Los reclusos se convierten en guardianes en las cárceles de Venezuela

  • En La Planta, una cárcel típica venezolana, las paredes guardan testimonios tan dantescos como jugar al fútbol con la cabeza de un hombre decapitado.

El Gobierno venezolano confirma el autosecuestro de 955 personas en dos cárceles
El Gobierno venezolano confirma el autosecuestro de 955 personas en dos cárceles
Girish Gupta, Caracas (Venezuela) | GlobalPost

Una nube de mariguana revolotea por encima de unos altavoces de dos metros en la esquina de un enorme salón. El olor se mezcla con el de los orines.

A través de la oscuridad, el ruido y la muchedumbre, a uno le cuesta un rato darse cuenta de que todo el mundo lleva una ametralladora, un rifle o una pistola. No llevan las armas escondidas en la espalda o metidas en los pantalones, sino que las muestran de una manera amenazadora. Otros juguetean con granadas o afilan sus navajas mientras disfrutan del cóctel de drogas y música.

En el exterior de la discoteca improvisada, el sol venezolano baña un pequeño campo de fútbol. Los hinchas están armados e incluso uno de los jugadores se dispone a salir al campo pistola en mano. Los pasillos están llenos de hombres armados, sonrientes y bromistas, al parecer ajenos a la escena dantesca.

Aquí, en La Planta, una típica cárcel de Venezuela en la que suele haber peleas con armas, no se aprecia ningún guardia a simple vista.

"Si los guardias se meten con nosotros, les disparamos", dice unos de los prisioneros, que no quiere ser identificado. "He visto aquí cómo decapitaban a un hombre y la gente se ponía a jugar al fútbol con su cabeza". Algunos ex convictos y los vídeos que se pueden ver en internet corroboran estos testimonios.

El año pasado unas 500 personas murieron en las cárceles venezolanas, según el Observatorio de Cárceles nacional. Los reclusos suelen enfrentarse entre ellos, con los guardias o con los soldados que son enviados para mantener la situación bajo control.

Pero las armas dentro de La Planta parece que se van a acabar. El Gobierno quiere cerrar la cárcel, aunque un grupo de reclusos se niega a abandonarla y han logrado mantener a las autoridades alejadas durante casi dos semanas. Los soldados se arremolinan en el exterior de las instalaciones, junto con cientos de familiares preocupados.

Una situación idéntica se produjo el pasado mes de junio, cuando más de 5.000 soldados tardaron casi un mes en controlar la revuelta en la cárcel de El Rodeo, a las afueras de Caracas.

"Nos enfrentamos a una verdadera crisis carcelaria, en la que el Estado no ha mostrado soluciones y se ha llegado al caos", dice Carlos Nieto, un abogado y profesor universitario que dirige Una Ventana a la Libertad, un observatorio de las cárceles venezolanas.

"Aquí en Venezuela tenemos un enorme problema con las prisiones", afirma. "Los reclusos no hacen absolutamente nada. No estudian, no trabajan, nada. Y por encima de eso tienen acceso a armas, drogas y alcohol".

Un personal ineficaz y corrupto, así como un serio hacinamiento, contribuyen a un "cóctel explosivo" que estalla con frecuencia, añade Nieto. En efecto, el día en que GlobalPost visitó a este activista el diario El Nacional publicaba en portada una noticia sobre las 18 muertes registradas en varios penales el fin de semana anterior.

Las 30 cárceles del país están diseñadas para acoger a 12.500 reclusos. Pero en realidad albergan a más de 50.000, según Una Ventana a la Libertad. En La Planta (construida para 350 personas en 1964 y ahora con más de 2.500), muchos reclusos duermen en los pasillos, con las ratas paseándose entre ellos.

"Las condiciones son deplorables, inhumanas", dice Nieto.

Hay informes que hablan de concursos de gladiadores en otros centros del país, de peleas organizadas por jefes de bandas en las que los participantes luchan hasta el sangriento final para entretenimiento de sus compañeros. Fue en uno de esos "eventos" en los que murieron dos reclusos y 128 resultaron heridos en febrero, en la cárcel de Uribana.

No es sólo fácil lograr armas dentro de los muros carcelarios. Los teléfonos móviles y los ordenadores conectados a internet son algo habitual. Con ese acceso al exterior, los reclusos pueden controlar y participar en actividades ilegales en las ya peligrosas calles de Caracas, con uno de los mayores índices de asesinatos del mundo.

Los mafiosos que están en la cima de la jerarquía carcelaria controlan las instalaciones y también el flujo de armas. Nieto culpa de ello a los funcionarios, y denuncia que se trata de un gran negocio que controlan las mafias internas. El tipo de armas que usan demuestra que hay un alto nivel de corrupción. "Tienen el tipo de armas que sólo se pueden conseguir a través de las fuerzas de seguridad. Nadie más las tiene".

El año pasado, después de que el presidente Hugo Chávez anunciase que tiene cáncer, las revueltas en El Rodeo se convirtieron en un enorme problema político en Venezuela.

Al regresar a la actividad tras su baja por enfermedad, el presidente nombró a Iris Varela nueva ministra de Asuntos Penitenciarios. Rápidamente presentó una solución: unos 20.000 reclusos serán puestos en libertad en Caracas.

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