Las razones de los yemeníes para manifestarse

  • En Yemen, la figura del presidente es clave. Junto con el el libio Gadafi, Ali Abdalá Salé es el dirigente árabe con más años al frente de un gobierno. La pobreza y la corrupción se han extendido por el país durante más de tres décadas. Aquí están las claves para entender las protestas en el país árabe.
La pobreza y la corrupción se han extendido por Yemen durante más de tres décadas.
La pobreza y la corrupción se han extendido por Yemen durante más de tres décadas.
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GlobalPost

El líder

El presidente de Yemen, Alí Abdalá Salé, lleva 32 años en el poder, primero como líder de la República Árabe de Yemen (Yemen del Norte) y tras la unificación con el sur en 1990, como presidente de la República de Yemen. Salé es el segundo dirigente del mundo árabe que lleva más tiempo en el poder, tras Muammar el-Gaddafi, que lleva más de 40 años gobernando en Libia.

Las quejas

Los 23 millones de habitantes de Yemen, entre los más pobres del mundo árabe, protestan por numerosos motivos. El gobierno es considerado corrupto y la población detesta su asociación con EEUU en la lucha contra Al Qaeda. La organización terrorista ha logrado de hecho establecer una fuerte presencia en el país en parte debido a la debilidad del gobierno más allá de la capital. Hay muy pocas libertades políticas, la prensa está firmemente controlada y el país se está quedando sin reservas de agua y petróleo a una velocidad vertiginosa.

El momento clave

Inspirados en la revolución en Túnez, miles de ciudadanos participaron en las ruidosas protestas convocadas en Saná desde hace dos semanas, las mayores de oposición pública al gobierno en años. Las autoridades yemeníes respondieron con la detención de Tawakul Karman, una conocida activista y persona clave en la convocatoria de las protestas. Karman fue detenida por policías de paisano acusada de organizar manifestaciones ilegales. Su arresto generó indignación popular y desencadenó más protestas. Miles de personas se manifestaron ante la oficina del fiscal general hasta que la activista terminó siendo puesta en libertad.

Las protestas

Las protestas en Saná, la capital de Yemen, solían estar circunscritas a la pequeña clase media, pero se están haciendo más grandes y violentas que en ocasiones anteriores. El 22 de enero la policía antidisturbios utilizó porras y gases lacrimógenos para dispersar a unos 2.500 estudiantes y activistas de la oposición que pedían en la Universidad de Saná la dimisión del presidente.

Un periodista de la cadena de televisión Al-Arabiya fue detenido durante unas horas y su cámara confiscada por grabar las protestas. Según la cadena catarí Al Jazeera, uno de sus cámaras fue golpeado por la policía durante las manifestaciones.

Las protestas han sido más violentas en el puerto de Adén, en donde los separatistas reclaman que el sur de Yemen vuelva a ser un país independiente. Los enfrentamientos de la semana pasada entre el Ejército y los manifestantes dejaron a siete personas heridas, tres de ellos soldados.

Las protestas se volvieron a producir en Saná el 3 de febrero, una fecha calificada por la oposición como el Día de la Ira. Miles de manifestantes antigubernamentales desfilaron por la capital, pero fueron recibidos por un número igual de seguidores de Salé, convocados por el gobierno. Las cosas se mantuvieron tranquilas hasta que cayó Mubarak, lo que encendió de nuevo las acciones para derrocar a Salé en Yemen.

La apuesta

Esta oleada de desobediencia civil se produce en un momento de parálisis política y una creciente tensión entre el partido gobernante en Yemen y la oposición, lo que ha hecho que la revolución tunecina tuviese gran eco entre quienes quieren que llegue a su fin el gobierno de 32 años de Salé.

A principios de enero el parlamento de Yemen aprobó preliminarmente una enmienda constitucional que eliminaría el límite al número de periodos presidenciales, lo que prácticamente permitiría a Salé perpetuarse en el poder. En un aparente paso para calmar a quienes exigen su dimisión, Salé aseguró a sus oponentes que no designará a su hijo como su sucesor y aumentó el sueldo de los militares.

Si bien los analistas no creen que los manifestantes puedan canalizar ese descontento en una revolución al estilo de Túnez, si al menos ya han obligado a Salé a anunciar que no se presentará a la reelección en 2013.

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