Los portugueses se escapan a Angola para trabajar

  • Para un país como Portugal que registra la mayor tasa de desempleo en décadas, la lista de puestos de trabajo que se ofrecen parece muy tentadora: director financiero para una cadena minorista; gerente de ventas de electrónica de consumo; técnico en aire acondicionado; ingeniero en sistemas informáticos; consultor de telecomunicaciones... Los anuncios de las agencias de empleo online ofreciendo puestos bien pagados para trabajadores cualificados parece interminable. Sólo hay un pero: los trabajos están a un continente de distancia, en la antigua colonia de Angola.Sin embargo, eso no parece haber echado atrás a los 100.000 portugueses que residen ahora en el país del África subsahariana.
Los portugueses vuelven a Angola, su antigua colonia para trabajar, huyendo de la crisis económica de Occidente (Foto: Luanda, capital de Angola; Erik Cleves Kristensen)
Los portugueses vuelven a Angola, su antigua colonia para trabajar, huyendo de la crisis económica de Occidente (Foto: Luanda, capital de Angola; Erik Cleves Kristensen)
Erik Cleves Kristensen
Paul Ames | GlobalPost

(Pombal, Portugal).Gracias al petróleo, la economía de Angola está en plena expansión, mientras su antigua potencia colonial está de capa caída. Como consecuencia de ello, decenas de miles de portugueses han emigrado a la nación africana, recorriendo a la inversa el camino que muchos subsaharianos emprenden para buscar una vida mejor en Europa.

"Los salarios son realmente mucho más altos de lo que lo son en Portugal", asegura Gonçalo Nobre da Veiga, un arquitecto portugués que lleva cuatro años trabajando en Angola."En Portugal, al igual que en gran parte de Europa, resulta difícil encontrar trabajo. Aquí hay montones de oportunidades, y se puede escalar profesionalmente mucho más rápido, porque hay escasez de gente cualificada", nos cuenta en una entrevista telefónica desde Luanda.

De 1961 a 2002 Angola se vio inmersa en una interminable guerra: primero, para deshacerse del dominio de Portugal, y después, tras la independencia en 1975, por una brutal guerra civil entre facciones rivales respaldadas por las superpotencias de la Guerra Fría.Cuando llegó finalmente la paz, el país estaba en ruinas.Cientos de miles de personas habían muerto, el antaño floreciente sector agrícola estaba devastado y muchas ciudades habían sido arrasadas.

Angola, no obstante, tenía un as en la manga, que es lo que ha facilitado el renacimiento de su economía: el petróleo. La ex colonia portuguesa es junto a Nigeria el mayor productor de petróleo del África subsahariano, y la paz, sumada a los altos precios del crudo, ha favorecido la llegada de inversiones extranjeras para extraer el preciado líquido de sus yacimientos en alta mar.

La economía de Angola creció a un promedio superior al 16 por ciento durante los cinco años anteriores a 2008, según el Fondo Monetario Internacional. Durante ese mismo periodo la tasa de crecimiento de Portugal fue del 1,1 por ciento.

Incapaces de encontrar trabajo en su país, los jóvenes profesionales portugueses y trabajadores cualificados sopesan cada vez más la opción de buscar empleo en el extranjero. Al mismo tiempo, la luso parlante Angola tiene una gran necesidad de personal cualificado para cubrir puestos en la ingeniería civil, las telecomunicaciones, la venta minorista, banca y otros sectores que están participando en la reconstrucción del país.

"Angola realmente tiene falta de trabajadores cualificados", explica Ricardo Bordalo, corresponsal en Luanda de la agencia de noticias portuguesa Lusa. "Durante todos los años de la guerra la prioridad del Gobierno angoleño no fue formar a directivos y profesionales, sino comprar kalashnikovs", asegura.

Según los cálculos oficiales, en la actualidad hay unos 100.000 portugueses viviendo en Angola, que tiene en torno a 18 millones de habitantes. La cifra real podría ser mucho mayor, si se tiene en cuenta que muchos de ellos tienen doble nacionalidad, algo a lo que pueden acceder los portugueses nacidos en el país africano antes de su independencia.

Unos 25.000 portugueses han viajado a Angola cada uno de los últimos tres años, y en el consulado del país africano en Lisboa es frecuente ver largas colas para obtener visados de trabajo. Ni siquiera el abrupto pero temporal frenazo en el crecimiento de Angola el año pasado, debido al colapso de los precios del petróleo, paralizó el flujo migratorio.

