Los europeos irán de nuevo a las urnas sin haber leído muchos libros de historia

  • La unidad de Europa empieza a ser cuestionada no solo por los británicos, sino por los nacionalismos y regionalismos, que plantean una separación
Robert Schuman
Robert Schuman

Justo en estos días, el 9 de mayo, se celebraba el Día de Europa, y en muchas ciudades como en Madrid, los autobuses de línea estaban engalanados con la bandera azul de las doce estrellas amarillas.

¿Por qué el 9 de mayo? En un discurso pronunciado en París en 1950, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, expuso su idea de la nueva Europa como un proyecto “que hiciera impensable un conflicto bélico entre las naciones europeas”, dice la página oficial de la UE.

Entre 1600 y el año 2019 Europa ha sido asolada por decenas de guerras. Las más duras han sido tres: la Guerra de los Treinta Años, la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial.

La Guerra de los Treinta años, que ocurrió entre 1618 y 1648, fue incluso peor que la Primera Guerra Mundial en el siglo XX, especialmente para los alemanes. “La pérdida de población fue proporcionalmente mayor que en la Guerra Mundial; el desplazamiento de gente y la devastación material fueron casi tan grandes como en ésta; y el trastorno cultural y económico fue mucho más duradero”, dice Parker, Geoffrey en La guerra de los treinta años.

No solo para los alemanes sino para toda Europa fue una guerra devastadora. Según Parker, las crónicas hablan de “los guerreros más brutales y sin principios jamás conocidos en Europa, dirigidos por oficiales tan incompetentes como corruptos”. Se devastaron miles de pueblos, se destruyeron miles de castillos y a todo eso se sumó la peste negra, y muchas más enfermedades que sumieron a la población en una pesadilla interminable.

Se considera que la Paz de Westfalia firmada en 1648 por las potencias europeas, fue un punto de inflexión crucial para Europa porque entre sus acuerdos se decidió no guerrear más por cuestiones religiosas. Fue el germen de los estados nacionales modernos, pues se respetaban las fronteras, se admitía el juego de la diplomacia y de las alianzas y se ampliaba el derecho de sufragio.

Muchos historiadores ven en aquel tratado el germen de la Unión Europea que llegó 400 años después, tras la horrorosa y reciente Segunda Guerra Mundial.

Desde que nació la Unión Europea, con la alianza entre Alemania y Francia en los años 50, luego ampliada con más alianzas hasta ser la unión política y económica de 28 naciones que es hoy, la paz ha reinado entre los firmantes.

Casi se podría decir que se ha hecho un camino de vuelta: del Sacro Imperio Romano Germánico del siglo XVI a los diversos estados nacionales del XVII, y, al final, al nuevo gran imperio de la ley europea que ahora gobierna a 500 millones de ciudadanos unidos, y que convierte a esta región en digno competidor económico y político de los dos grandes ejes del mundo: Estados Unidos, y China.

Pero da la impresión de que a muchos europeos no se les ha enseñado historia. De hecho, no se ven muchos documentales o anuncios en televisión recordando lo que nos pasó hace poco.

Todo lo contrario: la unidad de Europa empieza a ser cuestionada no solo por los británicos, sino por los nacionalismos y regionalismos, que plantean una separación.

Los que plantean una separación voluntaria son los partidos y movimientos antieuropeístas que critican fundamentalmente la política de inmigración. Los británicos consideraban que las puertas estaban demasiado abiertas, razón por la cual, votaron en referéndum la separación; pero lo mismo piensan en Alemania y Francia los movimientos que apoyan al Frente Nacional y a Alternativa por Alemania, y que en Italia han llevado al poder a una coalición de ultranacionalistas con izquierdistas. (Y a Vox en España a ganar 24 diputados).

Pero también hay movimientos que quieren salirse de la UE involuntariamente porque en Cataluña, en concreto, muchos independentistas no saben que una separación de España supondría automáticamente la salida de la Unión Europea, algo que no se contempla en su hoja de ruta, o que no les han explicado sus líderes.

Es decir, que entre la falta de formación histórica y la ignorancia política, los europeos serán convocados a las urnas en las elecciones del próximo domingo 26 para elegir al parlamento Europeo. Ese parlamento se elige desde 1979 y el porcentaje de participación ha ido decayendo desde el 61,99% al 42,54%. Parece como si cada vez Europa preocupara menos a los europeos, sea porque no lo sienten como proyecto, o porque no saben adónde se va con este proyecto.

El filósofo Daniel Innerarity, por ejemplo, ha criticado la falta de dirección de Europa calificando su política como la “teoría de la bicicleta”. Hay que seguir pedaleando pero no se sabe adónde.

Quien haya estudiado a fondo la historia de Europa desde la Guerra de los Treinta años, se dará cuenta de que quizá más importante de “adónde vamos”, es “de dónde venimos”. Venimos de las peores guerras en la historia de la humanidad y por eso Europa, como dijo Schuman, se fundó en el deseo de no emprender más guerras.

Quizá la UE no ha resuelto muchas cosas como su política de inmigración, los desequilibrios económicos periódicos o las incongruencias en política exterior. Pero si hay algo que ha logrado es el periodo de paz más largo de su historia. Se le llama Pax Europaea. Para quien no lo tenga claro, eso significa salvar miles de vidas humanas, mantener viviendas en pie, no ser sometido a brutales saqueos y a la ruina económica.

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