Ante la falta de trabajo

Miseria macabra en Venezuela: ladrones de placas en cementerios para fundirlas

Una lápida de bronce puede pagarse a 30 dólares, lo cual representa 60 veces el salario mínimo en un país donde la crisis económica suma varios años y en el que la pandemia ha complicado aún más la situación.

Las únicas placas que quedan en los cementerios venezolanos son las que no son de cobre.
Las únicas placas que quedan en los cementerios venezolanos son las que no son de cobre.
La Información

El Cementerio del Este de Caracas es, probablemente, el más hermoso de la ciudad. Situado en una zona alta llamada El Hatillo, abarca 170 hectáreas de césped y árboles, y desde allí se divisa la ciudad de Caracas y la montaña El Ávila. No hay panteones sino pequeños rectángulos de bronce sobre el jardín con los nombres de los difuntos.

Pero en los últimos años, los ladrones furtivos entran al cementerio por la noche y se llevan las placas de bronce, para dejar solo el rectángulo de arcilla. "El bronce es material estratégico. Los ladrones lo venden para fundirlo y fabricar balas", dice Elsabeth, una de las mujeres que atiende a los deudos en el cementerio. En marzo de 2019 los funcionarios del Cuerpo de Investigaciones, Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) detuvieron a tres vigilantes sospechosos de hurtar lápidas y cables de electricidad del Cementerio del Este. Les encontraron lingotes, moldes, cables de cobre y algunas placas de bronce a punto de ser fundidas.

El bronce de las placas está hecho de una aleación de cobre, estaño, níquel y zinc. Actualmente, el bronce se emplea para muchos usos: para fabricar martillos (no produce chispas), hélices de barco, bornes eléctricos, pero también para esculturas y monumentos funerarios y hasta casquillos de balas. El bronce es resistente al agua, no se erosiona ni se oxida y una placa de bronce puede durar milenios.

En los mercados mundiales, una tonelada de bronce se paga a 9.000 dólares, o 7.400 euros. Un kilo vendría saliendo por 9 dólares o 7,4 euros. Una placa de bronce del Cementerio del Este pesa 20 kilos y un ladrón funerario puede venderla por unos 30 dólares cada pieza en el mercado negro, según informaba la web robodebronce.com. Eso supone 60 veces el salario mínimo de Venezuela que es de medio dólar. 

El robo de las placas de bronce empezó en 2005, según confesó a esa web Alfredo Romero, gerente de seguridad del cementerio. Cuando el precio del petróleo se derrumbó en este país petrolero en 2015, y se agudizó la crisis económica, se incrementaron los robos de placas. "Los delincuentes llegan en grupos de aproximadamente 10 personas, extraen las lápidas y las meten en sacos. En algunos casos, los arrastran con sus mismos cuerpos hasta llegar al otro lado de la trocha, donde espera un vehículo para trasladar el metal", dijo a la prensa.

El robo en gran escala ha afectado a los cementerios en todo el país, pero también a monumentos nacionales, puertas de bancos, obras decorativas y adornos. Para evitar el saqueo masivo de placas, en la entrada del Cementerio del Este hay guardias nacionales armados. "Pero este cementerio es muy grande y no pueden vigilar todo", añade Elsabeth. Hay zonas enteras del cementerio donde no queda una sola placa de bronce. Los familiares no saben si están depositando flores a su difunto o al difunto vecino. "Cuando tienen dudas, nos preguntan a nosotros", añade Carolina, otra empleada del cementerio. La empresa que gestiona el cementerio les da a la familias el número identificador de la parcela y de la tumba, y allí se dirigen a poner flores. Pero en muchas placas no queda ni el número identificador.

Si los familiares demuestran tener una foto de la placa de bronce sacada antes del saqueo, el cementerio le repone la lápida sin coste. Para los nuevos entierros hay que pagar 150 dólares por una placa de granito negro con los datos del difunto grabados en láser, y 90 dólares más en caso de un nuevo difunto en la misma tumba. Para las familias que acuden a las oficinas del cementerio a reponer las placas resulta un momento muy doloroso.

El cementerio es propiedad de una empresa privada, pero los empleados añaden la palabra "por ahora" para referirse a que "aún" son una empresa privada. La escalada de nacionalizaciones hace temer a los propietarios que tarde o temprano también serán expropiados y abandonados, como ha ocurrido con la mayor parte de las empresas nacionalizadas.

Las parcelas son propiedad de los ciudadanos que compran ese trozo de terreno para enterrar a sus seres queridos. "Cada parcela cuesta 2.500 dólares" (unos 2.300 euros), dice Carolina, una de las chicas que trabaja en la administración del cementerio. Es una cifra que no se puede permitir mucha gente en Venezuela. Luego hay que pagar una cifra pequeña al año por el mantenimiento de la parcela, y tres dólares al trimestre si se quiere servicio de jardinería. En el Cementerio del Este hay unas 200.000 tumbas pero ya no queda más sitio. "Solo tenemos para casos urgentes", dice el empleado que está en la ventanilla de cobros, sin aclarar qué significa "urgente" cuando alguien se muere.

Aún quedan miles de placas de bronce distribuidas por varias zonas, lo cual hace temer que el saqueo no ha terminado. Las familias que han sufrido robos han creado una Asociación de Afectados del Cementerio del Este. Pero también se han dado casos en que las propias familias se llevan la placa para evitar que se las roben, lo cual para el cementerio es un delito.

Lo paradójico es que a Venezuela le sobra cobre, estaño, níquel y zinc, los metales de los que está hecho el bronce. Los yacimientos de esos y otros minerales como la bauxita, el oro y el coltán, están situados en el llamado Arco Minero del Orinoco, una zona del tamaño de Andalucía y Extremadura juntas. Hasta hace unos años, esos yacimientos eran explotados por multinacionales mineras estadounidenses y canadienses. Pero con la expropiación y la nacionalización de los gobiernos chavistas, ahora están bajo el mando de empresas públicas, y la producción se ha hundido debido a la mala gestión.

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