Los 'asiáticos favoritos' 

Marruecos se fija en China: construirá la primera planta flotante de gas licuado

China Communications Construction se postula para ser la principal adjudicataria de uno de los proyectos estrella con los que Mohamed VI busca neutralizar la táctica de Argelia de cortar el suministro de gas. 

Nasser Bourita, ministro de Exteriores de Marruecos
CHADI /  XINHUA NEWS /  CONTACTOPHOTO
  (Foto de ARCHIVO)
9/11/2020 ONLY FOR USE IN SPAIN
Nasser Bourita, ministro de Exteriores de MarruecosCHADI / XINHUA NEWS / CONTACTOPHOTO (Foto de ARCHIVO)9/11/2020 ONLY FOR USE IN SPAIN
Xinhua vía Europa Press

En repetidas ocasiones, Marruecos ha demostrado su intención de convertirse en una auténtica potencia geopolítica con dimensión regional en África. No es una cuestión menor, puesto que en la zona se vive un delicado equilibrio entre los dos polos sobre los que pivota el poder en el occidente norafricano: Marruecos y Argelia. En esa carrera, el reino alauita está demostrando saber moverse a la perfección y lo hace tejiendo alianzas que en el pasado serían impensables. A su acercamiento a los Estados Unidos en su posición sobre el Sahara Occidental se le unen los contratos estratégicos a los que está llegando con el Reino Unido. 

Con respecto a Washington, su posición geoestratégica y política le ha permitido convertirse en uno de los principales clientes de la industria militar americana, aumentando a niveles inauditos su presupuesto en materia de Defensa. Con Londres, Rabat ha firmado importantes y suculentos contratos en materia energética, incluido un acuerdo con una inversión asociada de 22.000 millones de dólares para la construcción de un gran parque solar y eólico de 1.500 kilómetros cuadrados en el Sur de Marruecos y la construcción de un cable submarino que conectará estas instalaciones directamente con el Reino Unido. Sin embargo, ha aparecido un tercer agente en discordia en las prolíficas relaciones diplomáticas de Marruecos: China.

El gigante de la construcción de infraestructuras, China Communications Construction, aparece como el principal favorito para la adjudicación de uno de los proyectos estrella con los que Marruecos quiere neutralizar la maniobra argelina para cortarle el suministro de gas. Se trata de la que sería la primera planta flotante de regasificación de Marruecos. Es una infraestructura estratégica puesto que, gracias a ella, Marruecos podría recibir gas a través del suministro marítimo que proporcionarían los barcos con GNL y a la vez inyectarlo en el futuro desarrollo de la red gasística alauita.

La gran apuesta que está realizando Marruecos por encontrar una alternativa al gas argelino supondría la puesta en marcha de las dos centrales eléctricas de Ain Beni Mathar y de Tahaddart, operada por Endesa y que necesita de gas para poder poner en funcionamiento sus 384 MW de potencia instalada. Tan solo este ciclo combinado aporta el 18% de la producción térmica y cubre el 10% de la demanda eléctrica del país. Todo un tótem energético para Rabat que bajo ningún concepto dejará que se le escape. En el concurso de adjudicación participan otras 20 empresas que han presentado sus opciones para hacerse con el contrato, pero China cuenta con un largo historial de colaboración con Marruecos.

En primer lugar, destaca la ayuda que China le brindó a la nación marroquí para afrontar la crisis del coronavirus. Sothema, la principal farmacéutica del país vecino, obtuvo la autorización para producir la vacuna china Sinopharm con la que Rabat ha tratado de impedir el avance de la Covid-19 por su territorio. Hasta cinco millones de dosis al mes de producción propia permitió Pekín que fabricara Sothema con una inversión cercana a los 500 millones de dólares. La colaboración entre ambas compañías fue fruto del estrechamiento de relaciones entre el rey Mohamed VI y el presidente chino Xi Jinping, en el marco de la visita de Estado que el monarca realizó a China para asegurar el futuro sanitario del país.

China es la favorita para hacerse un hueco en un espacio geopolítico cada vez más cotizado y en el que España aparece como un aliado natural de Marruecos. 

Junto a la cooperación en materia sanitaria, Marruecos y China han acercado posiciones en otros ámbitos mucho más estratégicos. Norinco, una de las principales empresas armamentísticas asiáticas, puso un pie en Marruecos en noviembre de este mismo año. La intención de los chinos es posicionarse estratégicamente en el mercado automovilístico del país. No en vano, Norinco posee una división especializada en la movilidad eléctrica y su intención es convertir a Marruecos en una potencia exportadora en el campo de las motocicletas impulsadas por motor eléctrico. Pekín ve a Marruecos como un país que puede convertirse en el ‘hub’ regional de la producción de automóviles, un espacio en el que compite directamente con España.

Juego a tres bandas

Puede llamar la atención que Marruecos sea capaz de juntar en un mismo espacio físico a estadounidenses, británicos y chinos, pero su diplomacia ha dado cuenta de una brillante labor de mediación y entendimiento entre enemigos geopolíticos de este nivel. Son muchos los analistas que destacan las posibilidades que ofrece Marruecos desde el punto de vista económico y político, dada su ubicación geográfica, posibilidades de crecimiento y cercanía con Europa. En este sentido, el cambio de modelo energético basado en las energías renovables y en particular el desarrollo de la ‘industria verde’ propiciada por el impulso del hidrógeno puede situar a Marruecos en una posición privilegiada en África.

Estos datos confirmarían la ofensiva diplomática que el gobierno marroquí esta realizando en los últimos tiempos y que tiene en el Sahara Occidental su meta para alcanzar su sueño del gran Marruecos, un espacio en el que el antiguo sultanato pueda desplegar su influencia sobre el mundo árabe, con una especial atención al norte de África, donde su rivalidad con Argelia podría terminar en un choque de trenes entre las potencias que apoyan al reino alauita y las que han tomado partido por el régimen de los generales, fundamentalmente apoyados por Rusia y en menor medida Turquía. Antes de que termine el año, Rabat decidirá a qué compañía otorga la concesión para la construcción de la plataforma flotante de gas licuado frente a la costa atlántica. China es la favorita para hacerse un hueco en un espacio geopolítico cada vez más cotizado y en el que España aparece como un aliado natural de Marruecos, siempre que este acepte una relación en la que la paz no siempre significa armonía.

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