Lo que la Liga Árabe no vio o no quiso ver en Siria

  • Cuando los observadores de la Liga Árabe visitaron Rankous para atestiguar los abusos del Gobierno sirio todo parecía tranquilo, sin nada que destacar. Horas más tarde el Gobierno apareció sembrando el terror. Pero nadie pudo dar testimonio. Los observadores ya se habían ido.
La Liga Árabe suspende su misión de observadores en Siria por la violencia
La Liga Árabe suspende su misión de observadores en Siria por la violencia
Anónimo por cuestiones de seguridad, Damasco (Siria) | GlobalPost

Sentados mientras tomaban el desayuno en el hotel Sheraton de Damasco hace dos sábados, probablemente ninguno de los observadores de la Liga Árabe adivinaba que era su último día de trabajo.

Hasta entonces habían dedicado la mayor parte de las mañanas a evaluar si el régimen de Siria está cumpliendo el acuerdo de paz firmado por Damasco y la Liga a finales del año pasado.

Sin duda alguna, su trabajo era complejo.

La crisis en Siria está evolucionando rápidamente hacia un conflicto civil que ha dejado más de 5.000 muertos desde marzo del año pasado, según la ONU.

Trabajando en un país con un régimen que parece haber perfeccionado su habilidad para manipular, los observadores que se movían por el rural con camisetas llamativas y gorras blancas tenían pocas posibilidades de éxito.

Esa fría mañana de sábado el destino de los observadores era Rankous. Casi a una hora en coche al norte de Damasco, entre las nevadas ciudades cristianas de Saidnaya y Maaloula, Rankous es uno de los cientos de centros de protesta anti régimen en todo el país.

Ese sábado Rankous llevaba casi una semana enfrentándose al control del régimen, y 33 personas supuestamente habían muerto durante los ataques del Ejército sirio en un intento de eliminar la resistencia.

La mañana en que llegaron los observadores a la zona se notaba una tensa tregua.

El convoy de policías, militares sirios y vehículos de la televisión estatal se desplazó a toda velocidad a través de la nieve y el tráfico, dejando claro a la población que los observadores estaban trabajando. Era tal la prisa que mostraban por llegar al lugar que dos camiones de televisión chocaron durante el trayecto.

La entrada a Rankous estaba bloqueada por una amplia presencia de soldados, que rápidamente se alinearon para dar la bienvenida a la misión y contar historias sobre las bandas armadas que controlan el centro de la ciudad.

Mostraron a los observadores agujeros en los sacos de arena supuestamente causados por las balas. "Esto ocurrió anoche, cerca de las 11", dice un soldado, estacionado en un control de seguridad cubierto de nieve. "Llegaron en coche hasta el borde del puesto de control y empezaron a dispararnos".

Después el chofer de los observadores decide que no entrará en Rankous, que está detrás de una colina y a un kilómetro de distancia. Tiene demasiado miedo.

Un microbús con unos cuantos pasajeros se detiene y las cámaras de televisión siria lo rodean como hienas hambrientas. Los pasajeros, una pareja de jóvenes, están aturdidos.

Pueden leer la palabra Al-Dunia en el micrófono del reportero. Al-Dunia es un canal de televisión satélite gestionado por el poderoso primo del presidente Bashar al Asad, Rami Makhlouf.

Los hombres saben bien qué se puede decir y qué no.

A continuación uno de los soldados ordena al conductor de un camión a bajar de su vehículo. Lo hace con cautela.

"Estamos aquí para ayudarle y escucharle", le dice el embajador Jaafar Kibeida, líder de los observadores, mientras las cámaras de televisión sirias lo graban todo. El conductor del camión le da las gracias y asegura que aunque hay problemas, espera que "la situación" termine pronto.

Después pasa por allí un taxista, pero se niega a parar para hablar con los observadores.

Para los periodistas sirios allí presentes, ruidosos partidarios del régimen, parecía ser una especie de juego infantil. Se reían y hacían bromas, y grababan las mismas escenas una y otra vez. No hacían preguntas a los observadores.

Durante unos 30 minutos los observadores caminaron en círculos en torno al puesto de control. Uno de ellos intentó alejarse y llegar hasta una casa cercana, pero las cámaras rápidamente fueron detrás. "No somos gente política", le dice un hombre al observador mientras graban las cámaras. "Somos gente que solo quiere la paz".

Poco después se acercan dos soldados de más edad. "La gente de allí habla idiomas extranjeros", dice uno mientras señala hacia la ciudad. "Son de Afganistán y Turquía y otros países".

"Pueden ir, son libres de ir allí", le dice uno a Kibeida. "Pero en mi opinión no es una buena idea".


No lo hicieron. Se metieron dentro de los Mercedes y el convoy de soldados y policías volvió a toda velocidad a Damasco.

Al cabo de unas horas, Rankous estaba siendo atacado por tanques del Gobierno y francotiradores.

De vuelta en el hotel, los observadores tan sólo pudieron decir que las tropas del Gobierno habían sido disparadas. No pudieron describir la situación real.

La Liga Árabe retiró a sus 55 observadores de Siria el 24 de enero, unos días después. Otros 110 continuarán en la misión hasta el 23 de febrero. Pero el Gobierno sirio ha dicho que ya no quiere "soluciones árabes" para la crisis.

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