Los partidos esperan resolver la negociación para formar Gobierno en las próximas 24 horas

  • La salida de Brown acerca a laborsitas y liberales, tras el atasco del proceso con los 'tories', que contraatacan con una consulta electoral LONDRES, 11 (Especial para EUROPA PRESS, Eva Martínez Millán) Los partidos británicos confían en resolver las negociaciones para la formación del futuro Gobierno en las próximas 24 horas, después de que el proceso a dos que mantenían conservadores y liberaldemócratas se ampliase a un tercer participante con la irrupción de los laboristas, que ya tienen abierta una vía oficial de diálogo con la tercera fuerza tras el atasco de las conversaciones entre ésta y los 'tories' y, sobre todo, el anunció de retirada del primer ministro, Gordon Brown.

La salida de Brown acerca a laborsitas y liberales, tras el atasco del proceso con los 'tories', que contraatacan con una consulta electoral

LONDRES, 11 (Especial para EUROPA PRESS, Eva Martínez Millán)

Los partidos británicos confían en resolver las negociaciones para la formación del futuro Gobierno en las próximas 24 horas, después de que el proceso a dos que mantenían conservadores y liberaldemócratas se ampliase a un tercer participante con la irrupción de los laboristas, que ya tienen abierta una vía oficial de diálogo con la tercera fuerza tras el atasco de las conversaciones entre ésta y los 'tories' y, sobre todo, el anunció de retirada del primer ministro, Gordon Brown.

Cinco días después de las elecciones, los ciudadanos ignoran todavía la composición de su próximo Ejecutivo y, lo que es más, de sellarse una alianza entre laboristas y liberaldemócratas, la duda se extiende a quién se mudará a Downing Street en los próximos meses. La marcha de Brown abre la sucesión en el partido y, con ella, el nombramiento de un segundo 'premier' consecutivo sin pasar por el refrendo de las urnas, tras la cesión del testigo protagonizada en 2007 por Tony Blair y su, hasta entonces, titular de Finanzas.

Sin embargo, la incógnita se mantendría por el momento, ya que, según acordó el Gabinete, el elegido no se decidirá hasta que concluyan las negociaciones para el nuevo Ejecutivo. El ministro de Exteriores, David Miliband, uno de los probables aspirantes a la sucesión, anunció que no habrá declaración de candidatos hasta que esté garantizada la estabilidad institucional. Por ahora, la vicelíder laborista, Harriet Harman, ya se ha autodescartado para la carrera.

Tras la jornada dramática de ayer, los liberaldemócratas estuvieron reunidos en Westminster hasta primeras horas de la madrugada para evaluar el nuevo escenario. Sus 57 diputados suponen la llave del próximo Ejecutivo, pero su líder, Nick Clegg, necesita la aprobación de al menos tres cuartos de su grupo parlamentario para cerrar cualquier acuerdo.

No obstante, el partido ya habría calificado la jornada de hoy como la "hora de la verdad" para decidir entre los dos grandes que, hasta ahora, se habían venido alternando casi ininterrumpidamente la hegemonía de poder desde la II Guerra Mundial. El Parlamento sin mayorías absolutas que dejaron los comicios del 6 de mayo, el primero desde 1974, ha puesto a prueba el tradicional bipartidismo británico.POSIBLES DESENLACES

En este contexto, tres son los posibles desenlaces. Una coalición entre la fuerza mayoritaria, los conservadores, con la tercera fuerza; una alianza entre ésta y los laboristas, que precisaría, sin embargo, del apoyo de otros grupos minoritarios para alcanzar la mágica cifra de los 326 asientos en los Comunes; o un Gobierno en minoría de los 'tories', en caso de que los dos anteriores no llegasen a acuerdo, si bien esta Administración estaría siempre bajo el riesgo de la moción de censura.

Esta mañana están previstas nuevas reuniones entre las comisiones negociadoras de las partes, después de que las negociaciones pasasen de la inicial inclinación de los liberaldemócratas a colaborar con los conservadores gira hacia un Laborismo al que tradicionalmente les unen más vínculos ideológicos. Las dudas de Clegg sobre la disposición del ganador de las elecciones a su agenda reformista y el paso de Brown reventaron la estrategia de David Cameron, que se vio obligado a un cambio estratégico.

Los contactos ahora son a tres, pero sólo uno de los interlocutores tiene una comunicación bidireccional, a pesar de ocupar menos de un décimo de los asientos del Parlamento. Clegg tiene las llaves del número 10 y, por el momento, prevé mantenerlas para recabar las máximas garantías para sus compromisos programáticos, lo que ha llevado ya a los otros dos a mover ficha con la reforma electoral. PROPUESTAS

Los laboristas ofrecen por ley el sistema alternativo de voto, que obliga a un candidato a obtener al menos el 50 por ciento del apoyo popular para hacerse con su escaño. Una opción que los conservadores aceptarían sólo vía referéndum y reservándose la libertad de hacer campaña en contra. Los 'tories' son reacios a tocar el sistema electoral, por lo que la admisión en sí misma constituye una concesión para evitar el estrechamiento de los contactos que, ya de forma oficial, sus interlocutores han establecido con quienes de verdad alejan a Cameron de la residencia oficial.

No en vano, el Laborismo está dispuesto a dar paso más e irían adelante a la hora de someter a plebiscito las demandas más ambiciosas de la tercera fuerza, que apuesta por una revisión más profunda hacia lo que se denomina alternativa de voto plus y que supone en la práctica una representación proporcional integral.

El propio Clegg se encargó de trasladar a Brown esta que aceptaba formalmente la invitación al diálogo que le ofreció el viernes, en caso de que las conversaciones con los 'tories' fracasasen. Los mecanismos institucionales se pusieron en marcha y, con ellos, las comisiones que la pasada noche, tras el Consejo de Ministros extraordinario que siguió al anuncio del 'premier', protagonizaron un nuevo acercamiento para lo que ya se ha dado en denominar la "alternativa progresista".

Sin embargo, el acuerdo con los laboristas significaría, según se encargó de advertir el conservador William Hague, depender de formaciones minoritarias en el Parlamento, ya que los 57 asientos liberaldemócratas no aseguran al Laborismo, con 258 sillas en Westminster, la hegemonía de la mágica cifra de 326. Sin embargo, las cuentas les salen, ya que tienen asegurados con los tres escaños del SDLP, los tres de los nacionalistas galeses y los seis de los escoceses.

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