Los 'narcos' compran tierras en Guatemala para construir pistas de aterrizaje secretas

  • La desaparición de los pequeños granjeros tiene consecuencias desastrosas en el aspecto medioambiental. Se teme que se produzcan las condiciones que anteriormente llevaron al país a la guerra civil.
La región guatemalteca de Petén está sufriendo una transformación por la compra de tierras por narcotraficantes y terratenientes | Reuters
La región guatemalteca de Petén está sufriendo una transformación por la compra de tierras por narcotraficantes y terratenientes | Reuters
Ezra Fieser | GlobalPost para lainformacion.com
Ezra Fieser | GlobalPost para lainformacion.com

EL PETÉN (Guatemala) – Al igual que miles de campesinos, Pedro Jaime Neves huyo de las luchas en su pueblo natal durante la guerra civil de Guatemala y recibió una parcela de tierra en esta zona.

"El resto del país era presa de conflictos debido a la guerra y no había donde ir", declara Neves, alcalde del pequeño poblado de Caoba, en el sur de El Petén. "Éste era un lugar apacible, adecuado para tener una familia".

Veinticinco años después, Neves se ha encontrado con otro tipo de conflicto: los narcotraficantes y los conglomerados agroindustriales comienzan a comprar las pequeñas granjas, incluyendo aquellas que rodean su casa. La situación se ha traducido en una reorganización del mayor departamento rural de Guatemala.

El Petén, un área que el gobierno utilizó como válvula de escape para la gente desplazada por la guerra, va en camino de ser una provincia de ricos terratenientes y narcotraficantes. La situación, aunque legal desde todo punto de vista, ha tenido consecuencias sociales y ambientales desastrosas.

Esta región era una excepción en un país donde el 2 por ciento de la población controla casi el 80 por ciento de la tierra cultivable. La venta indiscriminada ha acabado con los pequeños logros del país para redistribuir las tierras tras el fin de la guerra civil.

Pistas de aterrizaje

Los terratenientes controlan ahora enormes haciendas y los narcotraficantes construyen pistas de aterrizaje ilegales para acoger a pequeños aviones cargados de cocaína colombiana con destino a Estados Unidos, afirman los analistas antinarcóticos.

"Es un problema enorme. Los agricultores pierden sus tierras, los guatemaltecos pierden los bosques. La única gente que sale ganando son los grandes terratenientes", afirma Carlos Rodas Castellanos, coordinador regional de la Secretaría de Asuntos Agrícolas. "¿Dónde vamos a llegar? Si seguimos así, tendremos millones de campesinos sin trabajo ni tierra donde vivir. Es decir, en las mismas condiciones que llevaron a la guerra civil".

El Petén tiene escaso control de las autoridades y está habitado principalmente por agricultores pobres. Se sitúa entre la costa caribeña y la frontera mexicana y parece un enorme trozo de tierra esperando su inminente venta. Hacerse con un pedazo de tierra aquí es un elemento clave para el narcotráfico.

En los últimos años, los carteles mexicanos ya han entrado en Guatemala. Una vez que la droga llega al país proveniente de países productores en Suramérica, es trasladada por tierra hasta la permeable frontera entre México y EEUU.

Los traficantes no se presentan como tal cuando deciden instalarse aquí. Al igual que otros importantes terratenientes, utilizan la tierra como zona de pastos para el ganado, pero construyen una pista de aterrizaje en el medio. Las autoridades guatemaltecas indican que hay unas 40 pistas clandestinas en funcionamiento. Sin embargo, un analista antinarcóticos declaró ante una comisión del Congreso de EEUU que podría haber cientos de ellas.

Según un estudio del Servicio de Desarrollo Alemán, una organización gubernamental, cerca de un 30 por ciento de los pequeños agricultores del área sur de El Petén ya ha vendido sus tierras. El estudio a 16.000 familias de 250 comunidades determinó que se han vendido al menos 156.500 acres, un área equivalente a Manhattan, el Bronx, Brooklyn y Queens, en Nueva York.

Venta de terrenos

"Casi todos son agricultores que subsisten con su trabajo y les ofrecen entre 150.000 y 200.000 quetzales (de 13.000 a 18.000 euros)", declara Markus Zander, autor del estudio. "Para ellos, se trata de suficiente dinero para vivir durante 10 años". Los agricultores guatemaltecos tradicionalmente cultivan maíz y judías para su propio consumo y ganan menos de dos dólares diarios (un euro y medio).

Hasta hace poco, las ventas eran en pueblos aislados, en zonas agrícolas arrebatadas a la selva. Allí los hogares vacíos son el testimonio de que hubo pequeñas comunidades. Ahora, sin embargo, los compradores ya buscan en pueblos cercanos a ciudades importantes como Caoba, el pueblo de Neves, a una hora en motocicleta del ayuntamiento por un camino en mal estado.

"Estos eran pueblos, granjas, vidas con futuro porque la gente era propietaria y tenía suficiente tierra para vivir de ella", declara Laura Hurtado, que ha estudiado el tema para la agencia contra la pobreza ActionAid Guatemala. "En la parte occidental de Guatemala no hay suficiente tierra para vivir de ella, pero en El Petén, tienen suficiente para cultivar, cazar, conseguir leña y, a veces, incluso pescar".

Los pequeños agricultores que venden sus tierras a menudo emigran a las ciudades
en busca de algún empleo no cualificado o a EEUU.Otros trasladan a sus familias a terrenos de los parques nacionales, con lo cual talan parte del bosque protegido para plantar maíz y alimentar a sus familias.

Siete de los vecinos de Neves que vendieron sus tierras se trasladaron a la reserva forestal de Xutilhá, una zona supuestamente no autorizada para el desarrollo.

Si bien el gobierno ha expresado su preocupación por las ventas [de tierras], sus detractores sostienen que las autoridades también son responsables. El Gobierno ha favorecido el surgimiento de grandes propiedades agrícolas, afirma David Guzmán, que trabajó hasta el año pasado como miembro de la Comisión Presidencial de Resolución de Conflictos sobre la Tierra.

La propuesta de construir una autopista entre México y la costa caribeña de Guatemala "ha ayudado a acelerar el proceso de concentración de tierra y el desplazamiento de cientos de familias", afirma. Guzmán teme que los pequeños agricultores, incapaces de competir con los conglomerados agroindustriales que exportan caña de azúcar y aceite de palma, decidan vender sus tierras en los próximos años.

La Secretaría de Asuntos Agrícolas indica que, en parte debido a las ventas, se han registrado al menos 1.450 conflictos por tierras, y se esperan otros cientos más. En estos casos, quienes vendieron se trasladaron a parques protegidos o terrenos de otros propietarios. Como respuesta a la situación, el gobierno y varias ONG han lanzado una campaña en la que instan a los pequeños agricultores a no vender sus tierras.

Sin embargo, los residentes locales explican que cuando los compradores llegan en un todoterreno y con un puñado de dinero, es difícil resistirse. "La gente sabe que no deberían vender porque la tierra es la única cosa que tienen. Somos pobres, pero [los compradores] tienen más dinero del que jamás hayamos visto. Es difícil decir que no", explica Neves. "Muy pronto, todo el departamento se va a convertir en un enorme rancho para ganado".

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