Una de las naciones más ricas del mundo

'Operación Gavilán': el plan de Singapur para afrontar una pandemia excepcional

  • La experiencia de la gripe de 2003, que dejó a este país como uno de los más afectados por la enfermedad, les ha hecho reaccionar antes y más firme.
Operación Gavilán: el plan de Singapur para afrontar una pandemia excepcional
Operación Gavilán: el plan de Singapur para afrontar una pandemia excepcional
EP

En 2002 estalló una epidemia de gripe en China. Se le llamó SARS, síndrome respiratorio agudo grave. Era la primera vez que se detectaba la amenaza de este tipo de virus con forma de corona. Se le bautizó como SARS-Covid y al principio su tasa de mortalidad era del 18%. Empezó en la provincia de Cantón y luego se extendió a Hong Kong y Vietnam. El gobierno chino intentó ocultar la epidemia. En 2003 llegó a Singapur. La OMS declaró la alerta mundial en marzo de 2003.

En pocos meses, la pandemia se extendió a 29 países con más de 8.000 infectados. Murieron 774 personas hasta julio de 2003, fecha en la que la OMS declaró la enfermedad controlada. Al parecer el origen eran murciélagos que infectaban animales, los cuales se vendían en los mercados abiertos de animales salvajes que aún existen en China.

Singapur fue el quinto país del mundo más afectado. Murieron 33 personas, y 238 fueron infectadas. Comparadas con las cifras de ahora, parece un estrago mínimo, pero el gobierno de Singapur se hizo una pregunta: ¿y si viene otra epidemia más dura y excepcional? A partir de ahí se creó un plan para poner a todo el país en estado de alerta en caso de que eso sucediera. Con 5,7 millones de habitantes, Singapur recibe casi cuatro veces más turistas al año (19,5 millones), de los cuales los visitantes más habituales proceden de China (3,5 millones). El país no podría jugarse su futuro con una invasión de virus alienígenas chinos.

La mayoría de la gente no sabría situar a Singapur en el mapa por la sencilla razón de que es un país muy pequeño. Es casi una ciudad estado. Está situada en el extremo más meridional de la península de Malasia. Tan extremo que es una isla, como Miami Beach, separada de la península por un canal de agua.

Hasta 1819 estuvo bajo el dominio de las autoridades malayas, pero ese año llegó un capitán británico que se fijó en su posición geoestratégica y plantó allí una representación de las Compañía de las Indias Orientales. Singapur formó parte del imperio británico hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando fue ocupada por tropas japonesas.

Tras la guerra volvió a manos británicas, pero las décadas posteriores eran malas para los imperios coloniales de modo que empezó la agitación interior. A finales de los años 50 obtuvo cierta autonomía, y por fin en 1965 obtuvo la independencia.

Era una independencia bastante rara porque no tenía un territorio continental, era muy pequeño, sin recursos naturales y muchos observadores pensaron que no duraría mucho. Además, era una olla con muchas etnias como chinos han, malayos e indios. Pero tuvo la fortuna de tener como gobernante a Lee Kwan Yew, y a un partido llamado Partido de Acción Popular. Desde entonces, Lee se abocó a construir la riqueza del país basada en la libertad de comercio, el estímulo empresarial, la modernización de los puertos y aeropuertos, y una obsesión patológica por la higiene y la limpieza. La renta per cápita de Singapur es una de las más altas del mundo: 64.000 dólares, la octava del mundo.

A raíz de la epidemia de 2003 el país pensó que era demasiado débil desde el punto de vista sanitario. A partir de ahí el Ministerio de Salud creó un Grupo de Operaciones para vigilar las enfermedades infecciosas, gestionar los brotes y reforzar la capacidad respuesta a emergencias.Para empezar, ampliaron las instalaciones de aislamiento en todos los hospitales públicos. Se duplicó el número de especialistas en enfermedades infecciosas. Asimismo, una agencia se encargaría de coordinar las operaciones de todos los ministerios en caso de un brote epidémico.

Un trabajo científico elaborado en 2008 por Jeffery Cutter (trabajaba entonces para el Ministerio de Sanidad de Singapur) explicaba los objetivos del plan nacional de respuesta, que empezaban con la vigilancia efectiva y la vacunación. La estrategia significaba poner en marcha rápidamente medidas duras: mantenimiento de elementos esenciales de servicios para limitar la ruptura social y económica, reducir la mortalidad a través del tratamiento y las cuarentenas, y ralentizar y limitar la propagación de la gripe para disminuir el sobrecalentamiento de los servicios de salud.

