Opinión: Los progresos en el mundo árabe no incluyen necesariamente la tolerancia religiosa

  • Cuando los egipcios consiguieron deshacerse de Hosni Mubarak, muchos pensaron que Egipto comenzaba una nueva etapa en todos los sentidos, incluso en lo referente a la convivencia religiosa. Pero semanas después de las protestas que unían a todos, los enfrentamientos entre coptos (cristianos egipcios) y musulmanes dejaron más de diez muertos en El Cairo.
HDS Greenway | GlobalPost

Cuando el ex presidente de Egipto Anwar el Sadat hizo su histórica visita a Jerusalén hace más de 30 años tuve la fortuna de poder hacerle una pregunta. El escenario era la iglesia del Santo Sepulcro, el lugar en donde está enterrado Jesucristo. Era una de las paradas en la visita de Sadat, y le pregunté: "¿Qué significa para usted, un musulmán devoto, estar aquí, en el corazón de la cristiandad?"

Me miró de arriba abajo y bruscamente me contestó: "Joven, sepa usted que en mi país hay más cristianos que judíos en Israel".

Volví a pensar en aquello estos días al escuchar que los cristianos coptos han vuelto a ser atacados y asesinados en Egipto, y que una iglesia cerca de El Cairo ha sido incendiada. Todo ello pocas semanas después de celebrarse las manifestaciones populares que parecían haber unido a musulmanes y cristianos en la lucha por derrocar a Hosni Mubarak.

Según la leyenda, la vieja secta fue fundada por San Marcos en Alejandría. Bajo la colonización británica, eran una minoría con poder, que ocupaba altos cargos del gobierno. Hoy en día apenas representan al 10 por ciento de la población y son perseguidos.

La esperanza de que la revolución contra la tiranía de Mubarak lograse unir a todos los egipcios parece que ha durado poco.

Pero no siempre fue así. Cuando los países musulmanes comenzaron a liberarse de la tutela colonial, se toleraban las diferentes religiones. ¿Era simplemente porque los primeros líderes del Tercer Mundo todavía estaban influidos por el pensamiento colonial? Sea cual sea el motivo, la tolerancia religiosa se desmorona.

Véase el caso de Pakistán, en donde el ministro de Minorías Shahbaz Bhatti, el único cristiano en el gobierno, fue asesinado recientemente. Su crimen: oponerse a las leyes sobre blasfemia que suponen la sentencia de muerte para quienes insulten al profeta. Esta ley se utiliza a menudo para intimidar a las minorías religiosas. El gobernador de Punjab, Salmman Taseer, un musulmán, también fue asesinado por el mismo motivo.

A lo largo de todo Oriente Medio los cristianos están siendo discriminados. En Palestina, la antaño considerable comunidad cristiana se ha visto reducida de manera importante. Al igual que en Egipto, durante la época colonial fueron una minoría que recibió trato de favor. George Antonius, autor de "El despertar árabe", sitúa a la comunidad cristiana en la primera línea del nacionalismo árabe durante el mandato británico. Queda por ver si en el segundo despertar árabe la lucha logrará unir a cristianos y musulmanes, tal y como ocurrió en las décadas de 1930 y 1940.

Cuando en 1947 se creó Pakistán para acoger a los musulmanes tras la división británica de la India, su fundador, Mohammed Alí Jinnah, dio un famoso discurso el día de su independencia. "Sois libres", dijo. "Sois libres para poder ir a vuestros templos, sois libres para ir a vuestras mezquitas o a cualquier otro lugar de oración en el estado de Pakistán. Podéis pertenecer a cualquier religión, casta o credo. Eso no tiene nada que ver con el estado... Estamos comenzando, con el principio de que todos somos ciudadanos, y ciudadanos iguales, del estado".

Pero, lamentablemente, ese remanente de la tutela británica ha desaparecido. La persecución religiosa es común a lo largo de la región. Si se quiere encontrar tolerancia, se puede encontrar, irónicamente, en el estado autoritario de Siria. Allí, la minoría cristiana está rigurosamente protegida.

La religión ha destrozado el Líbano, un país creado a partir de Siria por los colonialistas franceses, principalmente para dar un hogar a los cristianos.

Hay que señalar que la división entre suníes y chiíes musulmanes ha causado todavía  más problemas en el mundo árabe. Pero en Iraq, en donde los suníes y chiíes siguen enfrentados, los cristianos también son maltratados, mucho más que cuando gobernaba Saddam Hussein.

El resultado ha sido un éxodo masivo de cristianos del mundo árabe, una verdadera pérdida, parcialmente atribuible al hecho de que estaban mejor educados y recibían un trato de favor bajo el régimen colonial. Miles de palestinos cristianos han migrado a Latinoamérica y a Michigan (EEUU).

Pero si los cristianos están siendo perseguidos en el mundo musulmán, también lo son los musulmanes en la Cristiandad. La intolerante campaña contra la construcción de una mezquita a tres manzanas de la Zona Cero de Nueva York (como si en el atentado a las Torres Gemelas no hubiesen muerto musulmanes), es un ejemplo. Por otra parte, el Congreso de EEUU está celebrando unas audiencias, impulsadas por el republicano Peter King, para analizar el terrorismo musulmán en EEUU. Lo que le interesa es la política de la división, no el terrorismo. Ese legislador sí defendió el terrorismo cuando apoyó al IRA en Irlanda del Norte.

Y también está el nuevo ministro del Interior de Alemania, Hans-Peter Friedrich, quien dice que los ciudadanos musulmanes nunca podrán ser verdaderos alemanes.

Las naciones cristianas no están asesinando a musulmanes, pero el mensaje es claro. Europa y EEUU están dando cada vez más la espalda a los musulmanes. En el mundo musulmán, la tolerancia secular que protegió a los cristianos, y también a los judíos, está dando paso a tendencias oscuras. Osama bin Laden debe de estar encantado.

No es un buen presagio que Pakistán y Egipto se hayan apartado de esa tolerancia, que se predicaba ampliamente hace tan sólo una o dos generaciones. Pero la dura verdad es que esos gobiernos autoritarios que están siendo desafiados y derrocados a lo largo del mundo árabe quizás puedan llegar a ser vistos en el futuro como el último bastión de la tolerancia, un vestigio del gobierno colonial.

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