Lucha contra la guerrilla kurda se convierte en lucha contra el pueblo kurdo

  • El esfuerzo del gobierno de Turquía para acabar con la insurgencia armada en las regiones kurdas del país eurasiático amenaza con convertirse en una guerra no declarada contra gran parte de la sociedad turca.

Ilya U. Topper

Estambul, xx dic.- El esfuerzo del gobierno de Turquía para acabar con la insurgencia armada en las regiones kurdas del país eurasiático amenaza con convertirse en una guerra no declarada contra gran parte de la sociedad turca.

El enfrentamiento entre el ilegal Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y las fuerzas de seguridad ha dejado este año más de 80 soldados muertos y decenas de víctimas mortales entre policías, civiles, además de víctimas kurdas, en un número difícil de estimar.

Tras dos años de calma que parecían poder desembocar en una solución negociada y poner fin a un conflicto armado de 30 años, el núcleo duro del PKK retomó las armas en abril pasado, afirmando que el gobierno no atiende a sus demandas.

Las exigencias más reiteradas son el derecho a la enseñanza en kurdo, una mayor autonomía en las regiones del sureste y la reducción del umbral electoral mínimo del 10%, que impide al partido prokurdo Paz y Democracia (BDP) entrar en el Parlamento, aunque sus diputados sí lo consiguen presentándose como independientes.

El 'verano caliente' del PKK duró hasta octubre, con ataques frecuentes contra puestos militares y cuarteles de policía, pero también minas en la carretera y tiroteos que dejaron una decena de víctimas civiles.

El grupo secuestró asimismo una veintena de maestros y trabajadores de instalaciones estatales.

El 19 de octubre, un asalto a un puesto fronterizo en la provincia de Hakkari, el más grave en 18 años, acabó con la vida de 24 soldados y desencadenó una serie de protestas nacionalistas que pedían "venganza".

La respuesta del gobierno se ha expresado en una masiva oleada de detenciones de personas acusadas de pertenecer a la Unión de Comunidades de Kurdistán (KCK), un movimiento kurdo cuya cúpula está formada por los dirigentes del PKK.

Según abogados kurdos, en los últimos siete meses, más de 4.500 personas han sido arrestadas bajo la acusación de pertenecer al KCK, y 1.800 siguen en prisión.

Se trata de abogados, alcaldes, concejales, periodistas y en ningún caso -aseguran los kurdos- la fiscalía los acusa de crímenes violentos sino que suelen ser imputados por delitos como el de pedir firmas a favor de la enseñanza en la lengua materna.

Por su parte, el gobierno turco señala que es normal detener a ciudadanos adheridos a una organización encabezada por miembros del PKK, organización considerada terrorista no sólo por Ankara, sino también por Estados Unidos y la Unión Europea (UE).

El propio BDP, que ocupa 29 escaños en el Parlamento, nunca se ha distanciado claramente de la lucha armada, si bien algunos dirigentes, como el alcalde de Diyarbakir, Osman Baydemir, han dicho que "las armas ya no sirven para solucionar el conflicto".

Incluso los activistas civiles esquivan la cuestión. "Preguntar por qué el BDP no condena la lucha armada no ayuda a avanzar en el proceso de paz", explica a Efe Hakan Tahmaz, un abogado kurdo.

Otros, como la periodista kurda Zekine Türkeri, reconocen que para el BDP es difícil desmarcarse de la guerrilla, ya que "mucha gente que vota al BDP en realidad está deseando votar al PKK".

Por eso, no es casualidad que en todas las protestas a favor de los derechos kurdos, los manifestantes suelen llevar imágenes de Abdullah Öcalan, el histórico fundador del PKK, condenado a cadena perpetua en 1999.

Pero en el propio seno del nacionalismo kurdo, algo está cambiando. Este otoño, jóvenes activistas kurdos acuñaron el lema "Guerrillero, no mates por mí, no mueras por mí".

Es la primera vez que se condena rotundamente la violencia del PKK desde dentro del movimiento kurdo.

"El BDP y organizaciones cercanas no apoyan nuestra campaña, y las acciones del PKK tapan la voz de la sociedad civil", asegura Gülçin Avsar, una de las iniciadores de esta acción.

En declaraciones a Efe, concluye que el gran número de detenciones de políticos kurdos legales este año "destruye la confianza de la sociedad kurda en el sistema parlamentario y eso es muy peligroso para la paz y para Turquía".

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