Marruecos suma y sigue en el conflicto

Rabat apunta ahora al sector energético: corta el gas argelino que llega a España

Tras la exclusión de los puertos españoles de la Operación Paso del Estrecho, la mirada de la diplomacia marroquí se centra en el llamado gasoducto del Magreb, que une las dos orillas del Mediterráneo.

Naturgy
Marruecos redobla la presión y amenaza con cortar el gas argelino a España
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Mascarillas, indultos, Biden, tormentas… Mientras la actualidad sigue su curso en España, al otro lado del Estrecho, la maquinaria diplomática marroquí no deja de trabajar. La situación incómoda que se vive con Madrid continúa centrando la actividad política de Rabat. Poco a poco y con discreción el reino de Mohamed VI va tejiendo una telaraña donde se entremezclan las decisiones económicas con las estratégicas con un único objetivo: fortalecer internacionalmente sus aspiraciones en el Sahara occidental. Hace una semana la acción del país vecino se centró en la exclusión de los puertos españoles de la Operación Paso del Estrecho. Ahora la mirada de la diplomacia marroquí se centra en el sector energético y en concreto en el gasoducto que une las dos orillas del Mediterráneo: el llamado gasoducto del Magreb.

Este proyecto, que cuenta ya con 25 años de historia común entre el triángulo formado por España, Marruecos y Argelia, supuso en su momento la manifestación de la cooperación energética entre África y Europa. El gas llega procedente de los yacimientos argelinos de Hassi R’Mel y entra directamente a Córdoba desde el Estrecho de Gibraltar, tras cinco días de viaje en tubo, 1.430 kilómetros de puro desierto, atravesando el Rif marroquí y serpenteando el fondo marino mediterráneo. Toda una obra de ingeniería abierta desde 1996 y a la que Enagás llamó la "superautopista del gas". Gracias a esta infraestructura, 9.000 metros cúbicos de gas natural entran a España y siguen su recorrido al norte europeo, suponiendo una pequeña, pero cierta, alternativa al gas ruso que suministra a otros países del Este europeo.

Marruecos abre dos nuevos frentes. Por un lado, resta a España una vía de entrada alternativa al gasoducto principal y, por otro, consigue una alianza con el África Subsahariana

La casualidad ha hecho que justo cuando peor se encuentran las relaciones entre Rabat y Madrid venza el plazo para la renovación de la concesión de 25 años que la empresa marroquí EMPL, Naturgy y Galp firmaron en su momento y que consistió en la construcción de esta infraestructura crítica a cambio de que Marruecos permitiera que parte del gas argelino entrara a España. Desde hace más de dos años las negociaciones están bloqueadas en un contrato que expira el próximo mes de noviembre y ante el que poco o nada pueden hacer las empresas implicadas, dada la tensa relación que se está viviendo entre las cancillerías dirigidas por Nasser Bourita y Arancha González Laya.

Desde el punto de vista económico, España tiene poco que perder, ya que el suministro de gas está garantizado a través del tramo que parte directamente del mismo yacimiento y que entra por Almería vía Argelia. Naturgy ya rebajó la cantidad prevista de gas que debería entrar en el país debido a la reducción de la demanda energética. Una operación que llevó a la intervención de los de Reynés ante las autoridades argelinas. Sin embargo, desde un punto de vista estratégico, la diversidad del suministro sí se ve comprometida. Se cae uno de los actores principales en la relación energética del Reino de España con el norte africano. Naturgy, que ha hecho bien sus deberes, ya vio las orejas al lobo en 2019, momento en el que provisionó 80 millones de euros para evitar los perjuicios que pudiera causarle una negativa del país de Mohamed VI a renovar el acuerdo.

Rabat abraza a Nigeria como contrapeso a Argelia... y España

El país alauita siempre se ha caracterizado por gozar de una diplomacia y de unos servicios de inteligencia altamente preparados. Renunciar al suministro argelino no implica, ni mucho menos, dejar de hacer negocio con el gas que inunda África. En este sentido, Rabat ha retomado las negociaciones con Nigeria para la construcción del que será el gran ‘hub’ de los hidrocarburos en África: el gasoducto que unirá las costas de más de una docena de países y que podría acabar con la hegemonía argelina en este campo. Yusuf Usman, director de operaciones de la Corporación Nacional del Petróleo de Nigeria, anunció esta misma semana el inicio del proyecto que suministrará gas a Marruecos y con ello la posibilidad de exportar el gaseoso elemento a Europa, bien sea a través de España o incluso Portugal. La obra supondrá así una alternativa al monopolio que desde hace décadas ha ejercido Argelia sobre el suministro de gas africano al continente europeo. Toda una patada en la espinilla al régimen argelino justo donde más le duele.

No sólo Marruecos y Nigeria resultarán beneficiados por este proyecto. Benin, Togo, Ghana, Guinea, Senegal o Sierra Leona también obtendrán una parte de esta gran obra. Son precisamente estos países sobre los que Marruecos ha desplegado todas sus artes diplomáticas en los últimos meses con un único fin: evitar que el gasoducto pudiera pasar por territorio de Argelia. Y lo ha conseguido. El presidente nigeriano, Muhammadu Buhari ha desechado la opción argelina debido a "preocupaciones por la seguridad" y a la inestabilidad política que se vive en la zona del Sahel. Un hecho al que se le une la retirada francesa de la zona, algo que está pasando desapercibido pero que puede sumar un nuevo tanto a la volátil la inseguridad en el suministro de gas a Europa debido a la amenaza terrorista.

El gasoducto, que se incluye dentro del "Plan Maestro de la Década del Gas" del presidente de Nigeria, tiene un coste estimado de 25.000 millones de dólares y será construido por la Corporación de Petróleo de Nigeria en colaboración con las empresas de una docena de países, con un plazo de construcción cercano a los 25 años. La gran baza nigeriana es que permitirá la explotación de sus yacimientos y la interconexión con Marruecos en aproximadamente cinco años. Esto es precisamente lo que ha llevado a Nigeria a decantarse por la opción marroquí, dado que las obras marinas, en principio, no se verán afectadas por la inestabilidad del Sahel y del Sahara occidental, algo que ni el propio Mohamed VI puede asegurar, puesto que gran parte del recorrido submarino afecta a las aguas que reivindica el Frente Polisario y que están en el núcleo de las tensiones con España y la Unión Europea.

La dimensión internacional del proyecto incluye tanto el suministro energético a los países por los que transcurre, como la exportación a Europa a través de España y Portugal. Todo eso siempre que las relaciones entre Rabat y Madrid se calmen y que Argelia no vea como una traición que España se decante por el gas nigeriano en lugar del suyo.

El golpe de mano marroquí también tiene implicaciones regionales. La apertura de la nueva vía supondría una alternativa al gasoducto NordStream 2 que ha visto luz verde desde que Joe Biden entrara a la Casa Blanca. En un artículo publicado en Newslooks ya se advertía de la viabilidad del proyecto y su potencial efecto en la zona, si bien mantenía la hipótesis de que Argelia se mantuviera neutral, algo que no parece posible dado su conflicto eterno con Rabat. Así las cosas, Marruecos abre dos nuevos frentes. Por un lado, resta a España una vía de entrada alternativa al gasoducto principal que suministra gas al país y, por otro, consigue una alianza con el África Subsahariana, pactando con Nigeria, la gran potencia centro africana dispuesta a arrebatar a Argelia el dominio y control del gas en el continente.

No será el último movimiento de la diplomacia marroquí, que se está mostrando realmente eficiente en el manejo de alianzas y pactos con terceros.

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