Negociadores del clima: ¿practican lo que predican?

  • Los esfuerzos de los delegados de los 193 países que acudieron a la reciente cumbre de Copenhague bajo el paraguas de Naciones Unidas, se produjeron ante los ojos de miles de periodistas y bajo la mirada del Mundo entero. ¿Pero qué hacen estos delegados cuando nadie les observa?
Los delegados se toman un descanso durante la sesión plenaria final de Copenhague en la noche del 18 al 19 de diciembre.
Los delegados se toman un descanso durante la sesión plenaria final de Copenhague en la noche del 18 al 19 de diciembre.
Christian Charisius | Reuters
Eric J. Lyman | Global Post para lainformacion.com
Eric J. Lyman | Global Post para lainformacion.com

(Copenhague, Dinamarca). Las conversaciones en Copenhague se llevaron a cabo a gran escala, con unos 45.000 participantes acreditados, lo que supone más del triple de asistente a negociaciones anteriores de la ONU sobre el cambio climático. Las manifestaciones exigiendo mayores progresos en las conversaciones llevaron al menos a 100.000 personas a la calle. Y los objetivos del encuentro eran a gran escala, con el acuerdo de los líderes sobre conservar el promedio del ascenso de las temperaturas por debajo de los 2 grados centígrados.

¿Pero qué hay de los aspectos a pequeña escala para combatir el cambio climático? ¿Qué pasa con las personas que negociaron ese acuerdo de mínimos?

La mayoría de los delegados reaccionaron contentos y a la vez sorprendidos cuando les pregunté por su uso y de la energía y sus hábitos de ahorro energético. Al final, la mayoría de las más de dos docenas de delegados con los que hablé pudieron describir al menos algunas acciones que estaban llevando a cabo para reducir su huella en emisiones de carbono (una hazaña nada desdeñable para una multitud de gente que se ha pasado la mayor parte de este año volando alrededor del Mundo en encuentros pre Copenhague (Bali, Indonesia; Bangkok, Tailandia; Barcelona, España; Bonn, Alemania; L'Aquila, Italia; Nueva York y Pittsburgh, EE UU y Venecia, Italia).

"Yo voy en bici a trabajar", ofreció Brice Lalonde, el embajador francés para el cambio climático y uno de los negociadores más veteranos en este tema. "Procuro ahorrar energía siempre que es posible."

Sergio Serra, el principal funcionario de alto nivel de la delegación brasileña, dijo que cuando está en casa puede hacer más cosas que cuando está de viaje: "Al contrario que en conferencias como éstas, puedo apagar la luz cuando no hay nadie en la habitación, puedo apagar el aire acondicionado y puedo reciclar la mayor parte de la basura generada en casa".

Gusti Muhammad Hatta, el ministro de Medio Ambiente indio, comentó algo parecido: "Cuando viajo, llevo esta chaqueta y esta corbata para tratar de parecer más respetable, pero en casa llevo una camiseta ligera y no necesito el aire acondicionado. Cuando viajo por trabajo, hay muchas cosas por las que preocuparse, pero cuando estoy en casa llevo una vida más sencilla".

Grace Akumu, una de las jefas de la delegación keniana en Copenhague, dijo que el potencial para tomar medidas ecológicas se veían disminuidas en un país pobre como Kenia: "En comparación con la mayoría de los países, no producimos muchas emisiones. Pero trato de actuar lo mejor posible cuando viajo. Intento explicar a la gente que mientras Kenia se vaya enriqueciendo, debemos evitar adoptar los mismos hábitos dañinos para el medio ambiente que han llevado a cabo los países ricos".

Con los delegados admitiendo la dificultad de ahorrar energía cuando viajan, es justo tener dudas sobre las emisiones de CO2 que ha causado la cumbre de Copenhague en su conjunto. Algo que según las estadísticas de las Naciones Unidas no es mucho: "Tiene que pensar que todo el movimiento y consumo durante la cumbre habría sucedido de todas maneras, sólo que le habría pasado a cada uno en su país de origen", dice Mark Keesh, quien controla estas estadísticas para el secretariado para el cambio climático de la ONU.

"Lo que se añade aquí es el proceso de llegar hasta Copenhague. Puedes contar con una tonelada y media de CO2 por persona, lo que significa entre 60.000 y 70.000 toneladas de CO2. Parece mucho, pero puedes ahorrar esa cantidad fácilmente en un año readaptando una única y vieja planta de energía".

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