Obreros palestinos tienen prohibido ir a pie dentro de una colonia judía

  • Har Adar (Cisjordania), 30 mar (EFE).- Los seiscientos palestinos que trabajan en el asentamiento judío de Har Adar, en Cisjordania, tienen prohibido recorrerlo a pie por motivos de seguridad, lo que ha generado acusaciones de racismo.

Har Adar (Cisjordania), 30 mar (EFE).- Los seiscientos palestinos que trabajan en el asentamiento judío de Har Adar, en Cisjordania, tienen prohibido recorrerlo a pie por motivos de seguridad, lo que ha generado acusaciones de racismo.

Con cerca de 3.000 habitantes, Har Adar es una localidad residencial de clase media-alta ubicada a unos quince kilómetros de Jerusalén y otros tantos de Ramala.

Tras un examen de seguridad, allí acceden cada mañana desde poblados vecinos por una compuerta especial unos seiscientos palestinos con permiso de trabajo.

Sin embargo, a las autoridades israelíes estos controles no le son suficientes, temen que los trabajadores palestinos aprovechen su ingreso en Har Adar para lanzar un ataque, como ha sucedido en el pasado en otras localidades.

El asentamiento está enclavado justo entre la Línea Verde -la frontera entre Israel y los territorios palestinos internacionalmente aceptada- y la barrera de separación que Israel levanta desde 2002 en Cisjordania ocupada.

La página web de la ciudad recoge explícitamente la interdicción y señala que la responsabilidad de su cumplimiento recae en el contratista o en el dueño de la casa donde trabajen.

Los empleados, generalmente de la construcción pero también jardineros, se ven obligados, por ejemplo, a que les lleven en coche al único ultramarinos del lugar si necesitan adquirir algo.

"Yo compro la comida por la mañana, antes de venir, en Bidu (un cercano poblado palestino al otro lado del muro) porque es más fácil que tener que ir a la tienda", señala Lead, un jardinero palestino.

Su colega Hassan se muestra menos conformista: "Todos los días pasamos el puesto militar de control, por lo que está claro que 'estamos limpios'. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué todo esto?", inquiere.

"A mí se me pone un nudo en el estómago cuando pienso que los judíos pueden pasear libremente por aquí mientras nosotros, que trabajamos duro desde las seis de la mañana, no", señala Nasser, un palestino contratado para conducir a los obreros de un sitio a otro.

El alcalde, Aviram Cohen, no encuentra sentido a la polémica.

"Tenemos seiscientos trabajadores palestinos y en esas horas otros tantos niños en la guardería y la escuela, cuyos padres están entonces en Jerusalén o en Tel Aviv trabajando. ¿Quién los defiende? Si se permite pasar por el centro a los palestinos, alguno puede volverse loco y atacar la guardería", señala.

Cohen apoya la medida por criterios tanto de seguridad como de "humanidad", pues "evita que los obreros caminen bajo el frío y la lluvia en invierno y bajo el calor en verano".

"Mejor ser precavidos a que pase algo, si cierran la puerta (de acceso para trabajadores en el muro) las familias de los obreros se queden sin sustento diario", agrega.

La Asociación por los Derechos Civiles de Israel ha presentado una protesta contra la medida por considerarla "racista" y reminiscente de "los días más oscuros de la historia de la Humanidad".

"Es ilegal e inhumano imponer una restricción basada en el carácter racial", defiende su autora, la abogada Limor Yehuda.

Entre los vecinos de Har Adar reina la satisfacción con la medida.

"A mí me parece magnífica. No quiero que mis hijos mueran aplastados por una excavadora", dice Heva en alusión a los tres ataques contra israelíes en Jerusalén lanzados por obreros palestinos con este artefacto desde julio de 2008.

También un joven residente, que prefiere ocultar su nombre, cree que estas cortapisas al libre movimiento son "buenas y necesarias".

"No sé si los trabajadores árabes estarán muy contentos con ella, pero si es la solución, pues es la solución", concluye.

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