Lula, popularidad con dos caras

  • El presidente de Brasil goza de una gran imagen internacional y llega al 69 por ciento en el interior. Sin embargo, la clase alta le critica por "inculto".
Seth Kugel | GlobalPost para lainformacion.com
Seth Kugel | GlobalPost para lainformacion.com

SAO PAULO (Brasil) — Esto es lo que dijo Barack Obama sobre el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, en la cumbre del G20 de abril en Londres. "e;Aquí está mi hombre. Me encanta… Es el político más popular del planeta"e;. Y en verdad lo parece. Lula (que al igual que las figuras del fútbol y Madonna es conocido sólo por su nombre) se ha erigido en una superestrella de la política internacional.

Recientemente destaca su papel protagonista en la cumbre del G8 y las naciones emergentes en Aquila (Italia); su paseo por París para aceptar el premio de la paz Felix Houphouet-Boigny que concede la Unesco; el estatus de invitado especial en la cumbre de la Unión Africana en Libia; menciones a él en editoriales de The Guardian y The New York Times; comentarios sobre su posible candidatura a futuro presidente del Banco Mundial, y una cuasi beatificación por conducir a la economía brasileña a través de la crisis financiera sin apenas magulladuras.

La estrella de la geopolítica brasileña va en ascenso, y aunque el escenario quizá lo haya preparado su predecesor, el pulido intelectual Fernando Henrique Cardoso, es el rechoncho ex líder sindical quien recoge los elogios. Pero entonces, con las élites políticas, financieras e intelectuales del mundo alabando sus virtudes, ¿por qué un importante sector de brasileños se opone a Lula y a veces se sienten directamente avergonzados de tenerle como presidente?

Aunque Lula tiene un nivel de aprobación general extraordinario (del 69 por ciento, según una encuesta reciente), esa cifra se reduce proporcionalmente a medida que sube el nivel de ingresos y de educación de los brasileños. Las pesadillas que acechaban a parte de la élite conservadora cuando Lula llegó al poder en 2002 no se hicieron realidad, pero el presidente todavía consigue hacer temblar a muchos. Si se le pregunta a un brasileño con estudios y cosmopolita (como los que compran por ejemplo en la Livraria Cultura, una concurrida librería en el Sao Paulo más sofisticado) qué piensa de Lula, lo más probable es que la respuesta sea una mirada de "e;uff"e;.

Buenos consejeros

El crédito de sus éxitos, por ejemplo, se lo suelen otorgar a sus consejeros. "e;Otros hablan por él"e;, asegura Luciana Berghe, una abogada de 33 años que considera a Lula "e;una marioneta"e;. "e;No piensa por si mismo. Cuando le preguntan por sorpresa, responde con algo idiota"e;.

"e;Ni siquiera habla portugués"e;, dice Bruna Solar, de 22 años, expresando un comentario recurrente sobre su a menudo creativa gramática y pronunciación. "e;No es una persona educada"e;.

Sus numerosas perlas, muy comentadas, tienen un estilo propio pero bien pueden ser una vaga mezcla de las meteduras de pata de Joe Biden y las miradas perdidas de George W. Bush, todo ello tamizado por la campechanería de Sarah Palin. Ah, sí, y también con un toque ocasional de George Carlin

El pasado diciembre, Lula asombró a muchos cuando usó la palabra joder  para explicar a una multitud en Río de Janeiro por qué continúa minimizando las consecuencias de la crisis financiera. Pidió a los miembros del público que se imaginaran que eran doctores dando el diagnóstico a un hombre muy enfermo y les dijo: "e;Le diríais ‘Tiene usted un problema, pero la medicina ha avanzado mucho… le vamos a dar esta píldora y se recuperará’. O le diríais ‘Uy, está usted jodido’"e;. Pero en la transcripción oficial del discurso de Río, alguien de su oficina de prensa parece que se sintió avergonzado y apuntó que las palabras del presidente en ese momento clave eran "e;inaudibles"e;.

Conexión con las clases populares

Un ayudante presidencial que quiere permanecer en el anonimato asegura que el estilo de hablar de Lula "e;no es una debilidad, sino una fortaleza. Por eso llega tan fácilmente a tanta gente"e;. Apunta también algo que considera irónico: durante su primer mandato era criticado por hablar muy poco con la prensa, pero ahora que da constantes entrevistas le critican por lo que dice.

Aún así, hay infinidad de momentos que muchos consideran bochornosos. En 2007, con el presidente George W. Bush a su lado, Lula dijo que esperaba poder encontrar"e;el punto G"e; de las negociaciones comerciales bilaterales. En 2008, poco después de que un reportero iraquí le lanzase un zapato a Bush, le dijo a un grupo de periodistas que no tratasen de hacer lo mismo, ya que les delataría antes de hacerlo el olor de sus pies. Uno de los pocos episodios que ha logrado atención internacional fue cuando compareció con el primer ministro británico Gordon Brown y echó la culpa de la crisis a "e;decisiones irracionales de banqueros blancos con ojos azules"e;.

Por supuesto, este tipo de anécdota funciona bien con las masas, y Lula no es demasiado dado a pedir perdón. De hecho, repitió su comentario sobre los banqueros blancos pocos días después ante un público diferente.

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