Muchos de los nuevos emigrantes portugueses son pequeños propietarios de negocios, jóvenes directivos y profesionales que buscan oportunidades para impulsar sus carreras, o trabajadores especializados como albañiles, electricistas y capataces de obra. Aunque muchos han tenido éxito, la vida a la sombra de las palmeras en la capital de Angola tampoco es la de El Dorado.

"La vida aquí puede ser dura", dice Nobre da Veiga. "Echamos de menos muchísimas cosas: los cines, el teatro... El tráfico aquí es imposible, y los servicios sanitarios no son como a los estamos acostumbrados en Europa. Hay cortes de electricidad, y de agua. Pero ha habido unos avances enormes en los últimos años".

Muchos de los que llegaron para montar pequeños negocios se vieron afectados por el impacto de la recesión global en Angola, y ahora les resulta difícil sobrevivir en Luanda, una de las capitales más caras del mundo. La economía se contrajo en 2009, pero se espera que vuelva a crecer un 7 por ciento este año.

Aunque muchos de los portugueses recién llegados son demasiado jóvenes como para recordar los tiempos coloniales, Bordalo dice que Angola no les resulta un país totalmente extraño."Entre Angola y Portugal hay vínculos emocionales muy profundos", afirma. "Yo vine aquí por primera vez en 2003, pero tenía la imagen de Angola en mi cabeza prácticamente desde que era niño, porque mi abuelo vino aquí en la década de 1940, se murió aquí y aquí está enterrado. Millones de portugueses tienen lazos con Angola".

Mientras que los colonizadores europeos en muchos países africanos se limitaron a ser básicamente terratenientes ricos o administradores del imperio, en el caso de Angola fue diferente, ya que entre las décadas de 1940 y 1960 miles de portugueses optaron por marcharse al país africano huyendo de la pobreza y la dictadura de Salazar.Durante ese periodo, los movimientos independentistas en Angola y otras colonias portuguesas como Mozambique y Guinea Bissau provocaron la muerte de 8.290 soldados lusos y unos 50.000 angoleños.

Mientras tanto, en Lisboa, el 25 de abril de 1974, oficiales del Ejército derrocaban al sucesor de Salazar en una revolución sin derramamiento de sangre que dio paso a la democracia parlamentaria. Los nuevos gobernantes actuaron rápidamente para poner fin a la lucha en las colonias, otorgando la independencia a Angola y otros territorios. Millones de portugueses abandonaron entonces entre escenas de pánico las "provincias de ultramar".

En una nación de 10 millones de habitantes, fueron pocas las familias portuguesas que no se vieron afectadas por aquellos acontecimientos. Casi todo el mundo tenía un pariente entre los que regresaban o un amigo entre los muertos o heridos. En la ciudad lusa de Pombal, la calle principal todavía se llama "De los héroes de la guerra de ultramar", en honor a los 37 jóvenes de la zona que nunca regresaron a casa.

Pese a su a veces traumática historia, Portugal y Angola han mantenido estrechos lazos culturales. La culpa de los abusos coloniales se suele atribuir al régimen de Salazar más que a la democracia moderna de Portugal. Aunque algunos de los lusos que tuvieron que volver refugiados de Angola siguen resentidos por su repentina expulsión y gran parte de la izquierda portuguesa vincula la lucha por la independencia de las colonias africanas a su propia resistencia a la dictadura.

Sin embargo, en internet se detecta que no todos los angoleños están contentos con tener a tantos portugueses de nuevo entre ellos, igual que muchos lusos se quejan de que haya 27.000 angoleños viviendo oficialmente en Portugal. No obstante, los recién llegados a Luanda dicen no sentir animosidad alguna."En general los angoleños no tienen malos sentimientos hacia los portugueses. Quizás algunas de las generaciones más viejas sientan algún tipo de amargura, pero no los jóvenes", dice el sociólogo Paulo de Carvalho.

Rector de la Universidad de Benguela, la segunda ciudad de Angola, De Carvalho dice que los vínculos lingüísticos, históricos y culturales permiten a los portugueses integrarse en la sociedad angoleña más fácilmente que otros inmigrantes, como por ejemplo los cerca de 30.000 chinos que han llegado desde el fin de la guerra."Ahora es diferente. Estos portugueses que llegan ahora no actúan con superioridad, como en los tiempos coloniales", asegura De Carvalho. "Si lo hiciesen, no llegarían muy lejos".

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