El protocolo de actuación incluía hacer pruebas a un elevado número de singapureses, establecer controles estrictos en puertos y aeropuertos, sometiendo a cuarentena a los visitantes, fueran de país o extraños. Además, se hacía un seguimiento casi policial de los habitantes para que, en caso de que uno cayera enfermo, saber inmediatamente dónde había estado y con quién. Esta parte solo se podía lograr gracias a dos razones: Singapur abusa de los derechos civiles por lo que es un estado que en Occidente sería llamado autoritario; pero también porque los singapureses han hecho un contrato virtual con el Estado policial por el cual admiten que se les vigile, a cambio de bienestar.

El Estado les ofrecería información transparente y detallada del desarrollo de la pandemia. Y por supuesto, les garantizaba responder con eficiencia en caso de un estallido de la pandemia, lo cual no dudaron los casi seis millones de habitantes.

Este último factor es quizá el resultado más importante porque, si una epidemia se descontrola, los servicios de salud son incapaces de atender la afluencia de enfermos, que es lo que pasó en el caso de Italia y España. En Singapur había un plan de contingencia en caso de que el número de fallecidos superase la capacidad instalada del sistema de salud de modo que se pudiese responder a tiempo, y evitar el colapso.

De hecho, este es uno de los factores que previó el plan nacional contra la gripe: planificar las fuerzas del país en caso de que la epidemia excediera la capacidad. Para ello se animaba a la población a, en caso de que se entrase en la fase roja o más aguda, hicieran acopio de alimentos para dos semanas. El estado a su vez mantendría una reserva de alimentos, especialmente de arroz y de leche en polvo para niños. Este detalle era importante para un país que importa casi todos los alimentos que consume (no sería el caso español).

Se animó a las empresas privadas a suscribir Planes de Continuidad (Business Continuity Plans) para mantener a flote la actividad empresarial en caso de pandemia, sin importar el tamaño de la empresa.Siguiendo el protocolo de la OMS, Singapur estableció varios grados de la epidemia, de 1 a 6, solo que les adjudicó colores: desde el más flojo, 1 o color verde, al más grave que es el 6 o color negro.

Lo más llamativo, y quizá lo más importante, es que se hizo un ensayo a escala nacional en 2006 para comprobar que todo el sistema, público y privado, funcionase como un ejército. Era como hacer maniobras: todos los ciudadanos implicados tenían que funcionar bajo un mismo mando. Empresas y ministerios tenían que demostrar que podían proveer a tiempo de materiales y servicios al sistema nacional de salud. Se llamó Operación Gavilán (Exercise Sparrowhawk). Era cuestión de tiempo que llegara la próxima pandemia. La diferencia de Singapur con otros países, es que en ese pequeño país la estaban esperando desde hacía tiempo. Solo tuvieron que seguir el manual de instrucciones.

Cuando se desató la actual epidemia, las autoridades decretaron la alerta naranja que corresponde a la alerta 4 y 5. Se controlaron los accesos al país en puertos y aeropuertos, y se impuso el ‘circuit breaker’, que significaba mantener la distancia social, hacer pruebas masivas, vigilar los movimientos ciudadanos y evitar aglomeraciones. Pero debido al incremento de casos, al parecer de parte de los 200.000 singapureses que volvían del extranjero, se detectó a principios de abril un notable incremento del número de contagiados. Entonces se endurecieron las medidas de cortacircuitos: desde este 7 de abril todo el mundo debe permanecer en casa y solo salir para comprar lo esencial. Todas las actividades, salvo las esenciales, quedan paralizadas. Las multas tendrán tres grados: primero, aviso a la persona que se salte a la cuarentena; luego, multa de 300 dólares; y si reincide por tercera vez, va directamente a los tribunales lo cual puede significar la cárcel

El resultado de todas estas medidas de previsión es que, a la altura en que se escribe esta información (Jueves Santo), el número de infectados por el nuevo coronavirus SARS-Covid19 en Singapur ha aumentado a 1.910 personas, pero la cifra de fallecidos sigue igual, seis personas, es decir el 0,31%, incluso más baja que hace una semana. Una de las cifras más bajas del planeta. Malasia e Indonesia, sus vecinos naturales, acumulan casi 350 muertos, (1,58% y 8,5% de los infectados).

Mostrar comentarios