Qué necesita Madrid para ser escenario del próximo acuerdo climático global

Chimeneas de una planta de energía de carbón en China
Chimeneas de una planta de energía de carbón en China
EFE

En 1997, cuando se firmó el protocolo de Kioto, España se comprometió a limitar el aumento en la emisión de gases de efecto invernadero a un 15% más que en 1990, que se tomó como referencia. Pero el mismo año en el que se selló el pacto, nuestro país ya alcanzó ese 15% y en los años posteriores ese porcentaje no hizo más que subir: un 18% en 1998, un 28% en 1999, un 41% en 2003 y un 52% en 2005. Solo en los últimos años, España ha logrado frenar el aumento de sus emisiones hasta el 24,23% (2015).

De igual modo, limitar la subida de la temperatura global en 2 grados centígrados es el aspecto nuclear de los Acuerdos de París, sellados hace cuatro años; sin embargo, la retirada de EEUU del pacto y el incumplimiento de los compromisos adoptados ha llevado a que el peor escenario esté sobre la mesa y que las previsiones actuales sean que la humanidad no podrá evitar el aumento de la temperatura en 3 grados centígrados si no se toman medidas urgentes. Por ello, la pregunta ahora es: ¿puede Madrid albergar el próximo acuerdo climático global?

En la Cumbre del Clima que se celebra estos días en Madrid se esperan palabras grandilocuentes y promesas de todo tipo por parte de los líderes de casi 200 países. Sin embargo, el objetivo último de la cumbre, llegar a un acuerdo global, por ahora parece quimérico. Especialmente, porque al cónclave 'solo' acudirán unos 50 presidentes, ministros y otros líderes mundiales, lo que representa al 25% de los países del planeta. De hecho, hay notables ausencias como la del presidente de EEUU, Donald Trump; eso sí, Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y principal azote del mandatario, ha acudido en representación del país que emite el 25% del total de gases de efecto invernadero del planeta.

A pesar de la retirada oficial de EEUU de los Acuerdos de París, Pelosi ha reiterado que "el Congreso [de EEUU] está comprometido a tomar la acción", calificando la crisis climática como "un tema de salud pública". "Ahora tenemos más responsabilidad, este planeta es la creación de Dios y tenemos el deber de cuidarlo", ha apelado la congresista americana. Un mensaje que da cuenta de la profunda división de la sociedad estadounidense en materia medioambiental: aunque ahora mismo Trump cuestione abiertamente la incidencia del ser humano en el cambio climático, las próximas elecciones, en menos de un año, podrían situar a un presidente en la Casa Blanca decidido a emprender acciones más serias.

La presencia de EEUU en un acuerdo climático global resulta indispensable, pues no solo es un actor capital en las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que actúa como contrapeso de países como China, que entre 2005 y 2019 ha aumentado un 50% sus emisiones debido al exponencial crecimiento de su industria en las últimas dos décadas. Sin embargo, la relación del país estadounidense con los acuerdos climáticos está llena de encontronazos.

Bill Clinton, entonces presidente, se adhirió al pacto de Kioto hace 22 años, pero en 2001 George W. Bush decidió retirar a EEUU del acuerdo no porque no compartiese su idea de fondo de reducir las emisiones, sino porque consideraba que la aplicación del protocolo es ineficiente. En 2015, Barack Obama, a través de la Agencia de Protección Medioambiental, puso como objetivo la reducción de las emisiones en el país en un 30% para 2030. Sin embargo, la llegada de Trump al poder ha acabado con los compromisos ambientales adoptados por EEUU.

Qué se puede acordar en Madrid

En este sentido, aún sin actores importantes como EEUU, la Cumbre del Clima alberga la esperanza de sellar un pacto global en el que se incluyan medidas aún más drásticas que las de los Acuerdos de París en 2015 para frenar el avance del cambio climático. En este sentido, una de las medidas a adoptar podría ir en línea con la propuesta de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, que anunciaba este lunes en Madrid que para el próximo mes de marzo presentará una ley europea para hacer irreversible la neutralidad climática en la UE. Lo que en la práctica significa que a partir de 2050 no podrán emitirse gases de efecto invernadero en todo el club comunitario. Fijar 2050 como fecha inamovible e impedir por ley que se vuelva a la situación actual en todo el mundo podría ser un primer punto.

Otra de las medidas tendría que ver con las múltiples velocidades en la lucha contra el cambio climático. El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, exigía este lunes a países y bancos centrales renegociar la deuda de su país para poder tener recursos económicos para contribuir a la lucha contra el cambio climático, reclamando al tiempo al resto de los Estados ser "justos" con los que menos contaminan y que, sin embargo, son los más afectados, una de las paradojas que Marie-Claire Cordonier Segger, investigadora y como asesora de organismos como la ONU o el Banco Mundial, comentaba la semana pasada a 'La Información'.

Se trata, además, de una idea que ya ha dado resultado en Seychelles, donde en 2018 el Gobierno llegó a un acuerdo para que se le condonasen 22 millones de dólares como parte de su deuda soberana, a cambio de crear enormes ecosistemas protegidos para salvar a los delfines de la extinción. Aplicado a gran escala, este modelo permitiría a muchos países en vías de desarrollo disponer de los recursos necesarios para salvar ecosistemas clave para el planeta o para invertir en energías limpias, en lugar de heredar los sistemas industriales no sostenibles de las potencias mundiales.

En tercer lugar, otro de los puntos clave de un potencial acuerdo climático global tiene que ver con el veto a la compraventa de cuotas de emisión. La propuesta ha llegado este lunes de boca del presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, quien pedía durante la Cumbre del Clima que el consenso que ha de ser alcanzado en esta Cumbre impida la doble contabilidad de los bonos de carbono, un sistema que aún ha de ser discutido y que podría permitir a los países comprar cuotas de emisión de otros.

Por último, pero no menos importante, las últimas investigaciones exigen una revisión de los acuerdos firmados en París hace cuatro años, ya que casi tres cuartas partes (el 75%) de las 184 promesas climáticas hechas en aquella cumbre climática y destinadas a frenar las emisiones de gases de efecto invernadero son inadecuadas para frenar el cambio climático. Esto quiere decir, entre otras cosas, que ni siquiera llegando a cumplir íntegramente lo pactado en París en 2015 se podría evitar que el mundo sea 2 grados más caliente que hoy en día.

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