Dedica un 3,1% del PIB a Defensa

Marruecos 'amenaza' el dominio militar de España en el Mediterráneo occidental

Rabat se alza como el principal cliente de la industria de EEUU, por encima de Arabia Saudí. Su continua modernización provoca reacciones inmediatas en el refuerzo de las capacidades operativas españolas.

EFE
Marruecos amenaza el dominio militar de España en el Mediterráneo occidental
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Marruecos ha inaugurado el curso político con una buena ristra de adquisiciones en el campo de la defensa. A la compra de 36 helicópteros Apache, más de 200 carros de combate M1 Abrams y aviones de transporte, se le une un ambicioso programa de renovación de su flota aérea con la incorporación de 25 F-16 C/D y la actualización de otros 23 aparatos F-16V, la versión más reciente y avanzada del mítico caza polivalente.

Esta compra introduce al reino alauita en el selecto club de países que cuentan con aviones de cuarta generación con radares tipo AESA, muy similares a los montados en el F-35, la joya de quinta generación militar estadounidense y que se está ya implantando en los Eurofighter españoles más avanzados.

La política de renovación del poder militar marroquí no se circunscribe a la mera acumulación de equipos, una práctica, por otra parte, muy común entre aquellos países que carecen de una auténtica estrategia de seguridad y defensa. Su recorrido alcanza los programas de mantenimiento, suministro de municiones y formación necesarias para su plena capacidad operativa.

Dentro de este concepto se incluyen los más de 2.400 misiles TOW 2A, que la Agencia de Cooperación de Seguridad de Defensa norteamericana autorizó para su compra junto a los misiles antibuque Harpoon Block II. Ambos sistemas de misiles suponen un paso de gigante en la capacidad defensiva marroquí, suponiendo un contrapoder al también influyente ejército argelino, país con el que Marruecos mantiene una tensa relación en el dominio militar del norte occidental de África.

Todas estas adquisiciones suman más de 10.000 millones de dólares. La cifra ha situado a Marruecos como el principal cliente de la industria militar americana en 2019, por encima incluso del gasto realizado por Arabia Saudí. La razón se encuentra en las complejas relaciones entre ambos países. Marruecos necesita a Estados Unidos como principal valedor en una zona altamente conflictiva, pero Estados Unidos no necesita (ni mucho menos) una foto con un monarca al que en más de una ocasión se le ha acusado de ejercer el poder de manera autoritaria, acallando las críticas internas y manteniendo una posición inestable en el antiguo Sáhara español. La compra de armas masiva es también un medio diplomático. Tanto Washington como Rabat ven con buenos ojos una relación basada en la tranquilidad y el ‘laissez faire’ a cambio de jugosos contratos armamentísticos.

Las compras no se limitan a la industria estadounidense. En 2018, Marruecos apostó por la vigilancia satelital y la seguridad de sus comunicaciones con la adquisición a Francia de dos satélites capaces de suministrar información en tiempo real a su poderoso servicio de inteligencia, por un valor de 500 millones de euros. Junto a esta partida, París está firmando importantes contratos militares, como el de la construcción de la Fragata Multimisión Mohammed VI, el sistema móvil de artillería sobre camión Caesar y la mejora de su sistema de defensa aérea de corto alcance. Todos estos programas suman otros 1.500 millones de euros, sufragados por las acaudaladas cuentas públicas del país norteafricano.

En términos presupuestarios, la cuenta militar marroquí ha aumentado en un 25% en los últimos años para alcanzar una cifra del 3,1% del PIB en 2019. Tres veces más que el irrisorio 1,3% español, que se mantiene a duras penas en un contexto macroeconómico caracterizado por la reducción de los gastos no destinados directamente a la recuperación económica, o al gasto social necesario para paliar los efectos desastrosos de la pandemia sobre la ciudadanía.

¿Una amenaza militar para España?

Realmente España está a años luz del reino marroquí en cuanto a capacidades, formación y doctrina. Calificar de amenaza a la potencia militar alauita es cuando menos un ejercicio de ciencia ficción. Las relaciones con el país de Mohammed VI son provechosas en todos los ámbitos, que van desde el comercial al de la cooperación en materia policial y judicial, pasando por una relación directa en el control de fronteras y lucha contra la inmigración ilegal.

Aun así, manteniendo el dominio claro en al menos dos de los cuatro espacios en los que se desenvuelven las guerras del presente (Tierra, Mar, Aire y Espacio), la continua modernización de las Reales Fuerzas Armadas marroquíes han provocado reacciones casi inmediatas en el refuerzo de materiales y capacidades operativas españolas.

La adquisición de los F-16 marroquíes ha sido contestada con el reemplazo de los 20 F-18 del ala 46 de Gando, que llegan al final de su vida útil, por un nuevo lote de otros 20 Eurofighter que supondrán un coste aproximado de 2.000 millones de euros a las arcas españolas. Con esta operación, denominada ‘Halcón’ por los ya míticos veteranos F-18 de los años 90, España garantizará la superioridad aérea en Canarias, una zona sobre la que ambos países plantean discrepancias en cuanto a la delimitación de sus aguas territoriales.

La Armada marroquí es netamente inferior a la española, si bien los programas de modernización de corbetas y los temidos misiles antibuques Harpoon pueden suponer un paso adelante por parte de los norteafricanos. Una acción que obligará a retomar el polémico contrato de los S80 españoles para garantizar el dominio absoluto (solo contestado por los argelinos) en la guerra submarina.

Mención aparte merecen los imponentes ‘Apache’ de Marruecos. Si bien su proyección es básicamente defensiva y limitada al terreno marroquí, suponen una ventaja frente a los escasos 24 ‘tigres’ españoles (18 en versión HAD y seis destinados al repuesto de piezas de la versión HAP). Su polémica adquisición resulta insuficiente frente a la capacidad del helicóptero de ataque marroquí, además de contar con una evolución futura que situará durante varias décadas al Apache como el rey de la fuerza de ala rotatoria.

A diferencia de Rabat, España mantiene una adecuada política tecnológica que apuesta por la singularización del producto adquirido. Dicho en Román paladino, gran parte de las adquisiciones armamentísticas españolas incluyen parte de la transferencia tecnológica, algo que garantiza la personalización del producto final conforme a las observaciones y necesidades específicas de los ejércitos. Este hecho claramente diferencial, es, en el caso español, determinante a la hora de abordar la valoración cualitativa del poder militar de una y otra nación, que no se juzga únicamente por la cantidad del armamento disponible.

La próxima negociación de los PGE tendrá en cuenta esta realidad de la que algunos partidos políticos ya se han hecho eco en el Parlamento. En agosto, con ‘estivalidad’, Vox mostró su inquietud por los movimientos de Marruecos y Argelia en la frontera sur de Europa, conminando al Gobierno a aumentar el gasto militar para alcanzar el 2% sobre el PIB. Un deseo soñado por EEUU y al que el departamento de Margarita Robles tendrá que dar una respuesta para seguir considerando a Marruecos como un amigo en lugar de una futura amenaza.

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