Los refugiados de Siria encuentran un inquietante hogar en el país más pobre de Europa

  • Más de 30.000 sirios han huido de su país desde principios de 2011. El hecho de que más de 100 de ellos hayan solicitado asilo en Bulgaria es un testimonio de su desesperación. Allí permanecen en un inquietante limbo jurídico.
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Jodi Hilton, Sofía (Bulgaria) | GlobalPost

Sentado con las piernas cruzadas sobre un colchón desgastado, Mahmud, de 25 años, recuerda cómo su familia escapó de Idlib, Siria, hasta Bulgaria.

Su esposa, que sostiene a su bebé de cinco meses, escucha, sus ojos marrones y su cara redondeada están enmarcadas por un hiyab.

Dice que un día en Idilb entraron los tanques, sometiendo a los civiles a bombardeos, detenciones y torturas. Los cortes de gas y electricidad hacían difícil cocinar y mantenerse calientes. Los francotiradores significaban que corrían el riesgo de morir por salir a comprar comida.

"Queremos que nuestros niños puedan dormir sin el sonido constante de las explosiones (y) de los aviones militares", explica. "Todas las familias de nuestro pueblo han perdido a alguien - un niño, o su marido. En nuestra familia, tres de los hermanos de mi padre fueron detenidos y nunca se les volvió a ver de nuevo".

Ahora su casa es una habitación individual con una cama-litera, un plato caliente y un baño adyacente en el bloque de apartamentos deteriorado conocido como el "Centro de Recepción" de la Agencia Estatal para los Refugiados en las afueras de Sofía.

Más de 30.000 sirios han huido de su país desde principios de 2011. El hecho de que más de 100 de ellos hayan solicitado asilo o el estatus de refugiado aquí en Bulgaria - el país más pobre de la Unión Europea - es un testimonio de su desesperación.

La renta media per capita de Bulgaria es de 5.600 dólares. Su tasa de desempleo supera el 11 por ciento. Desde el fin del comunismo, ha experimentado un importante flujo migratorio y muy poca inmigración.

Y el sistema de asilo de Bulgaria está luchando para cumplir con las directrices internacionales y de la Unión Europea sobre el tratamiento de los refugiados, un hecho que organizaciones de derechos humanos están tratando de cambiar.

Al igual que otros solicitantes de asilo, los sirios se encuentran a menudo atrapados en un procedimiento burocrático kafkiano que ofrece pocas esperanzas de normalización.

A pesar de que según la ONU, más de 8.000 personas han muerto en Siria desde que comenzó la crisis hace un año, Bulgaria está dudando en reconocer la existencia de un conflicto en Siria.

A pesar de los numerosos informes de violencia e incluso de informes sobre niños torturados, Rumen Gelovski, director de la Agencia Estatal para los Refugiados, dice: "hemos estado esperando para recibir información oficial y objetiva" sobre la situación.

Desde 2011, siete sirios han recibido el estatuto humanitario, mientras que 46 fueron rechazados y 23 casos fueron archivados - probablemente después de que los solicitantes abandonaran el país. El resto están a la espera de que sus casos sean resueltos. Mientras tanto, se les deja vivir en un limbo legal inquietante.

La mayoría son inicialmente encerrados en centros de detención durante un máximo de tres meses, a pesar de las directrices internacionales sobre el tratamiento de los refugiados, que establecen que aquellos que huyen de la persecución religiosa, étnica o política deben tener el derecho a la protección, incluso si entran ilegalmente en la UE.

"La política continuada de la administración es mantener a la gente detenida", denuncia Savova. Dicen que no hay instalaciones suficientes para dar cabida a los recién llegados a pesar de la finalización de un nuevo centro de tránsito para los solicitantes de asilo, después de casi una década de retrasos, explica. "Todas las administraciones encuentran  excusas por las que no se ha abierto".

"El problema está en la falta de registro o en el registro arbitrario de los solicitantes de asilo, mientras que en el ínterin se les considera como inmigrantes irregulares y no como solicitantes de asilo", apunta Valeria Ilareva, abogada de derechos de los inmigrantes en Sofía.

Finalmente, los detenidos son trasladados a un centro de acogida de Sofía, donde presentarán su solicitud de asilo. Allí reciben alojamiento básico y un estipendio de 45 dólares mensuales para la comida.

Tienen acceso a programas educativos, pero no se les permite trabajar. "Permanecen en un limbo legal", dice Boris Cheshirkov del ACNUR en Bulgaria. "No pueden regresar pero no pueden ser miembros de pleno funcionamiento de la sociedad".

Una vez que se quedan sin recursos, los solicitantes de asilo rechazados pasan a ser inmigrantes ilegales. Eso significa que tienen que dejar el país o se arriesgan a ser encarcelados en Busmansi, el Centro Especial de Alojamiento Temporal para Extranjeros, donde son retenidos los inmigrantes indocumentados, a menudo de forma indefinida.

Se han dado casos de inmigrantes que estuvieron encarcelados en Busmansi durante seis años, asegura Svetla Encheva, un activista de los derechos de los refugiados en Bulgaria.

Otros ocupan edificios ilegalmente o viven en las calles, buscando un trabajo donde pueden. "No les deportan, no les legalizan… Simplemente vive como si fueran personas invisibles".

Adnan Mahmud, de 40 años, un farmacéutico anglo parlante y germano parlante, padre y kurdo-sirio, caminó desde Qamishli, Siria, hacia Turquía. Desde allí cogió un autobús hasta la frontera búlgara, donde él y sus compañeros se perdieron en los bosques durante varios días.

La policía fronteriza los encontró, hambrientos y exhaustos, y los llevó al centro de detención de Lyubemits, donde permanecieron durante tres meses. Seis meses después de solicitar asilo, su petición fue denegada. En ella se decía: "En Sira no hay problemas, la situación está en calma".

Su voz se eleva con el resentimiento. "No tengo ninguna salida", dice. "No puedo volver a Siria".

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