Los rusos, adictos a la droga de Afganistán

  • Rusia es el mayor mercado mundial de heroína, en donde se consume el 20% de la droga que sale de Afganistán. Al menos 1,5 millones de rusos consumen heroína y se calcula que cada día, 80 personas mueren en el país por su adicción a la heronía.
Rusia es el mayor mercado mundial de heroína, en donde se consume el 20% de la droga que sale de Afganistán.
Rusia es el mayor mercado mundial de heroína, en donde se consume el 20% de la droga que sale de Afganistán.
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Japhet Weeks, Kostroma (Rusia)

Yuri Frolov tiene 24 años. Empezó a consumir heroína cuando tenía 16 y vivía en la ciudad de Kostroma, al norte de Moscú.

Kostroma no es conocida precisamente por la heroína. Con casi 300.000 habitantes, se encuentra en el anillo dorado de Rusia, una serie de pintorescas ciudades al noreste de Moscú que son visitadas por los turistas por su arquitectura típica y las cúpulas de las iglesias con forma de cebolla.

Mi mujer y yo conocimos a Frolov en mayo en un centro de rehabilitación de drogadictos en el campo, en el sur de Rusia, cerca de la ciudad de Stavropol. El centro es austero. No hay agua corriente y sus residentes tienen que usar retretes en el exterior del edificio. Es mitad campamento de trabajo, mitad monasterio. El estilo de vida ascético y el aire fresco están pensados para ayudar a los adictos a renunciar a sus dependencias.

Pero este bucólico pedazo de tierra en las montañas del Cáucaso del Norte es un enorme contraste para muchos jóvenes adictos, que están acostumbrados a los teléfonos móviles y los bloques de apartamentos urbanos.

Antes de ingresar en el centro, Frolov no había trabajado jamás con ganado. Aquí es el encargado de recoger agua de una reserva cercana con un carro tirado por caballos. En su tiempo libre trabaja con los caballos.

Frolov llevaba limpio cinco meses cuando nos conocimos. Es ancho de espaldas y alto. Pero su rostro alargado y ojos verdes le dan un aire delicado.

Sentado en un bloque de cemento cerca de los establos, habla de lo fácil que le resultaba comprar heroína en Kostroma. "Hay un poblado gitano a unos 5 kilómetros de la ciudad en donde vivo. Vas allí. Hay polis a la entrada. Les pagas 100 rublos (unos 3,60 dólares) para pasar y 50 rublos para salir. Los gitanos te llaman para que les compres a ellos; te dicen que tienen la mejor mercancía. No hay que andar preguntando. Hay heroína de buena calidad por todas partes".

Desde 2001, el año en que las tropas de EEUU y Canadá entraron en Afganistán, la producción de heroína ha alcanzado niveles récord. Y una cantidad significativa de esa heroína acaba en Rusia. Según la Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Crimen, Rusia es el mayor mercado mundial de heroína, en donde se consume en torno al 20 por ciento de toda la que se trafica anualmente a través de Afganistán.

En Rusia hay al menos 1,5 millones de consumidores de heroína, y se calcula que cada día mueren 80 personas en el país a causa de su adicción a la droga.

En una conferencia de prensa celebrada en mayo, el zar antidroga ruso, Viktor Ivanov, dijo a los periodistas que una de las principales prioridades de su país es terminar con los delitos de droga globales al más alto nivel. Se entendía claramente que ese refería a la heroína afgana. Detrás de él se proyectaba un mapa que detallaba el comercio de heroína desde Afganistán al resto del mundo. "Un millón de personas han muerto en todo el mundo por la heroína afgana a lo largo de los últimos 10 años", aseguró el ex agente de la KGB.

Según los Servicios Federales de Control de Drogas rusos (FSKN por sus siglas en ruso), este organismo y el Ejército de EEUU han realizado cinco operaciones conjuntas en Afganistán para destruir laboratorios de drogas. Dichas acciones han irritado al presidente afgano, Hamid Karzai, ya que la presencia de tropas rusas todavía es un tema sensible en su país por su largo historial de guerra con los soviéticos.

Pese a su interés en afrontar este tema, Rusia parece incapaz de frenar la entrada de heroína barata a través de sus fronteras orientales con países como Uzbequistán, Tayikistán, Kazajstán, Kirguistán y Turkmenistán.

Desde el colapso de la Unión Soviética, no se requiere visado para entrar a Rusia desde sus antiguas repúblicas. Tampoco ayudó que Rusia retirase a sus guardias en la frontera con Tayikistán (que a su vez tiene una frontera de 1.300 kilómetros con Afganistán) en el verano de 2005. La corrupción gubernamental también ha favorecido el tráfico de heroína desde Asia central hacia Rusia.

"La heroína lo profana y lo corrompe todo", asegura Yuri Krupnov, director del Instituto de Demografía, Migración y Desarrollo Regional en Moscú. "Es una fuerza geoeconómica y geopolítica tan poderosa, con autores anónimos, que es imposible enfrentarse a ella".

Eso explica por qué la heroína todavía termina en las venas de gente joven como Frolov y de otro adicto en el centro de rehabilitación, Alexei Vanchikov.

"Puedo contar con una mano la gente que comenzó a usar drogas conmigo y que todavía siguen vivos", dice Vanchikov, al que le detectaron el sida hace cinco años y se niega a tomar medicación.

En el centro de rehabilitación Spaso Preobrazhenski la terapia se basa en trabajos manuales y rezo. Las instalaciones están gestionadas en asociación con la Iglesia ortodoxa rusa, y sus servicios son completamente gratis para los adictos. La persona que está detrás de todo esto es Nikolai Novopashin, un ex adicto que ha cambiado su vida para ayudar a otros a salir de la droga.

Hace unos días, Novopashin hablaba una tarde a cerca de 30 adictos en fase de recuperación sentados al aire libre en bancos. "Hay empresarios y médicos que piensan que deberíais de ser detenidos y ahogados en alta mar", les decía. Prefiere no andarse por las ramas.

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