Los muertos se amontonan en las calles de Filipinas mientras la gente deambula sin comida

    • "No podemos usar un camión para trasladar cadáveres durante la mañana y usarlo para distribuir ayuda durante la tarde".
    • El viaje a zonas de Tacloban es como un paseo por el infiero. Muertos en las calles, gente deambulando por las calles sin comer...
Filipinas reconoce su fracaso y promete acelerar las tareas de emergencia
Filipinas reconoce su fracaso y promete acelerar las tareas de emergencia

Muertos en la calle. Caos. Críticas a los políticos. Filipinas vive la desolación de un país en el que parece que ha caído una bomba nuclear. Hya milagros que dan esperanzas a los que han sobrevivido, como esas decenas de bebés que han adelantado su llegada a este mundo en un momento trágico. Pero las imágenes de las calles recuerdan más a series de ficción que a la realidad.

Muertos sin enterrar porque los cementerios están llenos, gente deambulando hacia la nada porque lo han perdido todo... Desolación absoluta. La naturaleza no perdona. Aunque las condiciones de vida le hayan puesto esta vez las condiciones más fáciles. Habrá que pensar ahora si, tal y como anuncian los expertos, los tifones van a ser cada vez más fuertes, estamos preparados para que cada uno de ellos no se convierta en una bomba atómica.

El viaje a Tacloban es el viaje al infierno. La ciudad comienza a enterrar el jueves en fosas comunes a las víctimas del tifón Haiyan, muchas sin identificar, una tarea macabra pero esencial para sanear esta ciudad arrasada por la catástrofe que azotó Filipinas, donde los supervivientes siguen implorando ayuda.

La llegada este jueves del portaaviones George Washington, con 5.000 marines a bordo, aportó algo de esperanza a los supervivientes a los que le falta de todo. El portaaviones y su flota de aviones y helicópteros, escoltado por dos cruceros y un destructor, aportan una ayuda logística indispensable para el transporte de víveres, medicamentos y vestimentas y, sobre todo, una gran capacidad de producción de agua potable.

"Se va a posicionar a lo largo de la isla Samar para empezar a evaluar los daños y entregar un apoyo logístico y de urgencia", incluido material médico y de agua, declaró en un comunicado el comandante del buque, el contra-almirante Mark Montgomery.

Cuando ha pasado casi una semana tras el paso de Haiyan, cuyo balance debería cifrarse en miles de muertos, la ayuda llega demasiado despacio. "Tengo el sentimiento de que hemos abandonado a la gente", admitió simplemente el jueves el jefe de las operaciones humanitarias de la ONU, Valerie Amos, al día siguiente de una visita en Tacloban, capital de la isla de Leyte especialmente sacudida.

"La gente necesita ayuda desesperadamente. Debemos traerles ayuda ahora. Dicen ya que tarda demasiado en llegar. Asegurar una distribución más rápida es nuestra (...) prioridad inmediata", añadió.

"Hay tantos cadáveres en tantos sitios que da miedo" El jueves en Tacloban, al día siguiente del aplazamiento de un entierro colectivo debido a los disparos, decenas de cuerpos envueltos en sacos mortuarios fueron depositados en el fondo de una inmensa fosa común.

"Sigue habiendo tantos cadáveres en tantos sitios. Da miedo", comentó el alcalde Alfred Romualdez, cuando flota en el aire un olor persistente a descomposición de los cuerpos que yacen todavía por las calles de la ciudad y suponen un riesgo sanitario. "Cuando hay una solicitud de una comunidad para que colectemos cinco o diez cuerpos, cuando llegamos, hay 40".

El ayuntamiento estima haber recuperado unos 2.000 cuerpos, cuando sigue siendo complicado hacer una estimación del balance del tifón.

La ONU cifró en 10.000 los muertos en Tacloban, pero el presidente filipino, Benigno Aquino, estimó que esa cifra era "demasiado elevada" y habló de entre "2.000 y 2.500 muertos". El último balance oficial provisional por su parte informa de 2.357 muertos y 77 desaparecidos.

En Tacloban, las operaciones de recuperación de los cuerpos se organizan poco a poco pero las autoridades locales necesitan ayuda, también para eso, pidió Romualdez, quien reclamó "más hombres y más equipamientos". "No puedo usar un camión para trasladar cadáveres durante la mañana y usarlo para distribuir ayuda durante la tarde".

El Gobierno reconoce que está desbordado El gobierno filipino admitió haberse visto desbordado por el número de muertos. Su recogida se ralentizó debido a una falta de bolsas mortuarias, ahora solucionada. Desesperados por la lentitud de la ayuda, cientos de siniestrados se apresuran a diario al aeropuerto en ruinas de Tacloban, con la esperanza de poder obtener un lugar en uno de los escasos vuelos de salida.

"Hay gente que ha estado caminando durante días sin comer para llegar aquí y esperar horas o días", incluso bajo la lluvia, contó Efren Nagrama, responsable de la aviación civil. "La gente se ve empujada hacia su punto de ruptura. Ven aviones de ayuda llegar pero no pueden lograr comida o irse. Es el caos". Al caos participan también los saqueos por parte sobre todo de habitantes hambrientos.

Numerosos heridos siguen necesitando atención médica y los expertos se preocupaban también de los riesgos derivados de la falta de agua potable, que puede provocar diarreas, especialmente peligrosas para los niños. Numerosos países, ONG y agencias internacionales anunciaron importantes ayudas financieras y materiales.

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