Las elecciones del Reino Unido ya tienen un ganador: el populismo económico

Boris Johnson y Jeremy Corbyn
Boris Johnson y Jeremy Corbyn
EFE

Hace tiempo que el Brexit dejó de ser la clave de las elecciones generales que hoy celebra el Reino Unido, soterrado por el aumento del gasto público y el fin de una década de austeridad que prometen los principales contendientes en liza, conservadores y laboristas. El foco de interés de los británicos se ha desplazado hacia la economía, los servicios públicos y la política fiscal, especialmente desde que la 'revolución’ económica que promulga el líder opositor Jeremy Corbyn -la peor pesadilla de la City- ocupó el epicentro del debate.

Ante el pavor que despierta el programa de Corbyn -"la receta perfecta para lograr la caída definitiva de la economía" en palabras del ‘Financial Times’- el dinero apuesta por el actual ‘premier’, Boris Johnson. No es que el candidato del Partido Conservador 'enamore' a empresarios y financieros -en cuyas pesadillas también retumba, como una psicofonía, su hoja de ruta para el Brexit- pero en la City se le considera un mal menor… aunque su discurso haya abandonando el tradicional liberalismo ‘tory’.

Boris y la city

¿Y los Liberal Demócratas?

Otra razón por la que la City respalda a Johnson responde a las escasas opciones del tercer partido en liza, los Liberal Demócratas. Su programa encaja como un guante con la postura de los inversores (ortodoxia económica y fiscal y rechazo al Brexit por sus consecuencias) pero las encuestas les otorgan en torno al 10% de los votos: podrían incluso ser la cuarta fuerza en Westminster.

El gran problema para Johnson es que Corbyn ha sabido identificar y explotar las cuestiones que, a ojos de la ciudadanía británica, necesitan una solución urgente. Además de elevar el Impuesto de Sociedades del 19 al 26% -una medida que costará 6.000 millones de libras anuales a las compañías cotizadas según cálculos de Goldman Sachs-, el líder laborista ha prometido nacionalizar hasta cinco sectores de la economía (agua, electricidad, correos, transporte ferroviario y las redes de telecomunicaciones)... y la calle le secunda. Hasta un 56% de los británicos apoyan la nacionalización del ferrocarril y un 45% la luz y el gas, según un sondeo de YouGov. Asimismo, un 51% está a favor de nacionalizar el servicio de correos y parte de la empresa British Telecom, según una encuesta de ComRes.

Corbyn también ha prometido una subida de impuestos a rentas medias y altas, destinar 75.000 millones a la construcción de 150.000 viviendas sociales en cinco años, subir el salario mínimo de 8,21 a 10 libras por hora de trabajo, crear un nuevo impuesto a la segunda residencia, aplicar nuevas tasas a las matrículas de escuelas privadas y abolir las tasas universitarias, crear un nuevo banco nacional de inversiones apoyado por bancos regionales, fijar un impuesto de 11.000 millones a las petroleras y transferir a los empleados un 10% de las acciones en empresas de más de 250 trabajadores.   

Con sus recetas económicas, el líder laborista ha logrado reducir una desventaja en las encuestas que parecía insalvable. La última, difundida ayer por 'The Times', arroja un panorama incierto que apunta a otro Parlamento fragmentado: un 43% de voto para los 'tories' frente a un 34% para los laboristas, una diferencia de nueve puntos frente a otros sondeos que recientemente mostraban una brecha de 13 puntos. Y Johnson, que ha diseñado una campaña para atraer el voto de los partidarios del Brexit de todo el espectro ideológico -aunque evita mencionar que su hoja de ruta puede acabar en un divorcio sin acuerdo comercial con la UE y con el país a la sombra de la Organización Mundial de Comercio-, ha decidido sacrificar los postulados económicos de los 'tories' (austeridad, menos impuestos, reducción del déficit y la deuda nacional) en pos de una mayoría absoluta. 

Una instantánea refleja esta transformación: Johnson en el mercado central de pescado de Grimsby, bastión laborista en el noreste de Inglaterra, sosteniendo un bacalao en sus manos. El 'premier' centró este martes su campaña en territorio 'enemigo', como una fábrica en Sunderland en la que respondió a preguntas de los operarios. Ambos son distritos marginales que los conservadores deben arrebatar a los laboristas para obtener una mayoría. El mensaje populista de Johnson está calando en círculos obreros, hasta el punto de que los 'tories' pueden obtener su mejor resultados entre la clase trabajadora desde la era Thatcher.

Johnson en el mercado central de pescado de Grimsby. / Twitter
Johnson en el mercado central de pescado de Grimsby. / Twitter

Así, Johnson ha optado por una política intervencionista por parte del Estado, con cierto tufo 'antiestablishment', para la que ha asumido muchas de las propuestas elaboradas por sus rivales para aplicar un incremento del gasto público. El 'premier' apuesta por un aumento moderado (3.000 millones frente a la promesa laborista de incrementarlo en 83.000 millones), pero ha prometido poner fin a la austeridad y aplicar una inmediata bajada de impuestos si consigue una mayoría absoluta. También más fondos para el sistema sanitario, educación o infraestructuras. "Invertiremos millones cada semana en salud, educación y ciencia sin crear nuevos impuestos, sin subir el IVA o las contribuciones a la Seguridad Social", declaró al presentar su plan de gobierno en Telford. 

La crisis del Servicio Nacional de Salud (NHS) es una de las grandes preocupaciones de los votantes. Por ello, Johnson incluye en su programa una inversión de 33.900 millones de libras en el NHS de aquí al año 2023, 50.000 nuevas enfermeras y la financiación de 15 millones de citas médicas adicionales. Todo cuando medios como 'The Guardian' auguran el colapso inminente del sistema porque hasta 10.000 sanitarios procedentes de la UE, la mitad enfermeras, han abandonado sus puestos de trabajo desde el referéndum del Brexit, en junio de 2016 (3.250 solo en 2019 según cálculos del partido Liberal Demócrata). 

Ante semejante derroche de promesas sociales, el Instituto de Estudios Fiscales (ISF), el principal centro independiente de análisis fiscal del país, no ha tardado en cuestionar "la credibilidad" de los planes económicos de Johnson y Corbyn. Su director, Paul Johnson, ve "muy probable" que los 'tories' gasten mucho más de lo que recoge su programa y advierte que, pese a todo, el nivel de inversión en servicios públicos se mantendría en 2023-2024 un 14% por debajo del de 2010-2011, con excepción del NHS. También considera "improbable" que cumplan su promesa de no subir durante cinco años los impuestos de la renta, sobre el valor añadido (IVA) o el Impuesto de Sociedades.

En cuanto a los laboristas, el ISF asegura que tendrían que subir los impuestos más de lo que han propuesto para sostener el aumento previsto del gasto, lo que afectaría no solo al 5% de los contribuyentes más ricos, sino a capas más amplias de la sociedad.

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