Mandela siempre vivió en la humildad y al lado de su pueblo

    • Lainformación.com visitó la casa del líder africano en 8115 Orlando West, esquina con Vilakazi y Ngakane, en Soweto (Sudáfrica).
    • En la casa no se pueden tomar fotografías y el respeto a la figura de Mandela es absoluto.

El barrio de Soweto en el que vivió Mandela.
El barrio de Soweto en el que vivió Mandela.
Nuria Hernández

Vivió y murió junto a su familia. Nelson Mandela ha fallecido junto a los suyos, pero su pueblo también ha estado con él durante toda su vida. Teinteresa.es pudo visitar la casa familiar del líder africano en Sudáfrica y ya antes de entrar sentimos cómo el espíritu de unión y solidaridad recorre cada rincón de la vivienda.

El número 8115 de Orlando West, esquina con las calles Vilakazi y Ngakane en Soweto es un lugar de veneración, pero también de profundo respeto a los derechos humanos y a la figura que mejor los representa, la de Nelson Mandela. Él se mudó a esta casa en 1946 con su primera mujer, Evelyn Ntoko Mase, de la que se divorció en 1957.

Desde 1958 vivió ahí con su segunda mujer, Nomzamo Winifred Madikizela (Winnie), que permaneció en esta casa durante el tiempo que Mandela estuvo en prisión y hasta 1977. Después de que él saliera de la cárcel, volvió a su hogar y permaneció en él hasta el año 1996, cuando la casa fue convertida en un museo.

Un par de manzanas antes de la entrada a la casa tenemos que dejar el autobús y caminar unos cuantos metros por las estrictas medidas de seguridad que circundan la vivienda.

La casa eshumilde a pesar de estar en una zona aparentemente residencial, de una sola planta y rodeada de un pequeño jardín. Nos recibe una mujer amable y con una mirada que inspira total confianza. Cuesta moverse por sus angostas habitaciones entre los muebles antiguos y una multitud de recuerdos (fotografías familiares, objetos personales, ropa...) de Mandela que hacen que se haya convertido en un auténtico lugar de homenaje al que consiguiera tanto para su país.

Pese a ser un lugar abierto al público, poca gente puede acceder a la casa de una sola vez y no es difícil ver cómo se forman colas para poder entrar a visitarla. Ya en el interior, el ambiente te inunda de una extraña paz que te impide hablar en voz en alta y que te hace salir de allí con el corazón encogido después de escuchar a cómo te explican la vida del que fuera Presidente de Sudáfrica.

Al salir de la casa volvemos al autobús y recorremos el barrio de Soweto. Las casas son cuatro paredes, no tienen agua corriente sino que han levantado pequeñas canalizaciones fuera de las casas para poder lavarse. Los habitantes de Soweto te saludan a cada paso que das y te lanzan una de esas sonrisas que sólo ves en África pese a que, como nos explica el guía, no les gusta nada que los turistas recorran sus calles.

Los niños van a la escuela gracias a las ayudas de fundaciones como la de Mandela. Se levantan a eso de las 6 de la mañana y acuden a clase divertidos y con sus uniformes (en la imagen) y sin rechistar. Las mujeres se ocupan de la casa, pero también de ir a buscar agua y en muchos casos de trabajar. Los hombres, esperan sentados en la calle, fumando...

Las calles de Soweto aún muestran la cara más triste de Sudáfrica frente a la multitud y los grandes edificios de Johanesburgo o los barrios residenciales de lujo de Pretoria.

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