para ayudar a la gente con otras cosas como intervenciones en materia de agua, de generación de ingresos. Por el contrario, Nicolaus explica que "el Departamento de Estado de EEUU permite a su oficina dedicar sus fondos donde el ACNUR consideran que son más necesarios".

Nicolaus quiere que la UE reconozca que los retornados necesitan lo que él llama "un plus al refugio", no sólo un lugar donde vivir, sino también una forma de vida. Dice que Shadolla es un ejemplo perfecto. Con unos 835 euros, explica Nicolaus, Shadolla podría abrir una tienda.

"Se puede resolver este problema", asegura Nicolaus. "Ha sido un comerciante de verduras durante 28 años. Dale el capital para que pueda empezar y lo hará a su manera". Pero a pesar de lo que Nicolaus dice que ha sido un gran esfuerzo por parte de la ACNUR, Bruselas no ha aceptado cambiar su política.

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